Una nota del The New York Times, firmada por la periodista Paola Singer, destaca que “Una generación enfocada en el diseño y la moda está abriendo restaurantes y tiendas, organizando festivales callejeros y cambiando los paradigmas de la capital de Uruguay, descrita usualmente como una ciudad nostálgica, sin muchas opciones para los sibaritas”.

Una tarde hace poco en Montevideo, una joven pareja se acercó al mostrador de Futuro Refuerzos, una acogedora tienda que vende pan artesanal y cortes de carne. La mujer llevaba puesto un sombrero de fieltro de ala ancha y cargaba un bolso clásico de piel; el hombre tenía rizos alborotados, tatuajes en los brazos y jeans entallados. No había nada extraordinario en la escena —jóvenes a la moda que ordenaban emparedados gourmet en un espacio deliberadamente rústico—, excepto que se desarrollaba en un destino que hasta ahora parecía inmune a la moda hípster.

Montevideo, la capital de Uruguay, es descrita casi invariablemente como anticuada, nostálgica y lenta. Sin embargo, en los últimos años, un grupo de emprendedores aficionados a las redes sociales y entusiastas de las tendencias mundiales ha comenzado a darle un aire fresco a la ciudad. La mayoría son millennials conocedores del diseño y las tendencias que abren restaurantes y boutiques, organizan festivales callejeros y clubes culinarios; además, se atreven a llamar la atención en una sociedad que usualmente ha recompensado la modestia.

“Gracias en parte a las redes sociales, los jóvenes uruguayos tienen una mentalidad global y están muy motivados”, dijo Mónica Zanocchi, la fundadora del popular blog Couture. “Hay muchos profesionales creativos que están entrando a la fuerza laboral y, puesto que las empresas establecidas no pueden absorber todo este nuevo talento, terminan volviéndose empresarios”.

El líder de Futuro Refuerzos es Fermín Solana, un escritor culinario y músico de rock que creció frustrado con la falta de opciones en Montevideo. “No había dónde comer un sandwich decente más allá de los viejos lugares que preparan chivitos”, dijo, refiriéndose a los tradicionales sándwiches de carne que se ofrecen en los comedores de barrio o las cadenas locales de comida rápida. “Veía ciudades como Santiago y Lima, donde los sandwiches son increíbles, y decidí arriesgarme”. Poco después de abrir a finales de 2015, Futuro Refuerzos había ganado seguidores gracias a creaciones como el “Gol”, un pan pita hecho a mano con albóndigas condimentadas, morcilla dulce y col roja.

Solana es parte de un grupo de jóvenes restauranteros y chefs que son el motor del ambiente gastronómico de la ciudad, todavía pequeño pero en crecimiento; actualmente hay más de una decena de restaurantes, cafeterías y tiendas de especialidades (hasta hace poco, los sibaritas montevideanos hablaban de vivir en un desierto gastronómico, así que la mejora es evidente).

También está Estrecho, un pequeño restaurante en la parte histórica con una decoración modesta que contradice al sofisticado menú de almuerzos preparado por Cali Diemarch, un chef que se entrenó en Estados Unidos y que inventa sobre la marcha platillos diarios como un chivito deconstruido hecho con filete miñón, huevo pochado, panceta caramelizada y cebollas fritas. La Pasionaria, una tienda y restaurante en una calle tranquila, hace poco le dio la bienvenida a una nueva chef joven, Luciana Fia, quien hace pasta, helado y otros alimentos de forma casera utilizando ingredientes frescos y locales.

En Sucré Salé Bistro, un lugar casual cerca del centro, en el patio de la Alianza Francesa de Montevideo, Florence Ibarra a menudo incluye platos como conejo en salsa de mostaza con papas panaderas en su menú con influencias galas.

En la lista de restaurantes de moda también se destaca Jacinto, comercial y retrochic, dirigido por Lucía Soria, una alumna del famoso chef argentino Francis Mallmann. Soria aparece frecuentemente en televisión, participa en festivales culinarios como Degusto y en clubes gastronómicos como Mesabrava.

“Por fin tenemos buenos lugares para comer, buena música en vivo y una generación que está rompiendo los viejos moldes”, dijo Solana. “Creo que la ciudad se está iluminando”.

El nuevo espíritu de Montevideo está íntimamente relacionado con la moda y el diseño de interiores; esto se ve en un auge de tiendas que venden ropa, accesorios y complementos para el hogar hechos en Uruguay. El año pasado, una de las marcas más dinámicas, Rotunda, abrió una elegante boutique de varios pisos en el barrio Punta Carretas, donde los dueños —Kevin Jakter y Sofía Domínguez—, exhiben su línea de ropa minimalista para mujer, gafas, zapatos y joyería.

En el distrito residencial y comercial de Pocitos, un moderno almacén multimarcas, Tienda, vende productos de nuevas empresas como Pastiche, que se especializa en mezclilla de alta calidad, y Mutma, un fabricante de zapatos y bolsos de cuero. Casa Banem, una tienda de decoraciones para el hogar establecida en una mansión de estilo colonial en el exclusivo Carrasco, también ofrece una variedad de marcas locales como Don Baez, conocida por sus frazadas y almohadas hechas con lana de merino uruguaya, y Home Touch, que hace iluminación estilo vintage.

Este auge del diseño puede apreciarse en MoWeek, la semana local de la moda que se celebra en abril y octubre; comenzó en 2010 con seis salas de exposición y ahora incluye más de 60. “Todas son marcas independientes que comenzaron gracias a una nueva generación, lo cual es impresionante”, dijo Zanocchi de Couture. “Montevideo aún es silencioso, pero hay algunas alternativas muy interesantes”.

Fuente: The New York Times