Para el especialista, Uruguay es un modelo a imitar en la lucha contra la corrupción.

Hauke Hartmann es el responsable de la confección del índice de transformación de la fundación alemana Bertelsmann Stiftung, que mide el estado de situación de la democracia y la economía de mercado en países en desarrollo. Hartmann llegó a Uruguay por tercera vez para presentar el informe que coloca a Uruguay cuarto entre 129 países en los cuales se midió la calidad democrática. En conversación con El Observador, el científico político alemán dijo que la democracia uruguaya es «ejemplar» en la región y en el mundo.

¿Cómo ha sido históricamente el desempeño de Uruguay en el índice de transformación BTI?

Desde que publicamos el índice de transformación por primera vez, Uruguay siempre ha ocupado el primer lugar en transformación política. Esto significa que de 129 países que miramos, en los que está habiendo transformación o desarrollo, no hay mejor democracia que la uruguaya. Uruguay sobresale en cada aspecto de la transformación política y es una excepción en Latinoamérica. Generalmente América Latina registra buenos niveles de participación política pero no siempre esto está respaldado por el respeto a la ley. Hay elecciones libres en la mayoría del hemisferio –salvo Cuba– y son generalmente legítimas –con excepción de Venezuela–. Hay libertad de expresión y de asociación. Pero no hay suficiente separación de poderes ni protección de derechos. Uruguay es una de las dos excepciones, con Chile.

¿Cuál es la diferencia entre Chile –un país que algunos ponen como el paradigma del desarrollo en América Latina–y Uruguay?

La diferencia entre Chile y Uruguay en temas de democracia deriva del hecho de que Uruguay está más avanzado en integración política y social. La sociedad uruguaya es más homogénea, y no discrimina a ciertas minorías, como los mapuches en Chile, por ejemplo. Pero también la aprobación de la democracia en Uruguay es más alta que en Chile, así como su capital social. En Uruguay hay una cultura democrática en un grado mayor que en Chile. Y esto no es mérito de nadie en particular sino un atributo cultural del Uruguay. Esta es una sociedad orientada hacia el consenso. No sé por qué, pero su capacidad para elaborar consensos es un logro visible en la sociedad civil y en el gobierno.

¿Cuál es la importancia que le adjudica a esta situación que describe?

Esto es importante porque los líderes electos serán chequeados por el Estado en su conjunto, inmunizando al país contra corrupción y populismo. Y esto es muy importante porque mantendrá a salvo a Uruguay de una serie de problemas políticos que atraviesan otros Estados en el continente.

¿Qué tipo de problemas?

Y una polarización extrema de la opinión pública que pueda llevar a levantamientos populares, como pasa en Venezuela, Ecuador o Nicaragua. Pero la cultura política en Uruguay es tan avanzada que incluso los oponentes políticos ingresan en un diálogo constructivo y eso es muy raro de ver en el mundo. Hay una buena consolidación de la democracia en Uruguay, hay un sistema de partidos estable, hay una confianza excepcional en las instituciones y agentes que median entre la sociedad civil y la clase política.

¿Cuáles son los puntos que Uruguay debería mejorar según su índice?

La reforma de la educación es un tema que necesita atención. El informe le da un 7, y es el puntaje más bajo de todo el informe. Se necesita invertir más en investigación. En el sector público también se requiere de una reforma, pero, por lo que tengo entendido, hay complicaciones debido a la oposición de los sindicatos. Otro de los puntos en los que debería haber modificaciones es en el sistema impositivo.

¿Cuál es la importancia práctica del índice de transformación BTI?

Para algunos países es una indicación de que las cosas pueden hacerse mejor. Por ejemplo, nosotros le podemos decir a países como Mongolia que miren a Chile o Botswana a la hora de manejar recursos naturales de forma apropiada. O podemos decirle que sigan el ejemplo uruguayo si quieren ver cómo se hace frente a la corrupción.

¿Cuál es su opinión sobre la transición democrática en Uruguay?

El modelo de la amnistía general en Uruguay logró un rápido consenso para unificar a la sociedad detrás de determinados objetivos. Y esto es importante cuando un país sale de una dictadura. Pero por otro lado está el tema de perseguir y reconocer que se violaron los derechos humanos. Las víctimas de violaciones a los derechos humanos necesitan ver reconocimiento. Necesitan saber que los perpetradores admiten culpabilidad y que no sufrieron en silencio, sino que su dolor es públicamente reconocido. Lo vimos en Sudáfrica: la cuestión de la reconciliación es muy importante. No se trata tanto del veredicto o del juicio a los victimarios, sino de un reconocimiento que dé lugar para la reconciliación. Es decir: para que las heridas sanen.

Fuente: El Observador