Desde Uruguay se especializan en optimizar el proceso de diseño de edificios de gran escala a través de la metodología BIM

Por Andrea Salle
Especial para El Observador

Vender servicios de arquitectura para Estados Unidos. Ese fue el objetivo que se plantearon Andy Robert (30) y Mercedes Carriquiry (31) una tarde en un café de Pocitos sin tener mucha idea de lo que implicaba. Robert, arquitecta graduada de la Universidad ORT, estaba trabajando en Humphreys & Partners Architects en ese momento, mientras Carriquiry, graduada de la Universidad de la República, lo hacía en el estudio de Carlos Ponce de León. Ambas habían estudiado en Europa, habían trabajado en obra, tenían intereses que iban más allá de la arquitectura y querían emprender para hacer las cosas de otra manera, así que se pusieron a investigar a las empresas que brindaban ese tipo de servicios en el mundo. Descubrieron que la mayoría eran de Asia, les “copiaron” el modelo, pensaron en Archsourcing como nombre para su emprendimiento, crearon un logo y abrieron una web. En 2016, se hicieron de su primer cliente en Estados Unidos y durante un par de meses mantuvieron sus trabajos fijos en paralelo hasta que decidieron renunciar.

Ese mismo cliente les pidió en un segundo trabajo utilizar un software que ellas no manejaban, pero que estaban dispuestas a aprender. “Eso nos empujó un montón a redireccionarnos, a adoptar una veta más tecnológica y a profundizar en un área concreta. Lo que había empezado como una idea de outsourcing, terminó siendo ‘vamos a ser los mejores de tecnología para Estados Unidos’, porque lo demanda, lo paga y es un lindo mercado”, resume Carriquiry.

Robert se especializó en el área de ventas y management, y Mercedes en la parte más técnica, vinculada a la fabricación digital, la programación y la tecnología aplicada a la arquitectura. El gran diferencial de su empresa es la utilización del Building Information Modeling, más conocida como BIM, una metodología que busca optimizar los procesos de construcción, reducir costos, tiempos y errores; una forma de hacer las cosas que ya se utilizaba en otras industrias, como la aeronáutica, pero que la arquitectura comenzó a incorporar recién hace dos décadas.
BIM al detalle

En Estados Unidos el proceso de desarrollo de una edificación se divide en tres etapas: una creativa de diseño y dos de ejecución que se centran en la parte más técnica. En Archsourcing se especializan en estas fases, “la parte que en general a los arquitectos les gusta menos”, dice Andy Robert

Es allí que la metodología BIM juega un papel fundamental y hace la diferencia. Lo que antes se entendía en un plano en papel o en la computadora en CAD (computer-aided design) como una línea que representaba una ventana, ahora se transforma en un conjunto de datos que forman la simulación de una ventana con todos los detalles que se quieran agregar; desde la dimensión, el tipo de material y la resistencia hasta quién será el proveedor. “Se hace el edificio en el mundo virtual y se le pueden asignar propiedades y datos. Eso te abre una cantidad de posibilidades para que seas lo más preciso que quieras o que necesites. No solo te ayuda a tener un proceso más limpio y más ordenado, sino que te puede ayudar a ahorrar costos y contar con tiempos más rápidos”, explica Mercedes.

Estiman que un proyecto realizado en BIM puede tener un ahorro estimado del 30%, tanto de dinero como de tiempo de ejecución y que, además, hay un ahorro posterior no cuantificable para quien lo vaya a desarrollar y mantener a futuro. “A la gente que no sabe de arquitectura le parece insólito, pero pasa constantemente que a veces en el momento de llegar a obra se choca el caño de incendio con el de sanitaria. Eso, si lo hacés en un modelo digital, se puede ver y ajustar hablando con los asesores, así al momento de ir a obra no tenés el sobrecosto de tiempo por tener que arreglarlo”, explica Robert.

La metodología es amigable con varios software —el más utilizado se llama Revit— lo que permite que en el modelo virtual participen todos los actores involucrados en el proceso de producción, como ingenieros civiles, agrimensores, encargados de sanitaria y eléctrica o paisajistas. En este contexto, el rol de los arquitectos se asemeja más al de un programador o experto en Big Data que al de un artista.

Pensar en grande
Por una cuestión estratégica y de modelo de negocio, Archsourcing no trabaja en proyectos en Uruguay. “Estados Unidos está muy adelante en cuanto al nivel y obviamente el margen es mejor. Parte de la razón por la que estamos donde estamos creo que es porque su industria nos empuja mucho a explorar nuevas cosas, a probar nuevas formas”, señala Mercedes.

Se especializan en proyectos de gran escala: edificios de más de ochenta apartamentos, complejos de vivienda, torres comerciales y de oficinas, escuelas y estructuras industriales. Actualmente su foco está en la costa oeste de Estados Unidos y tienen capacidad para desarrollar unos siete proyectos grandes por mes. Pero su plan a corto plazo es expandirse: en 2020 piensan duplicar su equipo de quince personas para poder abarcar más zonas de Estados Unidos.

Para Andy Robert, la clave del emprendedurismo es hacer mucho, llegar a la mayor cantidad de gente para darse a conocer y la persistencia. Por su parte, Mercedes Carriquiry plantea que, “la convicción de fondo tiene que ser genuina, poderosa y tiene que tener un bien mayor que no se termina en la empresa, como cambiar la profesión o la forma en que se hacen las cosas en pos de un mundo mejor. Además de la convicción, no hay lugar para nada que esté hecho a medias tintas y hay que vencer el miedo”.

“No es solo vencerlo —agrega Andy—, sino usarlo como fuerza motora, como impulsor”.

Fuente: El Observador