Científicos uruguayos descubrieron, en el rumen de vacas uruguayas, bacterias que pueden producir biocombustible a partir de vegetales; algo que se intenta en todo el mundo. Esta es solo una aplicación «del lado bueno» de las bacterias.

Desde pequeños se nos enseña que las bacterias están en el suelo, en la calle y la basura y que se debe intentar, lo más posible, no tener contacto con ellas. Es verdad, pero solo en parte. En Montevideo, a pocos minutos del centro trabajan científicos uruguayos que demuestran que estos microorganismos pueden producir plástico, generar combustibles y ayudar a las plantas a crecer.

«Trabajamos con el lado bueno de las bacterias», sintentiza Francisco Noya, investigador del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), ubicado sobre Avenida Italia. En concreto, Noya trabaja en el Departamento de Bioquímica y Genómica Microbianas, del cual es jefa Elena Fabiano, doctora en Ciencias Biológicas.

«En mi caso trabajo con bacterias que fijan el nitrógeno atmosférico», en plantas que pueden ser desde árboles nativos hasta pasturas, cuenta Fabiano. El nitrógeno es uno de los elementos que la planta necesita para vivir y en ciertas especies las bacterias realizan una suerte de «trueque» con las plantas, de las cuales ambas partes salen beneficiadas.

«Son bacterias que tienen un mecanismo de asociación bastante elaborado», señala Fabiano. A un nivel imperceptible para el ojo humano las bacterias intercambian señales con las raíces de la planta para identificarse mutuamente; hasta que el microorganismo ingresa en la raíz y se aloja.

Poco a poco se va creando «una pequeña fábrica de nitrógeno» y la planta, en respuesta, le aporta nutrientes al microorganismo. «Las dos sacan ventajas de esa vida en conjunto», ilustra la especialista.

Entre las especies que demostraron mejores resultados en cuanto al crecimiento de las plantas, hay algunas que ya han comenzado a ser aplicadas por pequeños productores en distintas zonas del país.

Combustibles

También vinculado a la energía, pero en otro ámbito totalmente distinto, los científicos descubrieron en Uruguay bacterias que pueden llegar a producir combustibles alternativos a los generados por el petróleo.

Tras un trabajo que llevó meses de ensayos y pruebas, el equipo liderado por Noya logró identificar un grupo de bacterias que son capaces de procesar la lignocelulosa, el principal componente de la pared celular de las plantas. Este compuesto se encuentra en las raíces, hojas, troncos, maderas y derivados como por ejemplo el papel.

¿Por qué degradarla? Porque puede ser una fuente natural para producir combustibles alternativos. Actualmente los biocombustibles suelen obtenerse por medio de la caña de azúcar o del maíz. La primera necesita condiciones específicas para desarrollarse. El último es un alimento y su uso como fuente de energía compromete su disponibilidad a nivel mundial.

«La tendencia es tratar de conseguir otras materias primas y la más común es la lignocelulosa», cuenta Noya, quien es doctor en Bioquímica y Genética Molecular. Pero para degradarla es necesario encontrar un método que la transforme en azúcares sencillos que puedan ser luego fermentados y convertidos en alcohol -el llamado etanol que es utilizado combinado con la nafta-.

El desafío que se plantearon los científicos fue encontrar bacterias que ayudaran a realizar ese proceso. «La lignocelulosa es muy resistente a los agentes que quieran degradarla. Por algo la eligieron las plantas» para que conservara su estructura, apunta Noya.

Hallazgo

En el mundo solo se conoce el 1% de las bacterias porque la mayoría no son, o no se sabe bajo qué condiciones podrían ser, reproducidas como para estudiarlas científicamente.

Sobre esta base Noya y su equipo hicieron foco en tres comunidades de bacterias presentes en: termitas, vacas uruguayas y un equipo que procesa efluentes industriales. Cualquiera de las tres podían contar con bacterias que degradaran lignocelulosa, fuera procedente de madera, pasto o fábricas.

«Es increíble pero en el rumen de las vacas uruguayas descubrimos bacterias que no estaba descriptas en las bases de datos internacionales», recuerda Noya. Tras analizar su ADN, descubrieron que no solo había «nuevas» sino que cuatro procesaban eficientemente lignocelulosa.

Actualmente una investigadora del laboratorio se encuentra en un centro especializado de México analizando en profundidad las características y las potencialidades de los microorganismos hallados en Uruguay de cara a una posible producción de etanol.

Fuente: El Pais