Luis Buschiazzo hacer verdaderas obras de arte, pero no piensa en venderlas: “Es tal el cariño que les tengo, que no veo plata en el mundo que las valga”.

Por Dolores de Arteaga

Con esa sencillez y humildad que da el haber sido criado en el campo, así se muestra Luis Buschiazzo. Un gran artista, pero sobre todo, un ser especial. Así lo destacan las personas que tienen la suerte de vincularse con este minuano de 72 años, radicado desde hace más de treinta años en Colonia Valdense.

En sus años de relojero, cuando pasaba horas bajo la lupa y con una pinza en mano, Luis nunca imaginó que aquellas piezas diminutas, que le traían inmensas alegrías pero también algún que otro dolor de cabeza, terminarían siendo sus grandes aliadas. Un día lluvioso del 2005, durante esas jornadas que a uno nada lo entretiene, Luis probó con varias artimañas: “Era un domingo que llovía muchísimo, ni la televisión me divertía. Era un frío negro, mucha estufa. Me fui al cajón de los recuerdos. Empecé a jugar con piezas de reloj. Recuerdo que tomé dos eslabones de una pulsera y los puse en forma, como si fueran un cono. ‘Ahhh, ¡mirá que bien! Acá sale el molino de cuando yo era chico’, me dije…” Así comenzó su nuevo hobby-trabajo: las miniaturas mecánicas.

Relojero de profesión, se desempeñó en este rubro desde el ’78 hasta el ’98: “Yo había hecho el curso en la escuela industrial, en UTU. En el ’78 abrí la Relojería Buschiazzo, por donde pasaron por mi vista más o menos 17.500 relojes en 20 años. Luego la tuve que cerrar y quedé desocupado. En el año 2008 entré como funcionario en el Centro Regional de Profesores de Colonia. Ya antes de ser relojero había trabajado en Secundaria, como administrativo. Cuando cumpla 73, me jubilo como funcionario del Estado, me falta poco”.

Hoy Luis, quien se define como “perfeccionista”, se dedica por lo menos dos horas de su día a sus queridas miniaturas de un 1 gramo, realizadas en un 100 por 100 con piezas recicladas de reloj. Todas creaciones propias, excepto alguna que otra copia: “Cuando empecé con las miniaturas, le di otra interpretación a las piezas que hasta ese momento las tenía herrumbradas en un cajón olvidado. Al principio me lo tomé como un hobby, sin darle ninguna importancia». Al parecer, el Drap-Art 2016, en la Intendencia de Montevideo, marcó un antes y un después en su vida artística: “No es ponerme allá arriba, pero mi muestra fue el boom de la exposición. Y a partir de ahí, me lo empecé a tomar en serio. Ahora tengo todo el material clasificado y etiquetado, las ruedas por un lado, y los rubíes y los resortes por otro”, comenta un Luis más que orgulloso.

Con ustedes, Luis Buschiazzo…

Dolores: ¿Amor por las miniaturas, las piezas del reloj, o la conjunción de ambas?

Luis Buschiazzo: A mí me fascinaban las miniaturas desde que era niño. Durante mi niñez en el campo yo hacía los nidos de hornero en miniatura; en cada horqueta de árbol siempre había uno hecho por mí. Me acuerdo una vez que corté uno abandonado con un serrucho, para ver cómo era la vuelta que le hacían adentro. Mi madre me retaba porque mis manos siempre estaban todas cuarteadas y ensangrentadas por el barro. Porque claro, en esa época, con 10 años, no me ponía ni guantes ni nada. También investigaba las langostas; siempre me gustaban, agarraba y examinaba cómo eran de chiquitas. Soy muy curioso.

D: Pah, entonces delirarías con el reloj por dentro.

LB: Yo tenía una virtud. Cuando recibía un reloj, lo desarmaba íntegro y lo investigaba también. No quedaba una sola pieza sin desarmar. Inclusive las liras, que son minúsculas, también las desarmaba.Cuando se caen en el suelo hay que buscarlas con la lámpara para que se vea el destello, porque si no, no las encontrás más.

D: Claro, lo que para otra persona sería un estrés, para vos sería un placer infinito.

LB: Ah sí. Cuánto más complicado el reloj, más contento estaba. Recuerdo una vez que me trajeron un Citizen que no lo arreglaba nadie, ni en Buenos Aires, y yo pude; me rompí la cabeza para solucionarlo. Es que la solución está en que siempre desarmé todos los relojes de punta a punta.

D: Tu primera miniatura: un molino de viento.

LB: Sí, me llevó 80 horas hacerlo porque claro, estaba sin experiencia. Además, empecé: ‘¿Qué es lo que le falta a esto? El motor, la escalera, la rueda?’ Finalmente quedó. Busca el viento y todo. Mide más o menos 10, 12 milímetros de altura, y debe pesar un gramo y medio.

Hoy me lleva menos cada miniatura, entre 35 y 40 horas. Con el tiempo empecé a tomar conciencia de las demás piezas que yo tenía estudiadas cuando desarmaba los relojes.

D: ¿Qué se necesita para lograr hacer estas miniaturas? Además de la capacidad artística, claramente.

LB: Muy buena vista, pulso, amor, dedicación. Hay que tener mucha paciencia, eso sí. No rezongar, sino tratar de solucionar. Si una pieza no sale, hay que dejarla; se deja, se toma la semana que viene.

D: ¿Cuánto tiempo lleva hacer una miniatura, contando el tiempo de secado con el material de contacto?

LB: De 15 a 20 días. En 10 años llevo 30 hechas.

D: Cantidad de piezas con las que cuenta cada miniatura.

LB: Depende del trabajo que uno le quiera hacer. Aproximadamente unas 20 piezas diferentes. A veces estoy dos horas buscando una pieza específica, porque no puedo poner nada que no sea de relojería. Por ejemplo, tengo que hacer el radiador de un auto, hay que poner algo que sea similar. Primero voy a las piezas generales, y de ahí empiezo a desarmar, a buscar y a buscar. Imaginate, hay que ponerle caños de escape, el capó, la cabina, el volante, la palanca de cambios, el asiento… Buscar todas piezas que se le parezcan.

D: La mayoría de tus creaciones rondan el gramo.

LB: Sí, aunque en su gran mayoría pesan 1 gramo, hay un galeón que pesa 500 miligramos. La grúa, de 5 gramos, es la más pesada de todas. Y las dos réplicas, El Benz Victoria de 1895 (antes de que fuera Mercedes), pesa un gramo con cinco miligramos. También está la primera locomotora a vapor de 1829, que pesa un gramo con cuatro miligramos.

D: Las miniaturas réplicas. ¿Cuánto tienen de veracidad?

LB: El Benz Victoria de 1895, un 75 por ciento. La locomotora a vapor, casi un 90 por ciento.

D: ¿Disfrutás más creando o copiando?

LB: Y… Creando. Copiando es brava la cosa, porque hay que ceñirse a lo que uno está mirando.

D: Esa miniatura que no largarías ni por todo el oro del mundo…

LB: Y… Yo creo que ninguna.

D: ¿¡Cómo que no venderías ninguna!?

LB: Es que de lo que yo hago, miniaturas con reciclaje de relojes de pulsera, no hay nadie en el mundo que lo haga. Hemos indagado por todas partes y no hay nada. Ahora lo que quiero es que me las tasen internacionalmente gente que sepa. Ahí recién sabría su verdadero valor. Yo no puedo decir cuánto valen, porque no sé. Es tal el cariño que yo les tengo, que no veo plata en el mundo que las valga.

D: Tu miniatura amor…

LB: Todas. Pero los aviones me matan mucho de amor. La carroza real también.

D: Para terminar…

LB: Es algo que disfruto de punta a punta. Lo hago con amor, si no, no sale la cosa. Imaginate, son miniaturas que pesan un gramo, no puedo poner por ejemplo una rueda que me quede torcida, un volante que quede torcido. Tiene que quedar todo perfectamente a la vista. Y eso se logra solo con amor.

Contacto Luis Buschiazzo – Tel. 00598 4558 8075 / Cel. 095 178 250

Fotos

Fuente: La Citadina