«El almanaque», una forma inusual de diario personal que Jorge Tiscornia llevó durante los 4.646 días que estuvo preso en el Penal de Libertad, desde 1973 a 1985, será incorporado por la Unesco al Registro Regional Memoria del Mundo.

Tiscornia (70 años) era integrante del MLN-Tupamaros cuando en junio 1972 fue detenido. Estuvo preso en dependencias policiales y militares, hasta que el 22 de enero de 1973 ingresó al Penal de Libertad, de donde salió el 10 de marzo de 1985.

Ya en otros establecimientos había hecho apuntes, en especial para intentar saber el día que transcurría, pero se los quitaron cuando lo trasladaron.

La primera anotación que hizo cuando llegó al Penal de Libertad fue desde donde venía detenido, el año, el número de preso, de celda, piso y el ala de la cárcel. En 1985, hizo la última anotación en este registro personal y clandestino de su vida en cautiverio que llamó «El Almanaque» —y que llevó durante los 4.646 que estuvo en cautiverio—; escribió sobre la última carta que envió a sus padres y la última visita de estos y sus dos hermanos.

Fue la visita 303 que recibió.

Mañana viernes se le entregará a Tiscornia la certificación de que «El almanaque» será oficialmente incorporado al Registro Regional del Programa memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para La Educación, la Ciencia y La Cultura (Unesco).

«Comencé a anotar distintos sucesos que pasaban en los almanaques, como el primer día que tuve visita o que recibí una carta. Todo lo que sucedía alrededor mío y de a poco se fue enriqueciendo», comentó Tiscornia a El País.

Dijo que con el Golpe de Estado de junio de 1973, se hicieron más duras las condiciones de reclusión en el Penal de Libertad y pensó que esos almanaques no iban a durar. Entonces, se le ocurrió hacer un par de zuecos de madera, ahuecarlos y guardar los papeles adentro de esa concavidad, primero en uno y luego en otro de esos calzados.

Comenzó guardando los escritos cada año y luego cada seis meses. «Al final de todo, cuando salí, ya casi no daban más los zuecos», dijo. A finales de 1984, se encontró con un recluso con el que había estado en la misma celda diez años atrás, le dijo sonriendo: «Están preñados esos zuecos».

Para Tiscornia, una característica «muy peculiar» de la dictadura uruguaya fue «apostar a la prisión prolongada» y eso «en una repetida sucesión de días todos iguales generan un vacío». Por eso, con «El Almanaque», su intención era «que cada día tuviera un valor en sí mismo, que fuera capaz de vivirlo y aprovecharlo para estudiar, hacer artesanías. El almanaque y colocar acontecimientos en cada día era darle significación a ellos que eran todos iguales».

Escribía en hojas de carta que cortaba en pequeños trozos que algunos confunden con hojillas de tabaco.

Sorpresa

Tiscornia dijo que todavía está «sorprendido» de la decisión de la Unesco y que intenta «separar las dos cosas: Una es lo que yo hice hace unos 40 años y otra soy yo ahora. Porque lo que hice fue lo que en ese momento mi subjetividad y condiciones me permitían hacer y eso quedó estampado. De ahí evolucioné mucho, me enriquecí, tengo familia, hijos».
«Creo que es como un hijo que ha crecido y tiene que seguir solo, puedo apoyarlo en las circunstancias que me sea posible, pero tiene una independencia que no debo contaminar», agregó.

La reinserción

Tras salir de la cárcel, Tiscornia guardó y dejó por 15 años casi en el olvido los zuecos con las anotaciones.
«Salí con esos almanaques y tenía bien claro que el pueblo uruguayo había luchado tanto para que nos liberaran que debía reintegrarme rápido al pueblo. Me di un tiempo para que me creciera el pelo y dejara de ser un ´peladito´, comencé a trabajar, formar una familia y tener hijos», dijo.

Recién en 2000, en una reunión con ex presos se generó una discrepancia sobre algo que ocurrió en la cárcel y entonces él comentó que en unos zuecos tenía sus almanaques con apuntes de lo ocurrido en el Penal.

«Casi nadie sabía, los partimos, salieron los almanaques y dirimimos lo que pasó en esa época, en ese momento». Eran cuatro los reunidos y acordaron escribir un libro que editaron en 2003 con el nombre Vivir en libertad y que incluyó referencias a los almanaques.

Más adelante, José Pedro Charlo hizo una película sobre los almanaques, Tiscornia sintió que con ese material «El Almanaque» había comenzado a «tomar cierto vuelo hacia la memoria» y decidió dedicarle «un tiempo especial» para descifrar algunos escritos y dibujos en clave que tenían ya años.

«Empezar a recorrer esos almanaques y asociar las cosas contenidas ahí a uno lo lleva de nuevo a esa situación. Es algo que pasa por momentos dolorosos y necesariamente me encuentro en la situación de tener que hacerlo puesto que se han transformado en memoria que ya no es solo mía», afirmó.

«Los almanaques han cobrado independencia de lo que es mi propia vida y lo único que puedo hacer es decir: Yo me acuerdo de esto», añadió.

Está haciendo un audio con lo anotado mes a mes en los almanaques e intentando explicarlo a alguien que pueda escuchar y no tenga datos de lo que fue y es el Penal de Libertad.

Archivo

El Almanaque» fue reconocido como «Patrimonio Documental de América Latina y el Caribe, por el Comité Regional del Programa Memoria del Mundo. Dicho programa es una iniciativa de la Unesco destinada a preservar el patrimonio documental del mundo como símbolo de la memoria colectiva de la humanidad.

Guilherme Canela, Consejero Regional de Comunicación e Información de la Unesco, dijo que esto es «un mensaje claro de la Unesco hacia la preservación y divulgación de archivos que documentan la violación de los derechos humanos».

Páginas de un diario insólito

Los meses y los días están anotados en cada pequeña parte de las tarjetas que Tiscornia utilizó durante los más de 12 años que estuvo recluido en el Penal de Libertad. Un pancho (dibujado arriba) refiere a un preso de Florida con ese apodo, a dos celdas de la de Tiscornia, y también a que un regimiento de Florida estaba de guardia en la cárcel.

En una de los apuntes se menciona «guitarrita», una pequeña artesanía que Tiscornia hizo para un cónsul italiano que iba a visitar a los presos políticos con esa ciudadanía. La pieza acompañó al diplomático en sus otros destinos. Dos años atrás estuvo en Uruguay y le dijo a Tiscornia que «es un recuerdo de lo que se puede hacer aun en prisión».

Con el paso de los años, Tiscornia olvidó lo que significaban algunos apuntes y dibujos que hizo en clave en los almanaques. Uno de ellos es el de una regadera. Ex presos fueron los que le recordaron a qué se refería: Era el apodo de un recluso al que en una ocasión un soldado siguió mojándolo con una regadera por el patio del Penal de Libertad.

En una de las tarjetas se aprecian los «símbolos» que utilizaba Tiscornia en sus apuntes y lo que significaban. El aprete era cuando las condiciones en la cárcel se complicaban, con menos visitas y más reclusos sancionados. «Kaput noticiero» hacía referencia a los cortes que los reclusos sufrían cuando se emitían noticias por televisión.

Fuente: El País