Un informe de la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio cuenta de “una revolución silenciosa” en el mercado laboral en América Latina y en la que destaca a Uruguay.

Una de las “tendencias más importantes que se han observado en el mercado laboral de América Latina” en las últimas décadas es “el aumento de la participación de las mujeres en actividades remuneradas”, sostuvo un reciente reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Dentro de ese fenómeno, Uruguay destaca como uno de los países donde creció en más de 10 puntos porcentuales la participación desde 1990 (tendencia que se estancó en la última década), así como también por ser el que tiene mayor nivel de actividad en el mercado laboral de las mujeres con enseñanza básica.

La participación laboral de las mujeres de 15 años o más en Uruguay llega a 56% (ver mapa), por encima del promedio del continente (52,7%), aunque lejos de los mayores registros.

El reporte puso el foco en las “grandes brechas” entre países: mientras Perú (68,7%), Bolivia (63%), Nicaragua (61,4%) y Paraguay (59,4%) tienen los niveles más altos, Costa Rica (45,1%), México (43,5%) y Guatemala (39,2%) los más bajos.

El trabajo tiene un capítulo titulado “Evolución y perspectivas de la participación laboral femenina en América Latina”. Allí se explicó que “la búsqueda de mayor participación laboral de las mujeres se da por razones de equidad de género, ya que fortalece su autonomía económica, pero también por motivos sociales y económicos”.

La Cepal y OIT indicaron que “la tasa de participación de las mujeres de 15 años o más en 18 países de la región aumentó 11 puntos porcentuales y pasó del 41% a principios de los noventa a cerca del 52% en promedio en 2018”.

Este crecimiento es superior en cinco puntos porcentuales al observado en 28 países desarrollados en igual período, aunque estos últimos partieron “de niveles claramente superiores”.

Agregaron que “la mayor tasa de participación laboral de las mujeres (en la región), junto con la leve tendencia decreciente de este indicador en el caso de los hombres sobre todo a partir de comienzos de la década de 2000, dio como resultado una disminución de la brecha de la participación laboral por sexo”. Pasó de casi 40 puntos porcentuales a principios de los 90 a 26 puntos porcentuales a fines de la década de 2010, “una importante mejora en el acceso de las mujeres a las actividades remuneradas”, destacó el informe. En 2018 esa brecha fue de 23,7 puntos.

El fenómeno es catalogado como “una revolución silenciosa”, dado que la mayor participación femenina “ha cambiado para siempre la dinámica de los mercados laborales y ha incidido en varios indicadores de bienestar”, así como ha tenido efectos “sociales y culturales de gran relevancia”, transformando “la vida diaria de las familias, los modelos y las aspiraciones de las nuevas generaciones”.

Esto se da como resultado de un crecimiento superior a 20 puntos porcentuales de la oferta laboral de las mujeres en Bolivia, Nicaragua y Perú desde 1990. En el segundo grupo destacado por la Cepal y OIT, con aquellos países donde la participación femenina creció más de 10 puntos porcentuales, aparece Uruguay junto con Argentina, Chile, Costa Rica, Honduras, Panamá, República Dominicana, y Venezuela.

“Los únicos países en que la tasa de participación tuvo un incremento más moderado fueron Brasil, Ecuador, México y Paraguay”, detalló el informe.

El proceso de crecimiento de la participación femenina, comienza a decrecer a medida que avanzan los años y aumenta el guarismo sobre el total de la población activa de ese género.

De hecho, en Uruguay la tasa media de mujeres activas en el mercado de trabajo en 2009 era 54,3% y en el primer semestre del presente año se ubicó en 54,6% siendo el mayor registro 55,9% en 2014 -así surge de la tabla de datos que acompaña el informe, aunque el mapa muestra un número superior en 2018 para Uruguay.

A su vez, el estudio de Cepal y OIT analizó que “el mayor nivel educativo de las mujeres ha sido uno de los principales factores determinantes del aumento de la inserción laboral, ya que la tasa de participación femenina se correlaciona positivamente con los años de estudio”.

Este postulado se cumple en Uruguay, donde las mujeres con niveles de educación avanzada e intermedia tienen una tasa de participación superior al 80%, y en quienes tienen enseñanza básica apenas supera el 50%.

Pero Uruguay es el país de la región con mayor porcentaje de mujeres activas dentro de este último grupo, ya que en ningún otro superan el 50%.

“La caída de la participación laboral de las mujeres con bajo nivel educativo en algunos países podría estar relacionada con la pobreza monetaria y la falta de tiempo, que en algunos hogares de bajos ingresos conforman un círculo vicioso que resulta muy difícil de superar”, sostuvo el reporte.

La paradoja del futuro para el empleo femenino
La Cepal y la OIT señalaron que “la incorporación de nuevas tecnologías podría generar un aumento en la participación de mujeres en actividades remuneradas”, dado que el trabajo a través de plataformas digitales favorece a quienes “buscan compatibilizar el trabajo con la familia, o con los estudios, al otorgar mayor flexibilidad en la forma, la modalidad y el lugar de actividad”. Sin embargo, advirtieron que esa “mayor participación no necesariamente significa mayor calidad de empleo ni de vida”. Por eso, se subrayó como “necesario incorporar algunas políticas para evitar una mayor precarización laboral y sobrecarga de trabajo, de modo que no se incrementen las brechas actuales” entre los géneros. Plantean avanzar en “el acceso a las nuevas tecnologías y su uso por parte de las mujeres, incorporar regulaciones que aseguren que una mayor flexibilidad no suponga una menor calidad del empleo y adaptar los sistemas de seguridad social a las nuevas formas de empleo”.

Fuente: El País