La artista contó a través de textos y dibujos cómo una estadía de diez semanas en Noruega culminó con ella viviendo en Uruguay.
Candace Rose Rardon es una artista nacida en Virginia, Estados Unidos, que en el 2008 decidió viajar por todo el mundo junto a su cuaderno de bocetos, retratando el mundo de acuerdo a su lápiz. Candace, por ejemplo, creó la serie «Moment catchers», en la que con ayuda de la comunidad internauta capta «los pequeños momentos de la vida» a través de dibujos. También muestra su trabajo en su sitio web.
Como también es una escritora de viajes, combinó ambas pasiones para convertirse en una colaboradora asidua de publicaciones como Lonely Planet, National Geographic, BBC Travel y G Adventures, entre muchos otros.
Su última columna (en G Adventures) está dedicada a Uruguay, ya que es el país donde vive desde hace un tiempo. Cómo llegó hasta acá es parte de su «carta de amor ilustrada al Uruguay», en la que cuenta cómo una residencia de diez semanas en Noruega culminó con su imprevista mudanza a Montevideo.
«Una tarde brillante de verano en Montevideo, Uruguay, abrí mi cuaderno de bocetos y estudié el tema del día: un conjunto de letras grandes y blancas con el nombre de la ciudad. Es un punto de referencia popular, especialmente por su ubicación sobre la costa del Río de la Plata.
Mientras una fila de ómnibus turísticos se detenía allí y los viajeros posaban sobre las letras, capturé lentamente la escena en mi cuaderno -primero, el cartel de Montevideo; luego el arco amplio y arenoso de la playa de Pocitos, mucho más llena de veraneantes que lo que mi boceto podía mostrar; y finalmente la rambla bordeada de palmeras, el paseo de 22 kilómetros que sigue al río a lo largo de todo Montevideo.
No mucho después de que comenzara a pintar con acuarelas, uno de los conductores de ómnibus miró por encima de mi hombre y me saludó. Mientras comenzamos a hablar en español, me preguntó: ¿estás estudiando o trabajando acá? No pude evitar sonreír mientras le contestaba: ‘En realidad, señor, vivo acá’.
Si me hubieran dicho el año pasado que estaría viviendo en Uruguay, no estoy segura de haberles creído, especialmente por el lugar en el que me encontraba entonces», cuenta Candace.
En la primavera del 2016 estaba disfrutando de diez semanas en las islas Lofoten en Noruega, casi en el Círculo Ártico, cuando se encontró con otro viajero, José, que le dijo que «venía del lado opuesto del mundo: Uruguay».
«‘¿Qué parte de Uruguay’, le pregunté, aunque apenas conocía la geografía del país; como mucho, tenía una idea general de su ubicación, entre Brasil y Argentina. ‘Soy de la capital. Se llama Montevideo’, dijo José. Así empezó mi educación sobre Uruguay, que continuó cuando José y yo comenzamos a salir semanas después y culminó conmigo mudándome aquí en setiembre. He vivido en Montevideo por seis meses, ya, y Uruguay ha pasado de ser un lugar del que sabía muy poco a uno que aprendí a apreciar y amar», cuenta Candace.
En su artículo, comparte seis bocetos que definen sus seis meses en Uruguay, cada uno representativo de una región del país. «Es una carta de amor ilustrada a un país que espero que consideren visitar pronto», escribe.
«Montevideo nunca abruma, como sucede con algunas ciudades. Muchos de sus barrios más prominentes se construyeron bordeando la costa del Río de la Plata (…) La continua presencia del río tiene un efecto sosegador en la vida en Montevideo, manteniendo a la ciudad cerca de los ritmos del mundo natural», cuenta Candace.
«Pero por más que disfruté adaptarme a los ritmos más lentos de la vida en Montevideo, también aprendí que Uruguay prácticamente está diseñado para excursiones diarias y exploraciones más cortas», agrega.
Por ejemplo, uno de sus paseos preferidos es Colonia del Sacramento: «el rico sentido de la historia le da una sensación de atemporalidad; las construcciones y las calles desparejas y empedradas son un eco del pueblo de tres siglos atrás». «Colonia es una excursión al oeste, pero en Uruguay aprendí que uno debe ir al este lo más frecuentemente que pueda», agrega.
«La primera parada clave es Punta del Este, donde el Río de la Plata da paso al océano Atlántico, pero continúen adelante: los balnearios más pequeños y menos desarrollados -como José Ignacio, la reserva natural protegida de Cabo Polonio y, finalmente, Punta del Diablo, a menos de una hora de Brasil- son imperdibles», considera la artista.
«Para mí, estos balnearios rústicos -y sus paisajes extensos de dunas, cielo y mar- son el pináculo de la tranquilidad de Uruguay (…) La belleza de Uruguay está en clave de una cadencia distinta. Te invita a acoger rituales más calmos y cambiar a un ritmo más lento. Si su experiencia es de alguna forma como la mía, este es un ritmo que será difícil dejar atrás», concluye.
Fuente: Montevideo Portal