Jennifer Sosa, Belén Aquino y Juliana Viera crecieron junto a una pelota y a partir de esta tarde lograrán un gran anhelo: disputar un Mundial de fútbol con la camiseta de Uruguay.

Jennifer Sosa caminaba hasta la canchita de la mano de su padre. Por lo general era a la mañana y al llegar se encontraba con algunos latinos jugando fútbol.

Héctor armaba un arco con algo que encontrase cerca y empezaba el entrenamiento. Jennifer se dejaba llevar, se distraía, se olvidaba de aquel incendio que les había destruido su casa ubicada en el Bronx. Así empezó su carrera en el fútbol: como un medio de distracción.

Hija de uruguayos que emigraron a Estados Unidos, se crió alentando a la Celeste y comiendo asado. Y de chiquita le enseñaron lo que era la «garra charrúa». Por eso, unos años más tarde y luego de haber iniciado su carrera en un club americano, no dudó en aceptar la oferta de cuidar el arco de la Selección.

Juliana Viera, hija de un reconocido árbitro de fútbol, siempre estuvo cerca de una pelota. Desde su niñez y en cada Navidad repetía el ritual: pedirle a Papá Noel una camiseta de alguno de los equipos de moda.

Uno de los festejos más felices, según recuerda, fue aquel en el que abrió uno de los envoltorios y vio que se había cumplido su deseo. Al fin tenía su deseada camiseta de Alemania.

Ahora a Juliana la camiseta que le quita el sueño es otra: la celeste, de la selección uruguaya, que usará esta tarde en el debut en el Mundial femenino sub 17.

A Belén Aquino la pelota le gusta desde chiquita, así que siempre se entreveró en los partidos de sus hermanos varones. A su mamá no le gustaba demasiado, tenía miedo a que la golpeasen por ser niña, pero Belén daba batalla, y se acuerda de haberles «pasado el trapito» alguna que otra vez.

Ahora Belén se pone la 18 celeste y patea al arco con fuerza mientras su familia la alienta desde afuera de la cancha.
Jennifer, Juliana y Belén son tres de las integrantes de la selección uruguaya, que esta noche se enfrentará a Ghana en el Estadio Charrúa. Las tres chicas rompieron los prejuicios, demostraron que el fútbol no tiene género y esta tarde cumplirán el sueño de la piba.

Fuente: El País