Trabaja en una firma de inteligencia artificial en proyectos confidenciales.

En 1996 Gary Kasparov perdió una partida de ajedrez contra la máquina. Deep Blue, como IBM llamó al programa vencedor, marcaba uno de los hitos más grandes de la tecnología en la década del ‘90. En ese momento, Pablo Sprechmann era un adolescente que iba al liceo y recuerda cómo su profesor de matemáticas se asombró con ese resultado: “Le impactó cómo la tecnología era capaz de llegar a ese nivel”. Fue el primer recuerdo y amor de una profesión que hoy lo tiene trabajando para Google.

Este uruguayo, egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, ha trabajado en laboratorios tecnológicos de primer nivel mundial, da conferencias en distintos lugares del mundo y hoy está en DeepMind (“Mente Profunda”), una firma tecnológica adquirida por el gigante informático hace más de seis años.

Proceso
En la Udelar aprendió sobre “la belleza de la matemática”. En este lugar, al que busca devolverle todo lo que le dio, estudió procesamiento de imágenes y neurociencia aplicada a la tecnología.

Su evolución académica lo llevó a abandonar el país en 2009 y a hacer posgrados en universidades de Estados Unidos. Su desempeño en estos temas lo condujo a insertarse en uno de los laboratorios más desarrollados del mundo, en la Universidad de Nueva York. En ese sitio trabajó con Yann LeCun, quien poco después se transformaría en director científico de Inteligencia Artificial de Facebook. “Hoy es una eminencia”, comentó el uruguayo.

En este sitio se especializó en redes neuronales y aprendizaje por recompensa. En el primer caso se trata de intentar que la máquina aprenda por sí misma, en base a la experiencia. En el segundo, “es como si se le dijera a un perro ‘hacé esto’ y si lo hace se le da una galleta. Eso se les enseña a las máquinas”, dijo.

Como consecuencia de su trabajo en este laboratorio, DeepMind lo contrató. Esta empresa se convirtió rápidamente en un centro de investigación líder en inteligencia artificial, cuyo cometido es entender cómo funciona la mente humana (y animal) como inspiración para diseñar algoritmos informáticos. Tan sofisticado fue su desarrollo en el mundo de la tecnología que después de cuatro años de fundada, Google compró la firma en 2014.

Pagó más de 400 millones de dólares. Los principales portales tecnológicos aseguraron que Facebook también estuvo interesada en su adquisición.

Google
DeepMind tiene un cometido claro: que la máquina pueda llegar a pensar como un humano. Y sobre todo, ganarle en videojuegos.

Gracias a una red profunda de aprendizaje neuronal, los sistemas que desarrolla le permiten jugar casi de la misma forma que un humano. Tal es así que en 2015 crearon un programa que ganó al Go, un juego de tablero de estrategia chino cuyo objetivo es controlar una mayor cantidad de territorio que el oponente. “En cinco horas le gana al campeón del mundo”, indicó Sprechmann.

El uruguayo trabaja en la parte de investigación de DeepMind vinculado a temas de “memoria”. Los trabajos que realizan Sprechmann y otros ingenieros que trabajan en esta área sirven como insumos a otra parte de la empresa, para generar servicios que finalmente utilizan millones de usuarios en el mundo.

Uno de los que más impacto tuvo en los productos de Google fue la función que permite el pasaje de voz a texto cuando el usuario dicta un mensaje. “Hace años que se venía trabajando en ello, pero este trabajo tuvo un salto cualitativo enorme”, aseguró.

En general, DeepMind es una rama que apuesta al futuro de la inteligencia artificial y en innovaciones que se trabajen a largo plazo. Muchas de ellas son confidenciales.

Ambiente
Al uruguayo le estimula la heterogeneidad del grupo de trabajo. “Es superestimulante”, acotó. Hay neurocientíficos, filósofos, ingenieros, matemáticos, físicos, psicólogos. “Es un ambiente muy académico, que tiene un componente emprendedor”, comentó.

Sprechmann comunica la cultura uruguaya a sus compañeros mostrando el mate. “Es muy cómodo trabajar. El ambiente es de clásico Google: tiene ambientes cómodos, salas de juego, de música y todas las comidas gratis.

Respecto a Uruguay, considera que existe “formación técnica” en software. “Creo que está faltando un poco la enseñanza más específica de inteligencia artificial. Pero Uruguay podría llegar a desarrollarse en estos temas de manera muy sólida”, opinó.

El ingeniero destacó el interés que hay sobre estos temas. De hecho, en un curso que brindó en la Udelar aseguró que hubo 120 inscriptos que se registraron para escucharlo.

Fuente: El País