El proyecto continental utiliza elementos radiactivos con fines de paz.

Un equipo de investigadores mide la radiación del suelo uruguayo para saber si sufrió erosión con el paso de los años.

En un proyecto financiado por la Organización Internacional de Energía Atómica, Uruguay estudia la presencia de un elemento radiactivo cuya concentración en ciertas zonas da cuenta de que una determinada porción de tierra se desplazó desde su sitio original y se desintegró a causa de la erosión.

Desde el entendido de que el suelo es uno de los principales recursos con que cuenta Uruguay, los técnicos del Centro de Investigaciones Nucleares (CIN) evalúan si, con el transcurso del tiempo, la erosión ha quitado metros al terreno, evaporando un recurso que se tasa en dólares y que no vuelve.

Si bien generalmente la palabra radiación se asocia con fenómenos negativos como accidentes de reactores o con armas de destrucción masiva, como la bomba nuclear, en este caso el trabajo no tiene nada tiene que ver con accidentes ni con armas, sino con proteger el medio ambiente.

«Cuando la bomba atómica explotó, generó «radionucleidos hijos que son elementos radiactivos que no existían naturalmente en el suelo», contó a El País Marcos Tassano, biólogo, especialista en radioquímica y radiofarmacia y corresponsable por Uruguay de los proyectos de la OIEA.

«Esos elementos se fueron a la estratósfera, los vientos los repartieron globalmente y cayeron con la lluvia, hasta depositarse en el suelo. Entonces, ahora en el suelo, a partir de esas bombas atómicas, hay radionucleidos que no son naturales. El que medimos nosotros se llama Cesio 137», agregó.

En Uruguay, así como en gran parte del mundo, hay Cesio 137 de aquel que desprendió la bomba nuclear pero en una concentración que no representa un daño para el ser humano. Sin embargo, medir su presencia tiene utilidades para saber qué está ocurriendo en ese suelo.

«Naturalmente el suelo ya tiene componentes radiactivos pero resulta que ahora tiene uno que antes no estaba. Ese uno que antes no estaba se une a las partículas del suelo y a dónde va el suelo va el Cesio. Entonces, se puede usar como un trazador», indicó Tassano.

Es decir, se vuelve una suerte de «sensor» de la tierra. «Imaginate una cuenca, o una zona bien alta, y otra bien baja, con un arroyo; si el suelo por erosión va cayendo hacia ahí nosotros podemos medirlo por el Cesio. Con ciertas herramientas matemáticas se puede hacer una estimación de la cantidad de erosión del suelo y la cantidad de sedimentación que hay abajo, es decir donde se acumula».

Esa información le sirve al propietario del establecimiento para saber si el uso que le está dando a la tierra (por ganadería, agricultura o plantaciones forestales) está desgastando el suelo más de lo esperable, haciendo que su capital termine en la cañada. A partir de allí puede tomar medidas para frenar el proceso.

Tassano integra un equipo de profesionales del CIN que en los últimos años se ha concentrado en «pulir» la técnica, dominarla y probarla en distintas zonas del país. Ahora planean ofrecerla a organismos públicos como el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y empresas agropecuarias de distintos rubros, para que pueda ser aplicada en mayor medida.

Consultado sobre si una mayor concentración de Cesio en un terreno puede ser dañino para la salud, el especialista dijo que solo lo sería si fueran absorbidos por vegetales plantados en el terreno. «Una cosa es que esté sobre la tierra y otra comerlo», comentó. El CIN ha analizado muestras de alimentos en busca de concentraciones peligrosas de este elemento en hortalizas (a pedido de empresas interesadas) y todos los estudios les han dado negativo.

Antártida

La búsqueda de Cesio 137 como indicador de degradación del terreno es realizada a lo largo y a lo ancho de América Latina por iniciativa de la OIEA, pero no se reduce a este continente. El organismo también estudia el fenómeno en el sur del sur, en la Antártida, y Uruguay también forma parte de esa área del proyecto.

Investigadores uruguayos regresaron hace pocas semanas del continente helado donde recogieron muestras del terreno cercano a la Base Científica Antártica Artigas, con el apoyo del Instituto Antártico Uruguayo.

La base Artigass se encuentra sobre una isla (la Isla Rey Jorge) cuyo territorio posee un glaciar en uno de sus lados; es decir, el terreno se continúa en un glaciar (el glaciar Collins). En el invierno el glaciar avanza por sobre la isla y en el invierno se retrae. La medición del Cesio en uno u otro punto del territorio helado puede ofrecer información sobre el comportamiento del glaciar y el desplazamiento que hace de la tierra.

El trabajo sobre el continente helado también comprende la búsqueda de otros elementos radiactivos como Uranio y Torio. Las muestras traídas a Uruguay pueden ofrecer información sobre si el comportamiento de este bloque de hielo viene cambiando con el paso de los años por efecto del cambio climático, algo que también reviste de interés para la OIEA.

El Centro de Investigaciones Nucleares de Uruguay pertenece a la Facultad de Ciencias, por lo cual las muestras también serán analizadas por geólogos que buscarán información sobre procesos sucedidos sobre el suelo de la Antártida, que pueden remontarse a miles de años atrás.

El proyecto «Uso ambiental de radionucleidos como indicadores de degradación de la Tierra en América Latina, Caribe y ecosistemas antárticos» es desarrollado por el Laboratorio de Radioquímica del CIN, integrado por Marcos Tassano junto a Hugo Cerecetto (quien es el profesor titular), Pablo Cabral (corresponsable por Uruguay de los proyectos de la OIEA) y también por la doctora Mirel Cabrera.

¿A qué se le llama erosión?

Se le llama “erosión” a una serie de procesos físicos y químicos que desgastan y destruyen los suelos y rocas de la corteza terrestre. La erosión es el resultado de la acción combinada de la temperatura, los gases, la gravedad, el agua, el viento, y la vida vegetal y animal. También se produce una erosión acelerada como resultado de la acción humana, cuyos efectos se perciben en un período mucho menor.

Tres novedades ecológicas

Alemania. De los más contaminantes
Alemania es el único país de la Unión Europea que excedió el año pasado los límites en tres de los cuatro contaminantes señalados por la Agencia Europea para el Medio Ambiente (AEMA).

Chile. La lluvia llega al desierto de Atacama
En medio del desierto de Atacama, el más árido del mundo, un grupo de expertos en efectos especiales hizo llover en Quillagua, un villorrio que lleva el distintivo de ser el lugar más seco del planeta.

Planeta. Los efectos de la luz mal utilizada
Un tercio de la población mundial -incluidos el 80 % de los norteamericanos y el 60 % de los europeos- no pueden ver la Vía Láctea debido a la contaminación lumínica, según un estudio de Science.

Fuente: El País