Tenía 95 años y la gran mayoría de ellos los pasó frente a los teclados, ya que había ofrecido su primer concierto cuando apenas tenía 6 años.

Esos comienzos fueron evocados por la artista en varias entrevistas. En una publicada por el Sodre hace dos años recordaba: «cuando era muy chiquita, con tres años, mis padres salían a caminar y me dejaban en casa de mi abuela. Yo lloraba mucho, no quería quedarme. No sabían qué hacer para calmarme. En la sala había un piano que siempre me llamaba la atención, y le día a mi abuelita ‘piano, pianooo’. En mi familia tenía una tía que tocaba muy bien tango. Yo la oía y la empecé a copiarle. Un día me escucha una de mis tías y queda medio sorprendida. No entendían cómo tocaba así con tres años. Un día va a casa un profesor de violín, mamá le dice que quiere que me escuche tocar. ‘¿Esto?’, dijo sorprendido por mi pequeño tamaño. Me pone un ejemplo para que copie. Luego otro más difícil. Quedó de boca abierta. A los seis años me pusieron a estudiar y a los seis meses di mi primer concierto».

Mariño se mantenía en actividad hasta ahora. El año pasado fue homenajeada por el mismo Sodre, al que consideró su casa, con la emisión de un sello postal destinado a señalar a grandes personalidades de la cultura uruguaya.

Esa misma actitud de reconocimiento a su talento excepcional llevó a que las autoridades del Sodre le ofrecieran inaugurar el nuevo piano adquirido por la institución.

Fuente: noticiasuy.com