Artistas de todo el mundo integran el Museo del Origami, el primero de las tres Américas y el segundo del hemisferio occidental. Funciona desde el pasado 24 de enero en el Barrio Histórico.

«Es el museo más raro del mundo”, escribió el artista Paul Jackson en Facebook al referirse al Museo del Origami de Colonia del Sacramento. Dedicado a difundir el antiguo arte de plegado del papel, se trata del primer museo de este tipo que existe en las tres Américas y el segundo del hemisferio occidental.

Saber cómo llega un museo de estas características a instalarse en Colonia es toparse con la vida de Laura Sofi, una mujer que se define como una ciudadana del mundo. “Tengo pasaportes de todos lados”, cuenta entre risas.

Su primer contacto con el origami lo vivió en Mar del Plata, adonde iba a veranear con su familia cuando era chica. “Tenía cinco años cuando me ocurrió algo que me quedó grabado. Pasó una chica y me hizo un pajarito que batía las alas en papel. Quedé fascinada y le pedí a mi mamá que me lo hiciera”, recuerda. Su madre no pudo cumplir con su deseo, pero tiempo después, guardando cama para recuperarse de una típica enfermedad infecciosa infantil, recibió de su hermana como regalo un libro para hacer origami. Cuán grande fue su sorpresa cuando se encontró con el pájaro que la había enamorado.

“Me quedé una semana en la cama, mientras mejoraba, tratando de entender qué eran los diagramas y aprendí sola. Es algo un poco extraño que un chico se dé cuenta de cómo leer diagramas, es como si leyeras la partitura de música sin que nadie te enseñe. Pero lo saqué y a partir de ahí fue mi pasión”, dice Laura sobre una técnica que en esa época era “lo más extraño del mundo”.

Esa pasión se fue alimentando con los libros que le traía su tía de Estados Unidos hasta que le tocó a ella viajar a ese país y vivir allí durante muchos años. Antes se recibió de bióloga y se dedicó a los pájaros, hasta que apareció la oportunidad de trabajar en divulgación científica, lo que la convirtió en periodista especializada en la materia. Primero lo hizo en Argentina y luego en los Estados Unidos. “Eso me sirvió mucho para conceptualizar la narrativa del museo”, destaca.

Ya instalada en el gigante del norte se contactó con gente especializada en origami y se convirtió en editora de la revista de la organización Origami USA, tarea totalmente voluntaria que desarrolla desde hace diez años.

La inquietud por crear el museo le llegaría en 2009, luego de ver un documental realizado por la artista, música y astrofísica Vanessa Gould que “me dio vuelta la cabeza”, confiesa. “Mostraba a los artistas en la parte humana y en la parte artística. Matemáticos, biólogos… gente de distintas disciplinas que incorporaban su saber científico al arte del origami. Ahí fue que pensé por primera vez: ‘esto tiene que ser mostrado de una forma conjunta; aislado es muy lindo, pero en conjunto dice otra cosa’”, recuerda.

No había museos del origami en ese momento, sí había exposiciones. “Un museo te presenta las piezas de una manera tal que vos entiendas el porqué de una técnica, el porqué de cierto tipo de arte y cómo fue la evolución. Esa era mi idea y llegar a mostrar lo que se hace hoy en día. Hubo un salto cualitativo a mitad del siglo XX, lo que se hacía antes de esa época no tiene nada que ver con lo que se hizo y se está haciendo ahora en origami”, explica.

En Uruguay.
El sueño del museo finalmente se concretaría diez años después, en Colonia del Sacramento. A Laura le pareció que una iniciativa así, de pequeño museo, se perdería en países como los Estados Unidos o Buenos Aires, donde parece haberlo todo.

“Amo el Uruguay y Colonia para mí tiene esa imagen de un lugar donde la gente viene a descansar, viene por el día, hay museos, hay mucha cultura… me pareció bárbaro para probar”, detalla la creadora del museo que abrió sus puertas el pasado 24 de enero con muy buena repercusión.

“La gente te dice ‘no tenía idea’, ‘aprendí un montón de cosas’, ‘nunca me hubiera imaginado esto’. Yo no sé si tendría la misma respuesta en un lugar donde hay mucho barullo”, señala sobre un emprendimiento que ha llevado adelante a puro sacrificio junto a su esposo. “No íbamos a cenar afuera o no viajábamos por ahorrar para el museo”, cuenta.
Hoy ingresan al lugar entre veinte y treinta personas por día pagando una entrada que cuesta 50 pesos y es gratis para menores de 12 años que vayan con un adulto. La idea es, ahora que empiezan las clases, extender la visita a todos los institutos de enseñanza que así lo soliciten. También comenzar a dictar talleres con el objetivo más grande de abrir una escuela del origami.

En cuanto al museo, cuenta con una sala permanente dedicada a la historia del plegado del papel; salas con objetos contemporáneos y aplicaciones del plegado en la ciencia y el diseño industrial y textil, y videos con información complementaria. Las descripciones están en español, con traducciones al inglés y el portugués, y en las vitrinas hay códigos QR que permiten acceder a las traducciones en línea. Además, hay una biblioteca especializada, una tienda de souvenirs, libros y papeles especiales para hacer origami.

No hace un mes que el sueño de Laura se hizo realidad y ella no para de proyectar. Le gustaría que el formato se replicara también en otros países. “En el mundo del origami yo soy una del montón haciendo algo medio raro en un país que pocos conocen”, señala quien, de cuando en cuando, si encuentra tiempo, sigue haciendo sus figuras en papel plegado.

Licenciada Laura Sofi
La directora del museo es bióloga de profesión. Es miembro de la organización Origami USA y editora voluntaria de su revista desde hace diez años.

Obras de artistas de todo el mundo se mezclan con piezas de origamistas uruguayos
El museo cuenta con más de 150 obras en exhibición de artistas de todo el mundo (Rusia, Polonia, EE.UU., Francia, Italia, Israel, China Brasil, etc.).

Para ello, la licenciada Laura Sofi, directora del museo, ha contado con la colaboración de gente como la iraní Meher MacArthur, experta en arte oriental y curadora de numerosas exposiciones. “Muchas piezas que hoy forman parte del acervo del museo, son piezas que Meher me ayudó a reunir a lo largo de los años. La idea es mostrar lo mejor de cada artista”, explica Sofi. Es así que hay dos piezas de Erik y Martin Demaine, parte de una serie de la cual el MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) tiene otras tres. También hay presencia uruguaya, como el caso de Román Díaz, considerado entre los principales origamistas del mundo, y las diseñadoras Lucía Benitez y Mercedes Arocena, cuya colección de moda en origami llegó a las pasarelas de Europa. “Hay piezas de los origamistas más importantes del mundo, personas que vienen desde distintas áreas. Hay matemáticos, físicos, biólogos, ingenieros…”, destaca Sofi y aclara que, si bien origami es una palabra de origen japonés, no ha sido posible determinar si este arte nació en ese país.

Lugar y horario
El Museo del Origami está ubicado en Ituzaingó 131, Barrio Histórico de Colonia del Sacramento. Abre de martes a viernes, de 14 a 18:30; sábados y domingos, de 10:30 a 13, y de 15 a 19 horas.

Fuente: El País