Pese al costo de las entradas y un frío invernal el centenario volvió a teñirse de celeste para celebrar

La noche estaba gélida sin toque primaveral alguno. Las entradas estaban caras porque la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) necesita dinero fresco para sostener su estructura. El rival, Bolivia, no ofrecía un atractivo extra por estar eliminado hace varias fechas. Sin embargo, el hincha de Uruguay volvió a estar. Volvió a pintar el Centenario de celeste. Volvió a aplaudir, a gritar y a festejar. Fue a vivir una fiesta, como cada vez que juega la Celeste.

Las calles colapsadas de autos y los buses repletos de excursiones llegadas del interior con familias bajando con termo y mate, y banderas de ilusión colgadas en la espalda decoraban el Parque Batlle las horas previas al arranque del partido.

A los niños se les dibujaba sola la sonrisa en el rostro al pronunciar dos palabras mágicas: Suárez y Cavani.

Por eso, media hora antes de comenzar el partido el estadio explotó.

Es cierto que las entradas no se agotaron por muy poco. Por la tarde habían colocadas 44 mil y a un par de horas el número creció a 48 mil.

Pero una vez más, el público volvió a decir presente. Porque esta selección se lo merece. Se lo ganó. Con valores, con entrega, con corazón, con garra, con determinación, con actitud. Más allá de los vaivenes de la calidad de su juego.

Cerca de US$ 11 millones recaudó la AUF durante las Eliminatorias.

De ese monto se deducen los gastos de organización que implica cada partido de Eliminatoria, que son muy importantes porque son partidos FIFA que requieren mucho personal, seguridad y despliegue operativo. Promedialmente ese monto se eleva a
US$ 300 mil entre jueces, veedores, hotelería y demás gastos para sostener el espectáculo y la operación de traída y llevada de los jugadores desde y hacia sus lugares de procedencia.

No importa. La gente quiere estar y así sostiene esa maquinaria cada vez más y mejor profesionalizada. Porque desde hace años está identificada con esta selección. ¡Cómo para no estarlo! «Las que vivimos antes que llegara el Maestro», comentaba un hincha que rondaba los 40 años con otro visiblemente más joven.

Eliminaciones, sinsabores, agresiones. La celeste de antes. Una época en la cual hasta las tribunas se separaban para evitar incidentes entre hinchas de Peñarol y Nacional en la tribuna como sucedió en pleno Sudamericano sub 17, en el Centenario en 1999. El Uruguay dividido. El de los hinchas violentos.

Todo cambió a partir de 2006. A nadie se le ocurre ahora que las hinchadas vayan a dividirse. Porque la selección tiene sus propios hinchas. Los incondicionales. Con frío, con lluvia o al rayo del sol. En las buenas –como anoche– o en las bravas como en aquel partido ante Colombia en el Centenario previo a Sudáfrica 2010, por simbolizar un solo ejemplo de las adversidades de las que se ha levantado Uruguay en los últimos años.

Y eso vale: $ 820 una Ámsterdam o Colombes. Contra Bolivia. Y se paga. Porque Uruguay está por tercer edición consecutiva en un Mundial, algo que no ocurría desde que se fue a los mundiales de Chile 1962, Inglaterra 1966, México 1970 y Alemania 1974. Por eso los hinchas son tan fieles.

Fuente: El Observador