En un reciente ranking del periódico inglés The Economist, el Himno de Uruguay quedó ubicado en el tercer puesto de los más lindos del mundo.

Si bien se dice que suena a una obertura de una ópera de Rossini, se lo define como un recordatorio de los nacionalismos extendidos fuera de Europa durante el siglo XIX, con una exuberancia difícil de superar.

El de Sudáfrica encabeza la lista y el segundo es el de Rusia. En cuarto lugar, detrás del himno uruguayo, aparece el de Brasil.

En el año 2008, en la previa de los Juegos Olímpicos de Beijing, el diario inglés The Guardian había elegido al himno de Uruguay entre los mejores diez del mundo, entre 205 participantes.

Hasta entonces primaba el resultado de otro ranking mundial que tenía en primer lugar a La Marsellesa de Francia y al himno nacional en segundo puesto. Para el crítico Alex Marshall, «el himno uruguayo es una de las piezas clásicas más eufóricas que haya escuchado nunca. Los trompetas tocan crescendos en falsos finales durante cinco minutos, pero de alguna manera funciona».

En 2012, el diario Telegraph decidió invertir la propuesta de The Guardian y seleccionar los himnos más feos de los países que participaban de los Juegos Olímpicos de Londres. El uruguayo otra vez dijo presente.

Se dijo entonces que es «el himno más largo del mundo, con 105 compases que duran seis minutos», y se recordó enseguida que está basado en una ópera de Donizetti e incluye «la feroz línea: ¡Tiranos temblad».

La música del himno de Uruguay se aprobó por decreto el 26 de julio de 1848. y oficialmente se atribuyó a Fernando Quijano (1805-1871), militar, actor y músico. Pero los especialistas opinan que la melodía en la cual intervino también Francisco José Debali, educado en Italia, es muy similar al concertante del prólogo de la ópera Lucrezia Borgia, de Gaetano Donizetti.

La música actual se ejecutó por primera vez el 18 de julio de 1845, en la Casa de Comedias de Montevideo, en plena Guerra Grande.

Fuente: El País