La celebración por el aniversario tuvo lugar en su ámbito natural: el Palacio Legislativo, y fue organizado por Mujeres a Contracorriente.

Aunque continúa teniendo una institucionalidad sui géneris -bicameral, interpartidaria y voluntaria- esta bancada se constituyó en referencia en América Latina y ejemplo a imitar en otros países de la región.

En marzo de 2000, tres mujeres políticas que coincidieron en el Parlamento como diputadas, decidieron crear la Bancada Femenina (BF), y durante mucho tiempo fueron su motor de propulsión y sus caras visibles. Se trataba de Margarita Percovich (Frente Amplio), Glenda Rondán (entonces Partido Colorado, hoy migrada a Frente Amplio) y Beatriz Argimón (Partido Nacional), y se convirtieron en el motor de propulsión y las caras visibles de una iniciativa sin precedentes en el Poder Legislativo uruguayo.

Todas tenían experiencia institucional y preocupación por los asuntos de género: las dos primeras habían sido edilas y la tercera directora del Instituto de la Infancia y la Adolescencia (INAU). En el siguiente período legislativo la BF se convirtió en Bancada Bicameral Femenina (BBF), al integrar en su seno legisladoras de ambas cámaras y de todos los partidos representados en él, incluyendo titulares y suplentes.

Distintos partidos, agenda común

Con el antecedente de la Red de Mujeres Políticas (que hoy cuenta con 24 años de existencia), lo primero fue construir una agenda en común, más allá de banderas partidarias. Incluía -e incluye- temas que interesan a más del 52% de la población y pueden beneficiar a la totalidad de la sociedad, que entonces solían considerarse menores.

“No queríamos masculizarnos, sino hacer política siendo mujeres políticas”, explica Beatriz Argimón, recordando que los colegas varones pensaban que estas mujeres se iban a pelear, y no resistirían las presiones de las internas de sus partidos.

Esas negativas predicciones fueron defraudadas: la inicial BF no solo marcó presencia sino que logró una mayor visualización de las legisladoras cuando se convirtió en BBF, y además se destacó por una fuerte producción legislativa: acompañamiento en el parto, del día de licencia pago para realizarse estudios preventivos del cáncer de mama y uterino, violencia doméstica, defensa de los derechos sexuales y reproductivos, participación política, entre otras, fueron las temáticas de las leyes aprobadas.

“Era una cuestión de democracia y calidad de la democracia. Los temas tenían que ver con la sociedad misma, con cómo se construye un país”, continúa la exlegisladora nacionalista. Además de la elaboración de leyes, el trabajo de la BBF instaló la responsabilidad de monitorear la aplicación de las normas aprobadas.

Conocida y reconocida

“Llegamos al Parlamento para ensanchar caminos. Fuimos consideradas un modelo, porque no era lo común”, apunta la actual senadora Mónica Xavier, quien destaca que en el proceso fueron apoyadas y acompañadas por las académicas y por agencias de Naciones Unidas, como el Fondo de Población y ONU Mujeres.

“Ojalá se pudiera contagiar la experiencia a todas las mujeres parlamentarias”, agrega la también secretaria general del Partido Socialista del Uruguay, tomando en cuenta que hay algunas que no participan todavía de la iniciativa, aunque “Hoy la BBF es reconocida y tiene cosas para mostrar”, que hay que seguir construyendo.

Xavier hizo explícita la ausencia de dos legisladoras que ya no están por precoz fallecimiento: la frenteamplista Susana Dalmás y Martha Montaner, exsecretaria general del Partido Colorado. Recordó también que el Comité Mundial de Mujeres Parlamentarias de la Unión Interparlamentaria pidió compartir la experiencia de la BBF, insistiendo en que sobran razones “para seguir construyendo esto”.

Estrategia de consenso

“Después de 1985 -fin de la dictadura en Uruguay- mujeres de todos los partidos hicieron un diagnóstico, concluyendo que la política aparecía como cosa de varones y se desarrollaba con pautas culturales machistas”, destaca Yanet Puñales, quien ocupó una banca en 1994 por el Partido Colorado.

A su juicio, las legisladoras no pueden estar solas: necesitan el respaldo de la institucionalidad, las empresas, organizaciones sociales, trabajadores, periodistas, estudiantes, entre otros colectivos.

“Formamos algo inteligente, con una estrategia de consenso, no un ghetto, y complementamos la experiencia montevideana con la del interior del país. Porque la política no es sacarse la foto o un minuto en televisión: es la cercanía y la BBF dio espacio al escenario político que querían las mujeres. Y sirvió para demostrar que ellas, cuando se ponen a trabajar en política en igualdad y con solidaridad, pueden lograr muchas cosas”, enfatiza Puñales.

Herramienta, no fin

En el año 2000, Mariela De Marco era suplente del diputado Pablo Mieres (Partido Independiente) y, al igual que Argimón y Puñales, el no ocupar bancas no implicó su alejamiento de la BBF, “que fue posible porque antes existió la Red de Mujeres Políticas, donde ya estaban todos los partidos y el país representado”.

“Nosotras venimos a cambiar el estado de las cosas. La lucha contra el patriarcado la tenemos que liderar nosotras y la BBF es una herramienta política para eso”, afirma convencida De Marco.

Fuente: La República