Diego Forlán se desvinculó de Inter de Porto Alegre para jugar en el Cerezo Osaka de Japón hasta diciembre de este año; El gobierno nipón, que busca darle relevancia a la liga, le pagará un porcentaje del sueldo.

Diego Forlán es diferente. Eso es una realidad. El delantero uruguayo es dueño de una inteligencia superior a la media y se convirtió en la excepción que confirma la regla, en un mundo futbolero tan contaminado como conformista.

La historia de Forlán no es la típica novela del paradigma del esfuerzo. Diego no se crió en un contexto crítico, no gambeteó hasta los pozos de un potrero embarrado, ni tuvo que salvar a su familia de la pobreza con sus goles de fantasía. Más bien todo lo contrario.

El uruguayo nació en Carrasco, estudió en los mejores colegios del país y la disciplina impuesta por sus padres jugó su partido. Diego no nació genio, fue producto de horas de trabajo y entrenamiento, de pegarle a la pelota con las dos piernas hasta el cansancio, bajo la mirada de su padre, según el propio futbolista lo cuenta en su libro: “Uruguayo”.

El delantero de la selección rompió todos los moldes del prototipo de jugador de fútbol nacido en Uruguay. No era igual y lo sabía. De Peñarol se fue estando en juveniles porque “no tenía chance. Sabían que era de Carrasco, decían que era el hijo de Forlán y no tenía necesidad”, le dijo el jugador al programa Las Voces del Fútbol de AM1410, el 7 de noviembre de 2012.

Políglota por excelencia, Forlán se maneja tan bien dentro de una cancha como en una conferencia de prensa. Habla cinco idiomas: castellano, inglés, italiano, francés y portugués, lo que le permitió responder sin traductor cuando fue presentado en Independiente de Avellaneda, Manchester United, Villareal, Atlético de Madrid, Internazionale de Milán e Inter de Porto Alegre.

Hábil para literatura, historia y filosofía según cuenta en su libro, deberá aprender japonés para no romper el ritual conferencista.

A los 31 años (en 2010), y cuando muchos futbolistas de su estilo meditan el retiro para disfrutar las mieles del éxito, Forlán vivió su mejor momento profesional.

El uruguayo fue en dos ocasiones el goleador de la Liga de España, sin darse el lujo de jugar en Real Madrid o Barcelona. En 2005 con Villareal y en 2009 con Atlético de Madrid, el rubio se cansó de perforar redes y dejar arqueros masticando rabia.

Además se dio el gusto de consolidarse como uno de los jugadores más representativos del proceso de Óscar Tabárez y convirtió cinco goles en la última Copa del Mundo, para que Uruguay alcanzara el cuarto puesto luego de 40 años. La FIFA lo nombró mejor jugador del torneo y pudo sellar su pasaje al fútbol italiano.

El embajador de Unicef desde 2005 no tuvo un buen rendimiento en Italia y cambió un Inter por otro: llegó a la entidad de Porto Alegre en julio de 2012.

Con contrato vigente hasta junio de 2015, Forlán decidió romper el vínculo para buscar una oportunidad que le garantice el protagonismo necesario para llegar al Mundial en óptimas condiciones. Luego de que Botafogo saliera al cruce del uruguayo, los dólares prometidos por el mercado japonés pesaron más.

“El contrato es por un año y medio (NdeR: Diego informó en su cuenta de Twitter que es hasta diciembre de 2014) por un dinero que es imposible de rechazar” le confió Pablo Forlán, padre de Diego, a El Observador.

Forlán llegará como una apuesta del gobierno japonés, que pagará un porcentaje de su salario, para impulsar la liga local.

El Cerezo Osaka es un club fundado por la compañía de camiones Yanmar y terminó cuarto en el torneo doméstico, detrás de Sanfrecce Hiroshima, Yokohama Marinos y Kawasaki Frontale. El club tendrá doble competencia, ya que disputará la Liga de Japón y la Copa de Campeones de Asia.

El delantero llega a Japón sin costo por la transferencia, pero a lo largo de su carrera por el delantero uruguayo los clubes pagaron casi € 40 millones: Forlán dejó Independiente de Avellaneda a cambio de € 11 millones para pasar a Manchester United. El modesto Villareal lo compró a los ingleses por € 3,2 millones y luego Atlético de Madrid pagó € 21 millones por su ficha. Del colchonero se fue a Italia por € 4,3 millones y de ahí sin cargo a Inter de Porto Alegre.

La nueva temporada comenzará el 24 de febrero y a sus 34 años, Diego tendrá otro reto oriental.

Fuente: El Observador