La innovación tecnológica se expande en el medio rural con las agtech, y una nueva edición de la Hackathon Agro en la Expo Prado se suma a esta tendencia.

Escribe: Florencia Pujadas

Los drones que sobrevuelan las áreas sembradas. Las cámaras de celulares que toman imágenes en los viñedos. Los sensores terrestres y el comercio electrónico. La tecnología utilizada en la agricultura de precisión. Allá, en el campo, cada vez aparecen más herramientas para las operaciones del sector agropecuario.

Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en América Latina y el Caribe hay más de 450 emprendimientos dedicados a buscar soluciones tecnológicas para los problemas y desafíos que enfrenta la industria de la agricultura y la alimentación. Estas startups se agrupan bajo el nombre agtech y serán los responsables de cambiar la forma en que se producen alimentos.

«La mejor convergencia tecnológica, sumada a las demandas del consumidor -que cada vez es más exigente- y a la presión medioambiental, obliga a tener prácticas agrícolas más eficientes y sostenibles», cuenta Ana Castillo, experta del BID Lab. Según la coautora del informe que se presentó en julio, la ola de innovación de las agtech está potenciada por un campo fértil que permite su expansión. Hay un soporte creciente de incubadoras, aceleradoras y fondos de capital emprendedor en la región. «Las agtech combinan distintas disciplinas, tienen un fuerte componente emprendedor y apoyos públicos o privados. Van a continuar creciendo», dice Castillo.

Encuentros y competencias innovadoras. En Uruguay, el ecosistema emprendedor está en continuo crecimiento. El escenario está marcado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la Agencia de Desarrollo (ANDE), que trabajan con proyectos vinculados a la promoción del desarrollo y la innovación. Además, el país está ubicado estratégicamente; su cercanía con Brasil y Argentina, dos grandes potencias agrícolas, lo posicionan como un buen prototipo de la región, una condición que trae inversiones y oportunidades.

Hace unos meses, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) hizo un llamado para los interesados que presentaran soluciones a problemas detectados en la avicultura, apicultura y suinos. Financiados por el Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria, los proyectos mostraron las necesidades de cada sector. Por ejemplo, en la apicultura la prioridad está en la presencia de agroquímicos en la miel, el mejoramiento genético de las abejas y el control de las varroasis (enfermedad producida por un tipo de ácaro), mientras que en la avicultura se busca gestionar y valorizar los residuos orgánicos, hacer un manual de buenas prácticas para acceder a mercados más exigentes y estudiar enfermedades infecciosas con impacto productivo. En el caso de los suinos, además, se necesita analizar la calidad de insumos usados y la coinnovación para el desarrollo de sistemas de producción de cerdos en predios familiares. Según los expertos, las necesidades están sobrediagnosticadas, solo hace falta una acción, que cada vez está más vinculada a las agtech.

La Rural del Prado también es un ejemplo de convivencia entre tradición e innovación. Se venden productos agropecuarios, se presentan nuevas maquinarias agrícolas, y los avances tecnológicos se mezclan con los animales en pie. En medio de este clima de integración se realiza la Hackathon Agro, una competencia entre equipos de investigadores, expertos en agro y emprendedores, organizada por ANDE, Embajada Británica, Asociación Rural del Uruguay (ARU) y la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI). Esta será la cuarta edición que se llevará a cabo el sábado 14 y domingo 15 en el Pabellón Multiespacio). «Es una muestra de cómo un sector tradicional tiene el potencial de seguir trayendo nuevas formas de negocios», dice Sergio Delgado, director de Fundación Da Vinci y coordinador de mentores de la hackathon.

Una ola de innovación. Big data, inteligencia artificial, robótica y Machine Learning. Es probable que pocas personas vinculen estos términos al sector agropecuario. Sin embargo, estas herramientas son cada vez más utilizadas en el agro para agilizar procesos y modernizar sus estructuras. La mayoría de estas aplicaciones están vinculadas a los emprendimientos agtech, que se expanden de forma ininterrumpida. De hecho, más de la mitad se crearon en los últimos cuatro años.

Según el informe Mapa de las Innovaciones Agtech en América Latina y el Caribe, publicado por el BDI en julio, las startups pasaron de ser 64 en 2005 a 357 en 2018: 51% está en Brasil, 23% en Argentina y 18% en la región andina. Recién el 5% se divide entre Uruguay -con 19 agtech- y Paraguay.

El documento indica que el liderazgo de los emprendimientos brasileños y argentinos se debe a diversos factores: tienen mercados locales de gran escala, ecosistemas favorables por su base tecnológica, una masa crítica de profesionales dedicados a la agricultura extensiva y una mayor especialización.

La innovación agtech surgió con emprendimientos que buscaban soluciones generalistas y amplias para los productores. Pero la tendencia actual es seguir procesos de especialización. Así, los emprendedores identifican con mayor precisión las necesidades básicas de cada sector y desarrollan medidas más ajustadas a los casos. Muchos se dedican a los cultivos extensivos con innovaciones en agricultura de precisión, desarrollo de productos biológicos para la nutrición, el control de enfermedades y plagas, además del software de gestión y lugares de compra y venta de insumos y productos.

Otros tantos se enfocan en los cultivos permanentes y la ganadería, que son el objetivo principal de las startups en Uruguay. Las innovaciones locales, de hecho, tienden a centrarse en la agricultura y la ganadería (42%) y los cultivos extensivos en menor medida (16%). «Cada país es especialista en sus rubros más competitivos. No extraña que en Uruguay haya soluciones dirigidas al sector ganadero. Todavía son poquitos. Es un área que tiene mucho para crecer y explorar», asegura Castillo.

Un desafío para el futuro. Aún es temprano para asegurar que las agtech serán las grandes transformadoras del sector agropecuario, pero los expertos dicen que la innovación tecnológica unida a los nuevos modelos de negocio reestructurará el futuro del agro. Los nuevos sistemas de producción modificarán la demanda laboral en algunas zonas y se necesitará construir un perfil más capacitado. «Es una oportunidad para generar fuentes de trabajo más calificadas. Este sector especial necesita una combinación de muchos saberes. Hace falta tener conocimientos tradicionales, digitales, ciencias de la vida, automatización, robótica», dice Castillo. Así que se puede vaticinar un acercamiento de los jóvenes al trabajo rural del futuro.

El informe del BID también indica que la mayor disponibilidad de información sobre el clima, las demandas y recomendaciones agronómicas podrán empoderar a los pequeños y medianos productores rurales. Se espera que la capacidad de procesar y convertir recursos útiles cree nuevos mercados, y aumente el valor de los subproductos o desechos de la industria de la agricultura y la alimentación.

El futuro estará vinculado al big data y la agricultura, que hoy aparece en al menos 137 de las agtech en la región. También se seguirá usando la tecnología móvil para acercar las innovaciones al sector. Los expertos dicen que «es evidente» que el progreso vaya de la mano de la incorporación del Internet de las cosas, la robótica y la inteligencia artificial. Pero aseguran que el impacto alcanzará a los pequeños productores. Esta población -que es la más vulnerable- suele estar en situaciones de mayor pobreza, en zonas de acceso limitado y en condiciones más críticas; tienen menos formación y pocos recursos económicos para adquirir y contratar nueva tecnología. «Poder alcanzar al sector productivo es de los desafíos más grandes. Pero de la mano de ‘estructuradores’ de la demanda de tecnología, como empresas ancla, cooperativas u organizaciones de productores pueden ser una vía», anticipa Castillo. El informe del BID asegura que los trabajadores rurales se podrán empoderar con más financiamiento y acceso a mercados de comercialización en condiciones justas. Pero todavía falta un largo camino por recorrer.

El rol de las agtech en América Latina y el Caribe aún es limitado; corre detrás de otras regiones. Pero el campo y la tecnología ya dejaron de estar en un acercamiento y pasaron a una relación estable. «Creemos que estas innovaciones tienen el potencial de transformar las cadenas de valor agrícola, ya sea porque ayudan a mejorar el valor capturado por los productores, en mercados más justos y confiables, y mejorar la performance del mercado», dice Castillo. El camino, dicen los expertos, es por ahí.

HACKATHON AGRO: CON LA MIRADA HACIA EL FUTURO
Los objetivos son claros. Desde que se presentó su primera edición, la ?Hackathon Agro busca fomentar el emprendimiento y la innovación en la producción agropecuaria. Es una competencia abierta para equipos de investigadores, estudiantes y expertos en información, agro y negocios. «Se trabaja en una maratón creativa para aportar soluciones preliminares a problemas concretos del agro», dice Sergio Delgado, coordinador de los mentores que ayudan a los competidores.

Las reglas son sencillas: los interesados -esta edición ya cerró sus cupos- se pueden inscribir solos o en grupos. Los que no tienen equipo son distribuidos por el comité organizador con personas de distintos perfiles. «Pedimos que en cada grupo haya una persona con un perfil agro, una de negocios y otra de tecnología, y seguimos el mismo criterio cuando están solos», dice Delgado. Se puede inscribir cualquiera con más de 18 años, sin costo.

El reto consiste en presentar un modelo de negocio y un producto viable o su prototipo para resolver determinado problema agropecuario con el uso de la tecnología. Pero ninguno sabe el desafío hasta el día anterior, para no tener una ventaja sobre el resto. La hackathon dura dos días, los equipos cuentan con mentores especializados para quitarse dudas y son evaluados por un jurado. Tienen que preparar un presentación final y el ganador del primer premio recibe un viaje a la REAP Conference, un encuentro internacional del sector agtech en Inglaterra.

En las ediciones anteriores, los retos -ideados por el Instituto Plan Agropecuario- estuvieron vinculados a la producción ovina, los cultivos agrícolas y el control de la maleza Capim annoni. Como resultado se planificaron estrategias para el desarrollo de una herramienta «perro de guardia virtual», para defender a las ovejas y corderos de predadores como zorros y jabalíes. La herramienta tenía que permitir una identificación georreferenciada, mostrar las pérdidas y los problemas ocasionados. El segundo desafío estuvo relacionado con la baja disponibilidad de agua en el perfil de suelo en verano. Y el último debía ser una estrategia para el reconocimiento y control de Capim annoni, una maleza que ingresó a Uruguay por la frontera con Brasil. Su semilla viaja en las ruedas de los vehículos y disminuye la producción del campo natural porque mata a las especies nativas cercanas. «Los proyectos tomaron distintos caminos. Esta oportunidad es un fuerte estímulo y cachetada para ver cómo resolver casos reales», dice Delgado. La próxima edición de la hackathon será este sábado y el domingo en la Rural del Prado.

UN CAMPO CON POCAS MUJERES
La cultura rural latinoamericana tiene una fuerte tradición masculina. De hecho, las mujeres suelen aparecer en pequeñas producciones y actividades vinculadas a la alimentación familiar. Esta tendencia también se traslada a los emprendimientos agtech, el conjunto de innovaciones tecnológicas que buscan soluciones a problemas y desafíos en el sector agropecuario. Tan solo 11% de los equipos cuentan con mujeres cofundadoras.

Fuente: Revista Galería