En el local ubicado en Gorlero se sigue un protocolo estricto.

Adriana Olaza (30) siempre había sido amante de los animales. Por eso, cada vez que podía, ayudaba a aquellos que habían sido abandonados dándoles un hogar transitorio o, si no podía, colaborando con alimentos para los que sí tenían lugar para alojarlos.

Hace un año, junto con su pareja, decidió comenzar un emprendimiento novedoso en Uruguay. Guiándose por experiencias que había visto en otros países, abrió en diciembre del año pasado el local Art Cat Café, en la calle Gorlero, en Punta del Este.

No se trata de una cafetería común y corriente sino que en el interior pueden encontrarse gatos que fueron abandonados y que el público puede adoptar. «Tuvimos que hacer varios trámites con la Intendencia de Maldonado y con la división de Higiene y ellos nos ayudaron también con la parte de Salud Pública», explicó Adriana Olaza.

El protocolo que deben seguir es muy estricto: el lugar donde están los gatos se encuentra totalmente apartado de la cocina y del servicio, y antes de ingresar al negocio los animales deben permanecer un tiempo en cuarentena para confirmar que su estado de salud es óptimo.

En el caso de los clientes, antes de entrar al sector en donde se encuentran los felinos deben lavarse las manos y utilizar alcohol en gel. La puerta debe permanecer siempre cerrada, los gatos tienen que ser tratados de forma delicada y las fotos deben tomarse sin usar flash. Asimismo aconsejan no acariciarles la panza y está completamente prohibido alimentarlos con comida humana. Los niños pueden entrar, pero siempre con un adulto responsable y no se les permite nunca levantar ni contener a los felinos.

Para todos los gustos.
En el Art Cat Café actualmente tienen 8 gatitos bebés y 7 adultos: desde que abrieron ya han sido adoptados 8 animales.

Los clientes tiene varias opciones: los que quieren pueden comer en el mismo lugar que están los gatos, pero estos tienen prohibido subirse a las mesas.

«Estamos tratando de educarlos, por eso pedimos a los clientes que si los animales se suben a la mesa los bajen y, en caso de que se pongan insistentes, que nos llamen a nosotros», contó Olaza.

Aquellas personas que prefieren estar alejadas de los felinos, tienen a disposición cuatro mesas en el exterior y otras cuatro en el interior, en un sector separado.

Pero no todo en el café gira en torno a los animales. En la otra mitad del establecimiento funciona una galería de arte, en donde hay exposiciones de artistas de ambas orillas del Río de la Plata y de Brasil.

Algunos tienen entre 60 y 70 años de trayectoria. Uno de ellos tiene 94 años de edad y pinta desde los 14.

La comida que se ofrece es vegetariana, hay por ejemplo un café con leche de soja; un expreso chico cuesta $ 80, un café latte $ 130 y un capuchino $ 150. Lo más caro, un espectacular sándwich de campo, sale $ 200.

Fuente: El País