Luego del boom de Los Buenos Modales, el MC salió con su disco solista Aguafiestas, que tocará en Córdoba y en Buenos Aires.

Aunque el acento andaluz aún se deslice entre algunas de sus oraciones, Diego Arquero, el rapero sensación en la otra orilla del Río de la Plata, afirma con beatitud que ya dejó de ser el “gallego” de la música urbana que se cocina a fuego vivo en el Uruguay del siglo XXI. “Durante muchos años cargué con eso”, evoca el artista nacido en Sevilla. “Antes tuve una banda y cuando cantaba rock sonaba más español que al momento de rapear. Son muchos años de estar en la movida y ya nadie lo cuestiona ahora, pero al principio fue medio bravo ser el extranjero. Yo soy uruguayo: mi carrera la hice allá. No importa tanto el lugar en el que naciste, sino de dónde te sentís.”

A pesar de que no dudó en tirar el ancla del arraigo en el terruño paterno, el músico que cambió el filo de la guitarra por el shuriken del flow todavía puede desdoblarse para mirar con perspectiva foránea lo que otros no ven. “En Uruguay hay muchas libertades que la gente no valora. Incluso más que en Argentina y España.”

Arquero está de vuelta en Buenos Aires para promocionar su proyecto solista, luego de estrenarse en setiembre de 2018 en los escenarios porteños con su banda, Los Buenos Modales, como acto de apertura de los recitales de No Te Va Gustar en el estadio Obras Sanitarias. “Los Buenos Modales es un proyecto de producción para el que se juntaron raperos. Se compartió una carpeta de Dropbox con instrumentales, y cada uno escribió lo que quería”, explica el MC de este laboratorio musical hilvanado por los DJs Pan y Dubchizza, cuyo álbum debut epónimo lo convirtió en el grupo revelación de la escena uruguaya en 2016.

“A la gente le gustó, y fueron ellos mismos los que nos convirtieron en una banda por la demanda de shows. Todos los integrantes, en paralelo, tenemos nuestros propios proyectos. Y no dejó de ser así en estos cuatro años. Tomá en cuenta que mi lugar para expresarme en un grupo de diez personas no es el mismo que en una situación solista. Tengo menos tiempo de letra y menos poder de decisión.”

Aguafiestas (2018) es el primer álbum solista del artífice, quien apeló por un álter ego que, por más que se desprenda de su apellido, no representa su naturaleza musical: es que su verso alude más a la figura del 9 en la cancha. “Soy un militante de la expresión”, dispara Arquero en un bar de Palermo.

“No creo que un rapero tenga que ser alguien de clase baja o un contestatario político. Si sos de la alta sociedad y cantás acerca de eso, lo que nunca escuché hasta ahora, es creíble siempre y cuando sea real. A veces el término real tiene la connotación de marginal, y la palabra es literal: real es lo que es real.”

Pero este disco, sucesor de los EP Obras póstumas y Áspero, se comporta como una bitácora de la cotidianidad. “A pesar de que la manifestación del yo es una regla dentro del género, no todo lo escribo desde ese lado. Aguafiestas tiene canciones para divertirse y otras más profundas. Yo lo que hago es rapear, y ese acto es hablar con rima sobre una instrumental. No estoy casado con la bandera del hip hop ni lo vivo como cultura.

A pesar de que su flow remita a glorias de la doble hache española de los noventa del tamaño de 7 Notas 7 Colores, la métrica de Arquero, por más increíble que parezca, tiene otro origen. “Mi escuela siempre fue muy rockera, del flamenco y de la copla. Me gusta mucho investigar”, revela quien a los 12 años cambió a Joaquín Sabina y a Extremoduro (banda icónica del rock barrial a la española) por el hip hop.

“Si fuera un instrumento, sería una batería. Pienso el ritmo que me gustaría hacer sobre lo que escucho, y eso lo traduzco luego a una letra. Al principio no le daba tanta importancia a la música, pero eso cambió.” De lo que da fe su disco debut en plan unipersonal, sostenido por pistas manufacturadas por un puñado de beatmakers, que van del jazz al trap, pasando por el house y el funk, como el hit del álbum: Clonazefunk. “Es lo mismo que trato de hacer en los shows: balancear y crear climas que sean medio montaña rusa. Lo hace más dinámico. Por eso el repertorio está marcado por los estados de ánimo, para que el escucha no se aburra.”

A partir de la aparición de Aguafiestas, la música urbana uruguaya consolidó el punto de inflexión que vino a establecer en la escena de ese país. “Veo que la gente lo entiende. Si no, no sucedería este boom”, conjetura este artista de 25 años que en su más reciente tema, Sencillo (2019), tiene como invitado a Julián Kartun, cantante de El Kuelgue. “Estamos trabajando bien. Somos conscientes de que el público uruguayo es muy arcaico, y venimos a romper con eso, por más que no tengamos masividad.”

Aunque Eli Almic y Arquero se transformaron en los solistas fundamentales de esa avanzada, los proyectos grupales son los que acaparan la atención del público. “Debido a que no hubo allá una ebullición del freestyle, es lógico que el modelo de rapeo sea más parecido al de una banda de rock, con canciones estructuradas con guitarras. Los Buenos Modales, Dostrescinco, AFC y La Teja Pride somos las bandas que más están cortando tickets en Uruguay en este momento. Me siento parte de esa corriente generacional.”

* Arquero tocará el sábado 16 de noviembre en el Festival La Nueva Generación, en Córdoba; y el jueves 21 y el viernes 22 de noviembre abrirá los shows de La Vela Puerca en El Teatro de Flores.

Fuente: Página 12