Amalia está encantada. Si bien la pandemia la entristece, un pequeño aparatito la tiene entusiasmada. Es la tablet con la que Amalia disfruta la sencillez de hablar con otras personas y sentirse acompañada.
Ella es solo un ejemplo de los más de 40 mil que todos los días encienden su tablet del Plan Ibirapitá. El uso de las tablets ha registrado un incremento del 30% comparado esta semana con la de los primeros días de marzo, previo a que se registraran los primeros casos de coronavirus en el país.
Amalia Melinkov, de 75 años y nacida en Paysandú, tiene hace dos años la tablet. La tenía en un cajón y recién el año pasado se animó a desempolvarla. Ahora, con el pedido de quedarse en casa por parte de las autoridades, se transformó en su mejor aliada y su uso se ha agudizado.
“Asistí a clases de computación no sé cuantas veces. La tecnología conmigo no va. Pero nuestra profesora es una maravilla”, confiesa.
La profesora de la que habla es Antonella, una de las tantas “coaches” que les enseñan a los jubilados a utilizar estos dispositivos y mantenerse conectados.
Para estar más cerca durante la pandemia, creó un grupo de WhatsApp que integran varias personas mayores. Allí comparten de todo. “Cada cual muestra sus jardines. Hoy una de ellas mostró unas flores que tenía en la casa. Me parece que las conozco. Es algo del alma. Estás medio tristón y digo: ‘Voy a ver la tablet a ver qué comentan’. Uno se siente como acompañadito y aprende, se divierte”, cuenta Amalia.
Se siente “en la jardinera” de la tecnología. Se sorprende con lo que encuentra en internet, como tal vez le sucedió a los primeros internautas que navegaban en los 90. Por eso, agradece los “deberes” que le pide Antonella. “El último que nos mandó fue mirar diferentes playas. Es como un viaje. Es una maravilla”, dice. De hecho, le gusta buscar información sobre Leandro Gómez, el militar que tuvo una heroica defensa de Paysandú en 1864.
En general, los jubilados muestran cierto respeto con la tablet. Si bien la usan más que antes, creen que pueden tener “algún problema” si tocan un botón que no corresponde. “No me arriesgo”, dice Amalia.
Las aplicaciones que más utilizan son Facebook, WhatsApp y escuchan alguna radio. También usan ClickVeo! (una plataforma con películas uruguayas), Ibirapitá Estimulación Cognitiva (entretenimiento para la mente), Mus (servicio de música local), Biblioteca País (que tiene más de 7.000 contenidos), gimnasia en casa y lengua de señas uruguaya. Una aplicación que utilizan mucho es Happy Colour. Es un servicio en el que los adultos mayores pueden colorear diferentes figuras.
“Estoy deseando que podamos hablar con todas estas mujeres personalmente. Este aparato hace que, a pesar de que no nos podemos abrazar, nos mantenga unidos. De alguna manera, Dios nos mandó algo con esto para transmitir amor y cariño”, agrega Amalia.
Los voluntarios son la clave
Para muchos jubilados es un idioma nuevo. Como si un individuo nunca hubiese estado en contacto con el inglés y de la noche a la mañana lo pusieran en una reunión con británicos nativos.
Los voluntarios juegan en este proceso un rol clave. El Plan Ibirapitá espera llegar a 400 en todo el país para que auxilien a personas mayores a utilizar sus dispositivos. Por ello, están en plena búsqueda de quienes tengan intención de ayudar a esta población.
“Es un trabajo de voluntariado coordinado con el Ministerio de Desarrollo Social y el de Salud Pública”, comenaFiorella Haim, presidenta del Plan Ibirapitá. Quienes estén interesados en brindar estas ayudas pueden postularse a través de un formulario que está en el sitio web del Mides.
Los jubilados también pueden pedir ayuda llenando una ficha en el que pueden especificar el medio por el cual desean recibir esa ayuda.
Más datos
La mayor permanencia en los hogares y el mayor consumo de tecnología ha sensibilizado a Antel y a Ibirapitá para ofrecer “más datos”. Hasta ahora lo que ofrecían era un plan de 1 giga por mes. Si querían más datos debían pagar. Ambas empresas ahora decidieron ampliarlo a 50 gigas gratuitos. Las autoridades no creen que los adultos mayores lleguen a esa cifra. “Hasta ahora eran muy pocos los que llegaban”, dijo Haim.
Algunos de los jubilados están capacitados para pagar cuentas a través de las aplicaciones financieras. El año pasado se hicieron talleres, pero hay muchos que, más allá de esta capacitación, aún deciden manipular la plata física.
“Al final del día es decisión de ellos si utilizan o no las apps. Nosotros no los podemos obligar. Hasta esta situación de epidemia para muchos era una salida, era el momento en que se encontraban con otra gente y lo veían como una actividad más. Ahora hay más incentivos para hacerlo a través de la tablet”, señala Haim.
Aplicación Coronavirus UY
En la tablet cuentan con la tienda de aplicaciones para descargar la app Coronavirus UY, indispensable para reportar algún síntoma y que su prestador de salud se comunique para evaluar la posibilidad de realizarle el test.
Cuando comenzó la cuarentena, desde Ibirapitá se les envió mensajes advirtiéndoles a los usuarios que estaba disponibles esta aplicación y que lo podrían descargar.
Ahora están estudiando la posibilidad de que la app aparezca automáticamente en el aparato, sin necesidad de que la descarguen. “Todavía no lo hemos hecho porque tiene cierta complejidad”, concluye Haim.
Fuente: El Observador