Javier Ribeiro se dedicó a diseñar juguetes y terminó creando las figuras de la película Baahubali, uno de los mayores éxitos mundiales de la industria india, cuya primera parte se puede ver en Netflix.

Una de las películas indias más exitosas de la historia acaba de lanzar su merchandising, diseñado desde Montevideo por Javier Ribeiro, un uruguayo especializado en escultura 3D. El filme es la superproducción épica La leyenda de Baahubali, que fue partida en dos mitades, la primera de las cuales se puede ver en Netflix y tiene 15 récords en el cine indio. La segunda se estrenará en simultáneo en India, Estados Unidos y parte de Europa este viernes.

Cuando salieron de la fábrica, hace menos de un mes, las figuras diseñadas por Ribeiro ya habían vendido cerca de 10 mil copias en India. Entre otros récords, Baahubali es el tercer film indio más taquillero en el mundo y el número uno dentro de su país. Esa podría ser la explicación de la demanda que tuvieron las figuras diseñadas por el uruguayo desde el otro lado del planeta, incluso antes de ponerse a la venta.

A pesar de eso y del éxito de la primera parte de la película, el acuerdo entre Ribeiro y el empresario indio que le encargó el trabajo tuvo varias idas y vueltas a lo largo de varios meses.

Según contó Ribeiro, como India tiene poca tradición de arte figurativo no ha desarrollado una industria del merchandising para sus películas. Para esta experiencia, entonces, no había demasiados puntos de comparación dentro de Bollywood, que es como se denomina la producción de cine de ese país.

«Fue un dolor de cabeza que me tuvo noches sin dormir» recordó. Trabajaron a distancia, al igual que como Ribeiro ha hecho con todos sus otros clientes, sin verse las caras y básicamente intercambiando fotos de los modelos por las recreaciones digitales que hacía, que luego se convirtieron en figuras de plástico o resina.

El proceso no fue sencillo. El principal desencuentro se produjo porque el empresario indio que consiguió la licencia de los personajes de la película esperaba que una imagen digital de la escultura 3D se viera igual a una foto del actor. «Pero lo que yo le mandaba desde acá era un volumen igual, que no es lo mismo», explicó Ribeiro.

«La escultura es el arte de ordenar los planos en el espacio. Y cuando hacés eso entra en juego la escala, cosa que también cambia la percepción. Si querés que un macaquito chiquito se parezca tenés que exagerar algunos rasgos para que al verlo en tus manos se parezca a un actor, cosa que es distinto a una foto grande de la cara de ese mismo muñeco. Las figuras chicas tienen otras proporciones para compensar la percepción. Para que se vea bien en tus manos no tiene que ser del todo realista», añadió.

Fuente: El Observador