Son tendencia a nivel mundial desde hace un tiempo, y en Uruguay parecen haber llegado para quedarse. Los food trucks (pequeños camiones especialmente acondicionados que preparan y venden, por lo general, comida sana al paso) resultan muy atractivos para quienes deciden ampliar sus negocios gastronómicos.

Hasta el momento, estos restaurantes ambulantes pueden verse en eventos particulares, como casamientos, fiestas, recitales y conferencias al aire libre.

El chef Santiago Garat (41), incursionó en el rubro después de ver su exitoso funcionamiento en otros países. Su carrera lo llevó por varios lugares de América y Europa, donde los food trucks son parte del paisaje urbano. En 2004 vio en EEUU que eran una alternativa para aquellas personas del sector gastronómico que se quedaban sin empleo: “Abrí los ojos. Me pareció un gran negocio y una gran propuesta”.

Pidió en EEUU la construcción de su trailer, que llegó a Uruguay en noviembre de 2013. Lo ha utilizado desde ese entonces en varios eventos privados y corporativos.

Tiene el negocio junto a dos socios. Lo llamó The Rolling Beat, y con él busca “apoyar a la cultura de comer en la calle”. “Es fundamental para mí y para un montón de gente que no tiene opción de comer”, apuntó.

Su tráiler es lo suficientemente grande como para elaborar y vender 150 porciones de alimento. Según la ocasión y la importancia del evento, Garat alquila un camión o una camioneta para transportar el food truck y todo el equipo. La unidad cuenta con horno convector a gas, freezer, heladera, plancha de piedra volcánica, freidora, aire acondicionado, un tanque de agua potable y otro para desechos, y capacidad de autonomía eléctrica, entre otros elementos que permiten trabajar en “un ambiente saludable e higiénico”.

Fiel a su estilo ecléctico, Garat prepara todo tipo de alimentos en el restaurante ambulante: ha hecho desde hamburguesas con papas fritas hasta comida tai. “Dependiendo del cliente, hacemos de todo”, afirmó.

Experiencia saludable

Otro food truck que paulatinamente se hace su lugar es el que decidió trabajar la propietaria de Mercado Verde, Valentina Barradaz (32), que en sus locales de Punta Carretas, Carrasco y Punta del Este comercializa raw food (comida en crudo) y platos preparados con alimentos naturales.

En 2010 abrió el comercio de Punta Carretas y después fue expandiendo su actividad. Meses atrás vio en el food truck una manera de divulgar el estilo de cocina que practica y decidió arriesgarse.

En diciembre finalizó el acondicionamiento de una casa rodante que hizo “de cero” junto con un amigo que es diseñador industrial. Cuenta con heladera, freezer, licuadora, pileta, mesada de trabajo y los otros elementos que le permiten elaborar los alimentos que se preparan en los locales: sin harina, sin azúcar, sin cocción y sin lácteos.

Fue contratada para varios eventos privados en Montevideo y en otros departamentos. Con su camioneta Ford traslada la casa rodante, que mantiene guardada en las afueras de la capital, donde Mercado Verde tiene su planta de fraccionamiento.

Barradaz explicó que tanto en los comercios como en el food truck promueve la “alimentación consciente”, donde la persona sabe “qué es lo que se está metiendo en el cuerpo”. En ese sentido, indicó que los productos que vende son ricos en superalimentos: con alta concentración de nutriente y bajas calorías, en su mayoría.

“Mis clientes están copados con la idea”, destacó la emprendedora, quien subrayó que la mayor parte de las personas que la contratan para eventos tomaron conocimiento por primera vez de su cocina en alguno de los locales de Mercado verde.

Quizás es por este motivo que no visualiza al food truck como una unidad de negocio independiente a sus tres establecimientos.

Fuente: El Observador