El jefe de Estado dijo que es necesario darse cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medioambiente implica revisar la manera de vivir y dejar de estar inmersos en la sociedad de consumo y en la cultura del uso y tire. “Pobre no es el que tiene poco, pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea más y más, es una clave de carácter cultural. El primer elemento del medio ambiente es la felicidad humana».

Al hacer uso de la palabra en la Cumbre Mundial de Río+20, el Presidente de la República, José Mujica agradeció a las autoridades presentes de todas las latitudes, a los organismos, al pueblo de Brasil y a su Presidenta Dilma Rousseff y a la fe que seguramente manifestaron todos los oradores que lo precedieron. El jefe de Estado expresó su voluntad de acompañar como gobernante todos los acuerdos que “la pobre humanidad pueda suscribir en el encuentro”.

Economía de mercado

Mujica dijo que toda la tarde se habló del desarrollo sustentable y de sacar a las inmensas masas de la pobreza, pero cuestionó: ¿qué es lo que aletea realmente en nuestras cabezas?, en referencia al modelo de desarrollo y de consumo que impera en las actuales sociedades ricas.

Reflexionó sobre si todas las familias hindúes tuvieran autos ¿cuánto oxígeno quedaría en el mundo para poder respirar?. En tal sentido, aseguró que el  mundo tiene los elementos materiales para que 7.000 o 8.000 millones de personas vivan en el despilfarro de las sociedades occidentales ¿o acaso tendremos que darnos otro tipo de discusión? preguntó.

Dijo que todos hemos creado una sociedad para el desarrollo de la economía de mercado que creó también sociedades de mercado y en ese contexto se llegó a la globalización, que es el sistema que actualmente gobierna a toda la humanidad.

Precisó que no es posible hablar de solidaridad en economías que compiten de forma despiadada, situación que -aclaró-  no expresaba con el objetivo de negar la importancia del evento internacional. Enfatizó “el gran desafío es que la gran crisis no es ecológica, es política”.

El mandatario expresó que las fuerzas que desataron los hombres los están gobernando. Dijo que venimos a la vida intentando ser felices, pero que la vida es corta y se va rápido si vivimos para consumir, pero si la sociedad de consumo es el motor de la economía, al detenerse ese fantasma el impulso del sistema cesa. De esta forma, se generó el hiperconsumismo que lleva a que los objetos en general tengan poca duración y a que exista un gran recambio en el mercado y se construya la civilización del use y tire.

Enfatizó que todos son problemas de carácter político y es necesario plantearnos luchar con otra cultura, que no sea gobernada por el mercado. “El problema es de carácter político, en mi humilde manera de pensar”, aseveró. “Pobre no es el que tiene poco, pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea más y más, es una clave de carácter cultural”.

Revisar la manera de vivir

Al finalizar su discurso, el Presidente saludó el esfuerzo y los acuerdos que se hacen y nuevamente dijo que los acompañará como gobernante. No obstante, afirmó: tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medioambiente implicar revisar nuestra manera de vivir.

Mujica dijo a los presentes que pertenece a un país que está dotado con 13 millones de vacas, -que son las mejores del mundo- y ocho millones de ovejas, en un territorio que en un 90% es penillanura; y que además se cultiva, instancia que hace que Uruguay sea exportador de comida.

Recordó que los trabajadores de nuestro país consiguieron hace mucho tiempo las ocho horas y ahora también seis laborales, situación que hace que consigan dos trabajos para poder pagar cuotas de bienes como autos u otras compras, y que así se les va la vida. El Presidente cuestionó: ¿Ese es el destino de la vida humana? y respondió: el desarrollo tiene que ser a favor de las relaciones humanas y de tener amigos y de cuidar a los hijos porque ese es el tesoro. El primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana, subrayó.

Fuente: Presidencia

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El discurso:

“Autoridades presentes de todas la latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra. Presidenta, Dilma Rousseff. Muchas gracias a la buena fe que, seguramente, han manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre humanidad, pueda suscribir. Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.

¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo, que es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión?

Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta. ¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad? No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.

El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida. Porque no venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general. Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental. Pero si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, -porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros- pero ese hiper consumo es el que está agrediendo al planeta. Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas! Pero esas no se pueden hacer porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso. Estos son problemas de carácter político que nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado.

Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más”. Esta es una clave de carácter cultural. Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y los voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo, “rechinan”. Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir. Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable. Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la moto, el auto, y pague cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo reumático –como yo- al que se le fue la vida. Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental. Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos, la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana. Gracias”.

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