Ideas de vanguardia para todos los presupuestos encontramos en el hogar-estudio de la arquitecta uruguaya Gabriela Pallares. Y un plus: la anfitriona experta nos marca el mapa con las novedades de diseño que no hay que perderse en una escapada al otro lado del río.

Desde la casa chorizo que eligió reformar (después de ver más de 40 propiedades), la arquitecta y diseñadora Gabriela Pallares maneja su impactante sitio web Ministerio de Diseño,  escribe columnas especializadas para el diario El Observador de Uruguay y, durante nuestra visita, comparte una fortuna en recomendaciones, hasta del campo de la moda.

“Hay muchos nuevos jugadores en la cancha y está bueno verlos surgir: Ana Livni, Margo Baridon, Clara Aguayo, Estudio Null, Ana Darracq o Mercedes Arocena”, nos cuenta. La lista es larga y sigue creciendo; será cuestión –cuándo no– de cruzar a ver qué hay de nuevo en la ciudad que amamos amar. Pero ya sin tanto elogio a la calma: Montevideo no está quieta.

Mientras nos invita a descubrir cada detalle, Gabriela se detiene para que reparemos en un sector especial de su living-oficina: “Hay un dicho que afirma: ‘Si tienes una biblioteca y un jardín, lo tienes todo’. Comparto plenamente ese sentimiento, este rincón es como mi altar personal”. Rápidamente entendemos la razón.

El piso de este espacio central de doble altura es de lapacho y alfombra negra de fibras naturales con borde de cuero (Alfombras del Este). En la zona de descanso, las mesitas de mimbre laminado (La Ibérica) sirven también como asiento; en la de trabajo, nos encontramos con las clásicas sillas ‘Aluminum’.

Del otro lado, sobre una alfombra heredada, fue colocada una mesita (Kohler) con un collage de fusibles hecho por la hija de Gabriela, dibujo del arquitecto Michael Graves, ‘House of cards’, de Charles Eames, obra de Felipe Secco y cuadro de Olga Armand Ugon. Además, en el fondo se instaló una cortina veneciana de madera (Hunter Douglas).

“El error más frecuente es desestimar la identidad de quien vivirá un espacio. Recomiendo la audacia, perder el miedo al error y jamás tener piezas por compromiso”, subraya la dueña de casa.

En el extremo del ambiente está la escalera que conduce al dormitorio y baño de su hija, Constanza. Saliendo del mismo, llegamos a un espacio intermedio donde hay una segunda escalera, esta vez en forma de caracol, que lleva a la suite principal y que permite el guardado de la moto del marido de Gabriela. Definitivamente, el vehículo le suma un toque original a la ambientación.

“En la cocina hicimos una transformación cromática y de iluminación. Esos dos elementos son el recurso más económico para alterar percepciones sobre una misma cosa. Bien usados, levantan cualquier ambiente… y a la inversa”, subraya Gabriela al mostrarnos el área.

Aquí se cambiaron los azulejos de la alzada y se conservó el mueble bajomesada pintando el frente. Como complemento, se agregó un estante superior con una tira de led de luz cálida oculta. Por su parte, el piso cerámico se reemplazó con listones de vinílico PVC de alto tránsito que dieron un excelente resultado funcional y estético. A Gabriela todavía la sorprenden los elogios de las visitas.

En el dormitorio de Constanza se colocó piso flotante y se agregó un escritorio, aprovechando las amplias dimensiones del ambiente. En la pared hay un collage de cómics, tarjetas de animales para niños del museo Torres García y un dibujo de su época en el jardín de infantes.

MONTEVIDEO, MI AMOR: LOS IMPERDIBLES DEL DISEÑO
por Gabriela Pallares

Visitar el Museo Casa Vilamajó, una joyita de arquitectura moderna local en el barrio Parque Rodó. En Cordón, Sinergia Design hizo un enorme cowork con paseo de diseño y deco en una antigua vidriería. Muy cerca, en una vieja fábrica de muebles, abrirá el mercado gastronómico Ferrando.

Descubrir un lugar escondido y muy lindo para brunchear: Cebollatí 1326, de Santiago Barriola.

Ver los edificios de Román Fresnedo Siri, incluida la Facultad de Arquitectura, y los de Raúl Sichero.

Comer en Jacinto, de Lucía Soria, ex alumna de Mallmann, muy cerca de la bella Plaza Zabala.

Deleitarse con el mostrador y la boiserie con detalles góticos del café La Farmacia, en Ciudad Vieja.

Sumarse a los supper clubs o cenas itinerantes. Hay una en Casa Roberto, de un italiano que recicló un petit hotel (muy recomendable también para alojarse). Otras muy buenas son las de Mesa Brava en distintos lugares.

Texto: Lucrecia Álvarez.

Fuente: La Nación