Subsiste para coleccionistas o quienes buscan un vehículo diferente

En verano suelen verse circular en la Rambla de Montevideo o en Punta del Este vehículos antiguos o clásicos, algunos con 80 años o más de existencia. Varios de sus propietarios son uruguayos, aunque la mayoría son extranjeros; mientras que varios restauran coches antiguos para armar su colección privada y disfrutarlos, otros hacen lo mismo para venderlos al público interesado.

Sin embargo, el momento de auge del mercado de autos clásicos quedó atrás en Uruguay por varias razones. Mientras algunos argumentan la falta de rentabilidad por lo costoso que es restaurar un vehículo con sus piezas originales, otros participantes del sector sostienen que la falta de mano de obra calificada para trabajar con estos tipos de autos es un obstáculo para realizar restauraciones en tiempo y forma, y además, la cantidad de autos del siglo pasado presentes en el país se ha reducido.

Para el presidente del Automóvil Club del Uruguay (ACU), Jorge Tomasi, la venta de autos clásicos «no es un negocio lucrativo». «Lo que hay que invertir para restaurar un auto, que muchas veces hay que desarmarlo todo, no baja de los US$ 20.000 en la mayoría de los casos. Después lo queres vender y no siempre ganás», sostuvo. Tomasi es uno de los organizadores del Gran Premio 19 Capitales Histórico, del que participan autos de todo el país y algunos de la región, fabricados hasta el año 1981.

Según Tomasi, en Uruguay hay pequeños coleccionistas que usan el auto y participan en exposiciones y carreras (como el 19 capitales Histórico), y es por eso que la venta de estos vehículos se dirige al público extranjero, ya que los locatarios cuentan con sus propias colecciones.

Sin embargo, el presidente del ACU aseguró que es común en Uruguay encontrar autos restaurados , y esa sí es una oportunidad de negocio. «Quienes tienen un auto clásico deben restaurarlo y llevarlo a hacer arreglos; estimo que debe haber unos 500 autos reacondicionados en Uruguay», indicó.

Ese es el trabajo de Juan Reboledo, quien desde hace 30 años restaura automóviles fabricados desde 1900 a 1940 (la mayoría de ellos son cachilas). A su taller ubicado en la zona de Villa Española concurren muchos uruguayos y algunos europeos que compraron un auto antiguo y antes de llevarlo a su país de origen, Reboledo evalúa el trabajo que necesita para quedar pronto para su uso.

De seis a diez meses puede llevar una reparación, dependiendo del estado del vehículo. «Sale nuevo, como cuando se construyó en la fábrica», aseguró Reboledo. La restauración de un Ford A, un modelo de bajo nivel, puede costar US$ 9.000 como mínimo. Respecto a las piezas, en marcas que aún siguen fabricando coches, como Ford o Chevrolet, es más fácil conseguirlas e importarlas desde Estados Unidos.
El público que concurre al taller de Reboledo es diverso. Personas jóvenes que buscan «algo diferente, exclusivo», y los más grandes a los que los vehículos antiguos les traen variados recuerdos de su juventud. «Lo que te brinda el vehículo antiguo, jamás lo podes conseguir en un auto nuevo. Se busca un estilo particular, para pasear, para mostrarse, lucirse en la calle», comentó.

Poco interés
Hace seis años que Miguel Angel Mocotovich dejó de reparar y vender autos clásicos, luego de estar presente en el mercado durante 45 años. Una de las razones que remarcó para su alejamiento fue la falta de mano de obra preparada. «No podía conseguir personas capacitadas para trabajar con los autos clásicos. Teníamos restauradora, en donde reconstruíamos los autos y armábamos un stock para la venta», recordó Mocotovich.

Ahora, el showroom permanece abierto y «cada tanto» vende algún vehículo. «El problema del mercado es que no hay personas preparadas, y no hay enseñanza para esto. Además, hay autos que ya no están disponibles y los que quedan tienen precios exorbitantes. A eso se suma que los repuestos y la pintura es cara, y en Uruguay la gente no paga mucho por un auto clásico», añadió. Packard, Auburn, Alfa Romeo, Mercedes Benz y Porsche, entre otros, son algunas de las marcas que restauraba y vendía Mocotovich. En su museo ubicado en Atlántida, recibe visitas de interesados en los autos antiguos, y quien desea hacerse con uno puede comprar los que todavía se mantiene para la venta.

Desde US$ 5.000 hasta US$ 80.000 varían los precios de autos antiguos que comercializa un grupo de vendedores particulares de Punta del Este.

Aproximadamente 30 autos desde 1920 hasta 1970 están a la venta. Fernando Cedrés, uno de los integrantes, comentó que el 80% de los autos que se venden van hacia Brasil. «Antes, Argentina y Brasil no podían importar vehículos y ahora lo están haciendo. No es masivo pero vendemos entre 100 y 150 autos por año a Brasil», comentó Cedrés.

El vendedor percibe que el mercado uruguayo «se está abriendo». «Yo vendí hace tres meses un auto de US$ 30.000 a un uruguayo. Hay gente con dinero que está coleccionando autos como objeto de valor, que eso antes no se usaba», explicó.

Exportación micro
Hace cinco años en Artigas, Pablo Pedragosa comenzó con su negocio de venta de micro coches clásicos. Al comienzo, adquirió un BMW Isetta para uso personal. Luego, le compró más de 30 modelos a un español que debía volver a su país y tenía cerca de 60 autos. «Empecé a restaurarlas para ver si podía venderlas al exterior», comentó.

El primer cliente que tuvo Old Cars Store  fue un brasileño; le siguieron ventas a Israel, Francia, Qatar (en donde ya llevan vendiendo cinco modelos), Estados Unidos, Grecia y China. Pedragosa no es mecánico, sino que la venta de micro coches es un hobbie para él, que se dedica a la administración de empresas familiares. «Me tomo mi tiempo para restaurar los coches», indicó.

A diferencia de lo planteado por otros participantes del mercado, Pedragosa ve a la venta de micro coches como «un buen negocio» porque son «vehículos de pequeño tamaño y gran valor». El precio de venta varía entre los US$ 30.000 hasta los US$ 55.000, dependiendo del modelo. «Cuanto más exclusivo, más costoso», puntualizó.

Además de las BMW Isetta, Old Cars Store cuenta con algunas motos Vespa. El BMW Isetta es un modelo de posguerra, fabricado desde el año 1958 hasta 1961. «Muchos se dejaron de usar y en esos países los autos que ya no se usan van para la chatarra, se exportan y traen los nuevos», indicó Pedragosa. En cambio, en Uruguay se mantienen los modelos adquiridos hace 50 años o más, se guardan en los garages durante muchos años, se reconstruyen y se venden», explicó, sobre el interés del público europeo por estos objetos de colección.

Fuente: El Observador