El galardón reconoció los “20 años de lucha de la comunidad trans en Uruguay”, así como también a la película por su mirada “íntima y poderosa”.

Las avenidas son anchas, pensadas así para acomodar a varias filas de tanques de guerra. Por fuera, los edificios aún conservan la frialdad de una lucha que nunca fue y que partió al mundo en dos. Pero por dentro, han vivido renacimientos, transformaciones y se han llenado del calor de la creatividad que hoy los habita. Esto es Berlín 2015, en el 65º festival internacional de cine.

Mejor conocido como la Berlinale, los osos en 2D dan la bienvenida a un edificio deliciosamente retro que hoy servirá de escenario para El hombre nuevo. No el del Che Guevara, no los de la guerra fría, sino uno que vive en Montevideo. Uno que camina las calles de la capital uruguaya todos los días con una historia que pocos se habrían imaginado.

Es una historia que Aldo Garay se ha tomado el trabajo de contar. El director, con la producción de Cordón Films, acaba de estrenar en el país teutón su última obra: El hombre nuevo. El documental retrata la historia de Stephania, una mujer trans nacida Roberto que emigra de su Nicaragua natal a los 7 años –adoptada por una pareja de militantes tupamaros– para pasar por la militancia política revolucionaria, la indigencia y una vida en los márgenes de la sociedad montevideana.

Tras verla restablecer contacto con su familia biológica, Garay la sigue de vuelta a Nicaragua para el reencuentro con hermanos y padres, y el cierre de una enorme incógnita familiar en su vida.

Las drogas, el manejo cotidiano de armas y violencia, la prostitución y la discriminación han formado parte de la vida de Stephania, cuya historia se ha convertido en un relato casi inverosímil para la mayoría de quienes la han conocido.

Cuenta Garay que conoció a Stephania hace 25 años, cuando apenas comenzaba a asumir su identidad definitiva de mujer y habiendo recién cortado relación con sus padres adoptivos.

Como detalle a lo Richard Linklater, en la película aparece material de archivo, grabaciones realizadas por el mismo Garay de su sujeto 20 años atrás. La transformación de la protagonista no pasa desapercibida: desde lo físico hasta lo que se transmite en gestos, en expresiones, el director muestra un arco de mutación de un personaje muy real.

Prescindir de las palabras para comunicar conceptos es una de las virtudes del séptimo arte, una habilidad que manejan bien Garay y su director de fotografía, Diego Varela, en el relato de una mujer dividida, solitaria y endurecida. El documental narra una realidad menos que glamorosa con un lenguaje visual y cinematográfico contundente, acompañado de una banda sonora compuesta para la película por Daniel Yafalián, colaborador de Garay en proyectos anteriores, que es delicada y removedora.

No en vano El hombre nuevo ganó ayer el premio Teddy a mejor documental con temática LGBT, un galardón entregado en el marco de la Berlinale que reconoció los “20 años de lucha de la comunidad trans en Uruguay”, así como también a la película por su mirada “íntima y poderosa”.

Entre antiguas arañas de cristal y una vista privilegiada a la torre de telecomunicaciones de Berlín, El Observador habló con Aldo Garay en medio del revuelo de uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo.

El tema trans ha estado en el tapete en 2014. ¿Puede ser que El hombre nuevo forme parte de la ola de concientización sobre esta comunidad?
Se habla mucho de la agenda de derechos, pero esta película yo creo que corre en paralelo a eso. Porque no es una película activista desde el punto de vista de la reivindicación trans, porque ni ella lo dice ni la película lo marca en ese sentido. Lo que acá estamos viendo son muchas historias. No es solamente el hecho de ser trans. Acá estamos hablando de abusos, de madres y padres que no se hacen cargo, del abandono, del fracaso ideológico del proyecto de la construcción de un hombre diferente. Hay muchas cosas. Y quizás en el conjunto de todas estas cosas la agenda de derechos pueda entrar dentro. Me parece más interesante que cada uno que se enfrente con esta película y tome el punto que quiera.

¿Cómo ha sido la experiencia de estrenar en la Berlinale?
Se agotaron los tickets en la primera proyección y en la segunda la sala estuvo prácticamente repleta. La interacción y el intercambio con el público ha sido muy bueno, muy distinto. Hubo cosas muy novedosas para mí, como que hayan visto un paralelismo de ese hombre nuevo con la Alemania oriental, por ejemplo. Hay algo que está bueno que hace que el relato no quede encasillado solamente en una sensibilidad o en unos códigos de entendimiento y comprensión en Uruguay, sino que son mucho más universales. Creemos que por lo cotejado hasta ahora con el público, que es un relato universalmente entendible y que, algo que siempre pretendimos desde el comienzo, además de contar la historia y de ser claros, hay un desarrollo emocional sostenido. La película trabaja sobre las emociones.

Función entre aplausos
La película termina con el mismo contexto, las mismas calles de Montevideo con las que empezó. Del otro lado del mundo, las cortinas doradas se cerraron en una sala de proporciones soviéticas y, de las 700 butacas, ascendieron los aplausos que llevaron a Garay de nuevo al escenario para agradecer al público.

Una vez vaciado el salón, se acercó un grupo de estudiantes alemanas al director. Le agradecieron profusamente y exigieron saber qué pasó con Stephania, cómo seguía la historia. Es que en el documental como en la realidad, su historia no cierra perfectamente. La vida no es así.

El premio recibido

El jurado de los premios Teddy, al entregar el galardón a mejor documental a El hombre nuevo, de Aldo Garay, explicó: “Este premio está reconociendo 20 años de lucha de la comunidad trans en Uruguay a través de la historia de una mujer trans sin victimización, que se niega a ser marginada a pesar de sus circunstancias. Esta película muestra la tensión entre la religión y el género y la identidad sexual en América Latina de una manera que es íntima y poderosa a la vez. Y retrata la historia de esta notable activista, maestra, revolucionaria hermana e hija que es parte de este tiempo pero que también está por delante de él”.

Fuente: El Observador