«Sentí una alegría enorme. Era como un desahogo. Llegó y me tocó a mí», añadió el hooker que anotó el primer try de los Teros ante Fiyi.

Carlos Arboleya siempre soñó con un momento así. En el minuto 17 del partido entre Uruguay y Fiyi, jugado ayer martes en Milton Keynes, apoyó el primer try de los Teros en el Mundial de rugby. Después de tres partidos en el torneo, se convirtió en el héroe del seleccionado.

«Yo hice la parte más linda, que fue apoyar el try. Fue una jugada muy buena que hizo todo el equipo. Fue un premio a todo lo que veníamos trabajando. Tuve la suerte de apoyarlo, pero podía haber sido cualquier de mis compañeros», afirmó, con modestia, Carlos Arboleya a la agencia AFP.

Como un resorte, sus 22 compañeros se abalanzaron sobre él, lo apretujaron y felicitaron. Amateurs en su mayoría, los jugadores rioplatenses habían convertido el objetivo de lograr un try en una obsesión. No se podían marchar del Mundial sin lograr uno.

Después, Agustín Ormaechea lograría el segundo en el minuto 58, en la derrota por 47-15 ante Fiyi.

Arboleya, que divide su tiempo entre su trabajo de economista y el rugby, sabe que sus 30 años pueden representar un hándicap para que se fije en él un equipo europeo y pasar al profesionalismo.

«Si en algún momento lo soñé, ahora es mucho más difícil. No lo tengo como una de mis prioridades. Siempre te queda esa espina de hacer una prueba. No soy tan viejo, pero no está dentro de mis prioridades. Capaz que se da, capaz que no se da y no me voy a arrepentir», explica.

Su llegada al rugby tiene una componente curiosa. Cuando era pequeño era un torbellino, confiesa. Difícil identificar al Carlos Arboleya niño con el adulto, tranquilo, reposado, amable, con una educación exquisita.

«Yo empecé cuanto tenía once años. Mi familia no jugaba al rugby y un amigo de mi padre dijo que era muy bruto. ‘Este chico bruto que rompe las cosas en su casa que vaya a jugar al rugby’, dijo. Y ahí empecé y después que lo probé, nunca lo largué», señala.

De Paysandú a Montevideo

Desde su Paysandú natal se marchó a Montevideo a iniciar sus estudios de economía. «Cuando llegué a Montevideo tuve la suerte de entrar pronto en la selección de Uruguay, de estar ahí, de disfrutar. Siempre conjugando el rugby con el estudio y con el trabajo, que es lo que hacemos nosotros todos los días. Siempre pensando en el rugby como un disfrute, que es lo que nunca hay que perder», explica.

A Arboleya, una lesión en un ojo me impidió durante mucho tiempo jugar a alto nivel como primera línea. La lesión del otro hooker del equipo en este Mundial, Nicolás Klappenbach, le ha hecho jugar muchos minutos.

El jugador del Trébol Rugby, pese a la felicidad del try, hace autocrítica y le queda un sabor amargo en algunos aspectos del juego.

«Tenemos que estar atentos porque recibimos tries casi infantiles. Contra Fiyi recibimos tries tontos. Jugando como primera linea me quedo con el sinsabor del scrum», señala.

Ahora queda la frutilla en el pastel, con el último partido del Mundial, el sábado en Mánchester contra la local Inglaterra. «Si te dicen que vas a jugar contra Inglaterra en Inglaterra y en un Mundial, pensás: siempre lo quiero jugar. Va a ser una oportunidad única», explica.

«Inglaterra tiene todas las de perder. Si nos mete 150 puntos van a decir que fue contra Uruguay. Van a intentar jugar y nosotros también. Van a estar un poco dolidos, obviamente, tras su eliminación. Va a ser un partido para disfrutar, jugar y ver qué pasa», concluye.

Pase lo que pase, Arboleya partirá con la satisfacción de ese try inolvidable y la cara de felicidad de sus 22 compañeros abrazándolo.

Fuente: El Observador