El desbordante sandwich uruguayo que a punto de cumplir 70 años cuenta ya con un libro sobre su historia.

El chivito, ese plato que según relata la crónica de Rodrigo García, de la agencia de noticias EFE, “hizo feliz de la vida» al revolucionario Ernesto «Che» Guevara, fue importado a México por el actor Mario Moreno «Cantinflas» e «incomodó» al cantante Joaquín Sabina, está a punto de cumplir 70 años y cuenta con un libro sobre su historia, El chivito: rey de los sandwiches de carne, de Armando Olveira.

«Era una deuda cultural que teníamos. Marcarlo como mojón identitario de nuestro país», apuntó Alejandro Sequeira, responsable gráfico de la obra, en la que se relata con texto e imágenes el devenir de la icónica receta, creada casualmente en 1946 por el propietario del restaurante «El Mejillón» en Punta del Este, Antonio Carbonaro y popularizado después en todo el territorio nacional.

Esta fórmula culinaria cuenta con una fiesta con su nombre y con innumerables imitaciones, con más o menos variaciones, que pueden degustarse en cientos de locales en todo el país.

El chivito nació en una época de gran esplendor para Punta del Este como balneario internacional y como un lugar que vio pasar a las estrellas más importantes del celuloide tras la inauguración en 1951 de su Festival Internacional de Cine.

«El punto obligado para todos ellos era El Mejillón», adonde, como explicó Olveira, llegaron actores de la talla de los mexicanos Mario Moreno «Cantinflas» y Ricardo Montalbán, el francés Ives Montand o la española Lola Flores.

«Un sol enorme, precioso, arena, mar, buenos amigos y el chivito de Carbonaro. ¡Una delicia!», contó Cantinflas en una entrevista al diario El País en 1958 y recogida ahora por el libro dedicado al suculento plato uruguayo.

Según los autores, tanto gustó al comediante, ganador del Globo de Oro en 1956, que decidió llevarse la receta a México, donde la replicó «tantas veces como pudo».

Hasta la isla de Cuba llegó también la receta de Carbonaro gracias a otro estelar viajero: el líder revolucionario argentino Ernesto «Che» Guevara, participante en 1961 de una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en Punta del Este.

«Se terminó yendo prácticamente comiendo chivito todos los días, feliz de la vida», cuenta Olveira, periodista y buen aficionado.

Del pan, la carne y el jamón que integraban la idea original, el chivito acabó derivando, a lo largo y ancho del país, en un proceso acumulativo de ingredientes. Tantos como gustos e inspiración de cada chef y formando una desbordante montaña no siempre apta para los estómagos más delicados.

«Uruguay se merece la canción más hermosa del mundo. Nuestra intención es sacarnos la espinita del año pasado, cuando se me atravesó un chivito que me dio una enorme cagalera», declaró el cantante español Joaquín Sabina en 2010.

Una multitud de entrevistas realizadas al entorno de Antonio Carbonaro, un recorrido por diferentes «chiviterías» de dentro y de fuera del país y cientos de imágenes completan las más de 300 páginas en las que los autores se propusieron explicar paso a paso el origen y las anécdotas en torno a este plato nacional.

Un «me encantaría probar un shivitou» lanzó el vocalista de Aerosmith, Steven Styler, en una entrevista previa a un concierto en Uruguay, mientras que la cantante Norah Jones aseguró no poder «dejar de pensar» en comer uno al acabar un recital en el Teatro de Verano de Montevideo» en 2012.

«Invitamos a muchos chefs, que nos trasmitieron sus versiones del plato», señaló Sequeira al profundizar más sobre el libro y tras explicar la gran popularidad que alcanzó, gracias al boca a boca, la receta de Carbonaro, quien a pesar del éxito de su idea, nunca la registró.

Fuente: El Observador