La protesta enmarcada en el Día Internacional de la Mujer se extendió por al menos cincuenta países del mundo. En Montevideo, el “paro de mujeres” convocó a una multitud estimada en unas 300 mil personas, la más grande que se recuerde. La actividad central fue la concentración en 18 de Julio, tanto en la Plaza Libertad con en la Fabini (Entrevero) a partir la hora 18.

Desde allí marcharon hacia la Universidad de la República a las 19 y la movilización siguió hasta pasadas la hora 22. Sobre el final de la movilización, al llegar a la explanada, se leyó una proclama. “Paramos porque somos objeto de acoso, en la calle, en la escuela, en el trabajo, en las redes. Porque nos siguen presentando como objetos para satisfacer necesidades y deseos de otros, porque se nos cosifica, violenta y expone”, remarcaba el texto.

“Hoy paramos porque la pobreza, el desempleo, la tercerización y la precarización recaen y se profundizan sobre nosotras, más aún en tiempos de crisis. Porque nosotras doblemente oprimidas, seguimos sosteniendo la jornada laboral”, puntualizaba sobre el final.

La masiva concurrencia, solo comparable a un acto político de cierre de campaña, fue un llamado de atención ante el grave problema de discriminación y de violencia de género en la sociedad uruguaya: en los últimos tres meses, 8 mujeres fueron asesinadas en Uruguay por sus ex parejas.

La protesta apunta a implementar de forma urgente cambios para alcanzar una verdadera igualdad de derechos y oportunidades así como evitar que más muertes se produzcan. Decenas de miles de personas, en su mayoría mujeres, coparon en la tarde de ayer la principal avenida 18 de Julio, en una convocatoria que superó todas las expectativas. Fue sin duda la celebración del 8 de marzo más popular en la historia de nuestro país.

Mientras en el Parlamento Nacional no pudieron ponerse de acuerdo con una propuesta para garantizar la participación paritaria de la mujer en los cargos políticos electivos, en la calle, miles de mujeres, de todas las clases sociales, ideologías y creencias, unieron sus voces en reclamo de mayor celeridad para la toma de medidas contra la violencia de género y la adopción de políticas que garanticen la igualdad de oportunidades.

Esta vez, el rol protagónico lo tuvieron las mujeres, a lo largo y ancho de esta movilización. Fueron las mujeres de a pie, las trabajadoras y las estudiantes, quienes se hicieron oír porque dicen estar “cansadas del patriarcado”.
La convocante fue la Coordinadora de Feminismo del Uruguay, que calificó como un éxito la movilización. Esta agrupación se adhirió a una movida que se vino organizando en numerosos países en el mundo. Realizar un paro de mujeres. Más allá que en nuestro país, algunos sindicatos llevaron a cabo un paro de 24 horas, para demostrar la importancia de la presencia de la mujer en el ámbito laboral, y en alguna reparación pública se le dio el día libre, en las primeras horas de la tarde ya se percibía un clima especial en la zona céntrica de Montevideo.

En sindicatos, en las oficinas y en distintos puntos del país se preparaban para participar de la marcha. En algunas ciudades del Interior organizaron su propia movilización, que también fue considerada exitosa. Sin embargo a partir de las 16 horas, coincidente con el inicio del paro de PIT-CNT, empezaban a llegar, a pie o en ómnibus contratados, mujeres y más mujeres, algunas de ellas acompañadas por sus hijos o parejas o amigos. Vestidas de negro y con un lazo violeta, fueron concentrándose en distintos punto de la principal avenida.

La comparsa La Melaza, integrada por mujeres, convocó a sumarse, y además de este grupo, llegaron al costado de la Intendencia de Montevideo, decenas y decenas de chicas y señoras con su tambor para desfilar rumbo a la explanada de la Universidad de la República. Entre los comentarios del día, se mencionó lo ocurrido el día anterior con un grupo de mujeres en Argentina que fueron agredidas por la policía cuando realizaban pintadas convocando al 8M.

En la explanada de la Intendencia, algunos miles de personas cubrían la calle, preparándose para sumarse a la columna que partiría desde 18 de Julio y Río Negro. Es que fue en esa calle donde convocó el PIT-CNT. Sindicatos de numerosas ramas, tanta público como privado, se hicieron presentes portando las banderas de sus respectivos gremios.

Carteles en mano, remeras con frases como el no al acoso callejero, el basta al patriarcado, ni una menos, “vivas nos queremos”, entre otras, se veían por todos lados y eran exhibidas con mucho orgullo. Si bien el 8 de marzo no se celebra como una fiesta, sino como una jornada de reflexión y de reclamo, las mujeres vivieron con entusiasmo y alegría su presencia en la calle, como para que el 8M trascienda más allá de un día puntual y que sea el puntapié para una lucha que continuará.

Porque en los carteles, las remeras y las pancartas se denunciaba que las mujeres por igual tarea ganan menos que los varones, que tienen menor posibilidades para competir en cargos gerenciales, sindicales y políticos.
Al igual que en cada 20 de mayo, con la Marcha del Silencio, en la de ayer, los familiares de las víctimas de femicidio llevaban escritas los nombres de las mujeres asesinadas, para que no se olviden de ellas y para que haya justicia.

“No callaremos”

Al llegar a la Universidad, las mujeres efectuaron una suerte de ritual, con danza y cánticos y en la que quemaban en una hoguera, símbolos del patriarcado. “No nos quedaremos calladas. Salimos a la calle denunciando cada feminicidio porque el Estado patriarcal y capitalista, sostiene y reproduce para que todos los días nos violenten, nos golpeen, nos violen, nos maten.

Porque no tenemos las garantías institucionales ni los acompañamientos necesarios cuando denunciamos los abusos a los que somos sometidas… Conjuramos el dolor en un abrazo, reafirmando nuestra capacidad y recordando que la violencia no es un problema privado. Hoy volvemos a reafirmar: Tocan a una y tocan a todas”.

Fuente: La República