Compite en rentabilidad y eficiencia con las terminales áreas más grandes del mundo; está tercero entre los 25 mayores.

La operadora del Aeropuerto Internacional de Carrasco (AIC) desde hace poco más de una década, Puerta del Sur, es la tercera empresa más rentable comparada con las 25 mayores terminales aéreas del mundo, solo superada por el aeropuerto Domodédovo de Moscú y el de Hong Kong.

La rentabilidad no es el único indicador favorable de la terminal aérea. Los ingresos anuales por pasajero –una medida usada en esta industria para medir la productividad–, son de US$ 42,7, cifra muy superior a los US$ 5,5 del aeropuerto de Santiago de Chile, a los US$ 19,7 de Cancún y a los US$ 17,7 de Ezeiza y Aeroparque, aunque inferior a la productividad de Viracopos (Brasil), que vende US$ 78 por pasajero.

En Los Ángeles, la productividad es de US$ 13, en Hong Kong US$ 31 y en Fráncfort y Hannover US$ 44 en promedio –todos datos de 2013, excepto Carrasco, que corresponden a los primeros nueve meses de 2014–.

Comparado a escala mundial, el AIC es pequeño. Por un lado, tiene menor complejidad operativa y una gestión más simple; pero, por otro, no tiene las ventajas de las economías de escala que supone un gran tamaño.

Por ejemplo, los gastos de administración y ventas, una carga fija ineludible, le pesa a Puerta del Sur más que a los grandes. El Charles de Gaulle en París, por cada US$ 100 de ingresos solo gasta US$ 0,2 en esos rubros; el operador alemán Fraport (Fráncfort y Hannover) solamente US$ 1,5, y el londinense Heathrow US$ 10,9, mientras que el aeropuerto que sirve a la ciudad de Montevideo desembolsa US$ 12,9 (el promedio de América Latina es US$ 9,9).

No obstante, en una comparación de una medida más completa de la gestión, la rotación de los activos totales, que mide la eficiencia en el uso de todos los recursos de la empresa, el orden es inverso.

Entre los gigantes del mundo, el aeropuerto de Pekín-capital tiene una ratio de 0,2 veces, el aeropuerto Leonardo da Vinci de Roma también 0,2, al igual que Heathrow de Londres, mientras en Puerta del Sur la rotación es de 0,4 veces, es decir, por cada dólar empleado en los activos obtiene el doble de ingresos.

Y la solvencia financiera es otro factor de fortaleza. El flujo de efectivo actual que genera el aeropuerto de Carrasco le permitiría pagar la deuda financiera en solo 2,2 años, el aeropuerto de Los Ángeles necesita 11,4 años, Heathrow 8,7 y De Gaulle 3,4.

Las opiniones de los analistas de Fitch concuerdan. Aunque las calificadoras aclaran que los rating no son comparables entre países, según la escala de definiciones de Fitch, la calificación de deuda recibida por Puerta del Sur en noviembre pasado, AA-, es mejor que la de sus pares de la región. Al aeropuerto panameño de Tocumen lo calificaron con BBB, al de Lima con BBB+ y a Viracopos con A+.

Los accionistas han cobrado dividendos desde que iniciaron la administración del aeropuerto, y hasta el 30 de setiembre pasado, por un monto total de US$ 52,7 millones, siendo el mayor retiro en 2014 por US$ 25,3 millones. Y le han pagado al Estado uruguayo US$ 54 millones por la concesión: US$ 34 millones por la compra de 100% de las acciones de Puerta del Sur en 2003, más los US$ 20 millones pagados en agosto pasado por la extensión del plazo.

Además, el operador tributa un canon –compensación que paga el concesionario privado al Estado por la explotación del aeropuerto–, cuyo monto acumulado desde el 1° de julio de 2003 hasta el 30 de setiembre de 2014 fue de US$ 55,5 millones.

También generó impuestos a la renta en ese período por US$ 9,7 millones, y difirió otros US$ 12,7 millones. Las inversiones desembolsadas durante esos 10 años y tres meses, en activos fijos e intangibles, sumaron US$ 257,3 millones.

Amén del impacto positivo que provocó la nueva terminal entre la comunidad internacional de viajeros y en la imagen externa del país, los hechos comprobables son el acuerdo para la ampliación de la concesión, que trasluce conformidad del gobierno y concesionario, y los resultados como los aquí expuestos, porque alientan proyecciones benéficas para ambas partes.

Fuente: El Observador