El programa promueve generar una red de contactos a nivel internacional que sirva como plataforma de expansión de los escritores nacionales.

Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Juana de Ibarbourou, Felisberto Hernández, Delmira Agustini o Eduardo Galeano, son todos autores que pueden encontrarse, curioseando las estanterías de La Casa del Libro, en Madrid, por ejemplo. Sin embargo, hay tantas otras talentosas plumas que aún están por cruzar la frontera.Y es que los títulos recorren un verdadero camino hasta llegar a manos del lector. Tal la razón de ser de Books from Uruguay, el programa del Ministerio de Educación y Cultura que desde 2012 promueve la internacionalización de autores nacionales a través del vínculo con los principales sellos editoriales del mundo. De acuerdo con la licenciada Carla Redaelli, quien se desempeña como referente de la iniciativa en el área de Letras de la Dirección Nacional de Cultura, el antecedente inmediato de este programa puede rastrearse en el conglomerado editorial que se generó en 2009, a instancias del Ministerio de Educación y Cultura. Por aquel entonces “se reunió a todos los actores del sector en una serie de talleres para lograr un diagnóstico, y a partir de eso hacer una proyección. El cluster se conformó con empresas e instituciones que intervienen en la creación, producción, comercialización, distribución y difusión del libro. Participaron libreros, editoriales, expertos, la Cámara del Libro, distribuidores, imprentas, autores, ilustradores, productores, diseñadores, el Claeh, la ANEP y por supuesto el Estado. Es que la riqueza de un libro va más allá del valor y las ideas que transmite; está también en el trabajo de tantos actores que se ponen al servicio de esta producción”, ilustró Redaelli. Una vez que fueron identificadas las fortalezas y debilidades de la industria, se llegó a una hoja de ruta con ítems a mejorar, y fue así que nació Books from Uruguay.

Señas particulares

Con Redaelli trabajan Jimena Torres y Nicolás Der Agopián, que a su vez están coordinados por Alicia Deanessi. “El área de Letras se ocupa de dar cohesión y difundir al colectivo de actores involucrados en los procesos de creación literaria. Potencia y sigue dos líneas principales: unión interna y proyección internacional. Se trata de un grupo humano y profesional muy preparado, y cada uno de nosotros está abocado a llegar al mercado global. También trabajamos en conjunto con un sector de Uruguay XXI que promueve la exportación de industrias creativas –Artes Visuales, Letras y Música– y con esta área, trabajamos en conjunto. Omaira Rodríguez es quien la desarrolla y es una profesional muy bien conceptuada en el medio nacional e internacional. De hecho, hasta hace un año era la agente literaria de Books from Uruguay. Así que ahora sumamos su experiencia, su reconocimiento y todo el trabajo que ella realizó. También se trabaja con la Cámara del Libro en esta misma lógica: la de pulir y perfeccionar cada vez más la selección de las obras que se presentan en el exterior”, expresó Redaelli. La industria editorial está fuertemente segmentada. De ahí que se deba estudiar cada mercado y su potencialidad al detalle. La principal herramienta de la que se vale el programa es la presencia en ferias internacionales. “Trabajamos un circuito anual que incluye Frankfurt, Guadalajara, Bolonia y Buenos Aires. Hemos ido en otras ocasiones a Perú y a Cuba, pero por invitaciones puntuales”. Redaelli explica que en todos estos encuentros se negocia la venta de derechos de autor y lo que eso conlleva, pero cada uno tiene sus propias características y condiciones. “Frankfurt, por ejemplo, se lleva a cabo en octubre y es la Meca de la industria, es la cita ineludible. Allí se determina lo que lee el mundo al año siguiente o en los próximos dos años. De ahí, su trascendencia y la importancia de estar presentes. Guadalajara se centra en Iberoamérica y es además un festival cultural porque es abierto al público; hay venta de títulos y demás. También Buenos Aires se dedica a Latinoamérica, aunque recibe a referentes internacionales, y Bolonia se aboca a la literatura infantil y juvenil”. El evento en Italia merece un capítulo aparte ya que en este encuentro en particular, los ilustradores son las estrellas. “Estuvimos con un stand de diseño extraordinario, que realizó Alfredo Soderguit, un artista de gran reconocimiento internacional. En este trabajo conjunto con Uruguay XXI se realizó un llamado, y fueron seleccionadas las editoriales Banda Oriental, Fin de Siglo y Criatura Editora, que participaron con agenda propia. La delegación también incluía a ilustradores como Jorge Mato, que recibió el Premio Nacional de Ilustración 2018”, destacó con orgullo. Aquí resulta importantísimo el rol del Instituto Nacional de Artes Visuales, que también depende de la Dirección de Cultura. “Alejandro Denes es el director y la licenciada Cecilia Bertolini es quien está generando talleres y promoviendo todo tipo de acciones para profesionalizar el rubro y que nuestros talentos tengan el reconocimiento a nivel mundial que les habilite propuestas concretas con editoriales de todo el mundo”, señaló.

Título a título

Un factor clave en la estrategia de asistir a ferias es la continuidad. “Hay que ir, marcar presencia y generar los vínculos que posibilitan esas idas y vueltas de autores con las editoriales, porque la mayoría circula en todas, y los encuentros que se producen en una, se cierran en la siguiente. Es como una calesita de novedades y de concreción de negocios. Además, las mismas ferias proponen conferencias con temáticas de metadatos y género hasta problemáticas de los actores, la crisis o la ola digital. Es muy enriquecedor. Estando allí uno obtiene insumos que no se consiguen en otros lados porque es un lugar donde se marcan tendencias”.
Redaelli cuenta que ingresó al programa en un período de reformulación crucial. “Existe una figura protagónica: la del agente literario. Nuestro objetivo es preparar tantos como sea posible, ya que es clave en el proceso de negociación internacional. El agente literario se desarrolló en España y su presencia es incipiente en América Latina. Hay que entender que este mercado tiene una velocidad notoria y nosotros apuntamos a colocar nuestros referentes en los nichos que acaparan los agentes literarios españoles“

¿Por qué cambió la forma de encarar el programa?
Porque con un solo agente literario es imposible representar el universo de autores y editoriales del país. “Cada sello tiene su catálogo y apunta a mercados diferentes. Además, el tiempo físico en las ferias es muy limitado; hay reuniones una detrás de la otra, hay que identificar a qué editorial llegar, qué autores resaltar, buscar la conexión apropiada. Eso lleva tiempo. Por eso es ideal tener más gente en primera línea. Entendemos que este es el camino y el rol del Estado es brindar herramientas para profesionalizar a los propios interesados”. En este sentido son fundamentales los talleres, las formaciones y la opción de que editores, autores, ilustradores y todos aquellos capaces de defender su fondo editorial, puedan promocionarse en el exterior. “El trabajo llevado a cabo a lo largo de estos años fue excelente y tuvo resultados óptimos. Por eso, a más personas preparadas, mejores serán los resultados en términos de negocios cerrados”. Otro de los temas vinculados a la internacionalización de las letras uruguayas es la traducción a otras lenguas. “Para acceder al mercado mundial se necesita un programa de traducción. En 2016 la Dirección Nacional de Cultura lo implementó y eso le abrió puertas no solo a los clásicos, sino que brindó posibilidad de circulación a los autores emergentes”.

Primera plana

¿Cómo le va a Uruguay en las ferias? Tan bien, que resulta vital mantener la calidad artística para no bajarse de ese podio de respeto internacional. “En Uruguay tenemos una tradición literaria riquísima y eso abre muchas puertas de por sí. Días atrás Ida Vitale recibió el Premio Cervantes, y es un gran orgullo, pero ella no es la única referente nacional en obtenerlo. Hay que recalcar que además de tener una nueva generación de escritores muy pujante, somos enanos en los hombros de gigantes. Hay autores, –esto sin intención de dejar a nadie fuera– como Mercedes Rosende, que tiene un reconocimiento muy fuerte en Alemania por la novela negra. Entonces, tenemos que capitalizar ese reconocimiento y sobre todo, seguir construyendo la presencia del país. No hay que olvidar que estamos vendiendo la imagen de Uruguay, de nuestra cultura, de nuestras ideas y de nuestra forma de ver el mundo, y hoy por hoy, existe un claro interés por esa mirada”. Gracias al programa Books from Uruguay, se realizaron acuerdos con editoriales como Tusquets, Del Naranjo, Lafonte, la emblemática Zorro Rojo Salani y Ediciones B, entre otras. Dichos acuerdos cubren mercados como el de España, Argentina, Perú, Brasil, Chile, México e Indonesia. Esto se traduce en la internacionalización de 44 títulos, sobre todo referidos a ficción narrativa e investigación histórica y social, además de 33 dedicados a la literatura infantil y juvenil.

Política de Estado

Ahora bien, ¿cómo se conquista un sello editorial? “Con calidad”, afirma Redaelli. Además, “con ideas innovadoras y con estilo fuerte”. Aunque también existen las modas, reconoce la referente. “Desde la feria de Frankfurt pude apreciar que el tema de diversidad sexual y de género son tendencia. La mayoría de los países pone a la mujer en un lugar de preponderancia, resaltando autoras clásicas y actuales, y planteando temáticas afines. También se ven con fuerza los temas de diversidad cultural e inclusión: hay una corriente muy importante de libros para personas con dislexia, y con esta misma lógica se traducen textos al lenguaje Braille”.

Si bien la competencia es grande y cada país instrumenta su política en mayor o menor medida, a la hora de cerrar negocios, el factor humano y los vínculos, son fundamentales. “Hay que recalcar que Books from Uruguay se enmarca dentro de una política cultural oficial que prioriza el acceso a los mercados. A su vez, potencia desde hace años las instancias MIC, que son los mercados de industrias culturales, donde se pone foco en la economía cultural. El año pasado tuvimos una instancia de MIC en Uruguay, y el objetivo fue que cada área, –fuera cine, artes escénicas, música o el sector editorial– tuviera acceso a los circuitos comerciales. El programa está haciendo camino, pero no es el único. También tenemos a Uruguay XXI y a la Cámara del Libro. Vale la pena que se trabaje en una política de Estado porque esto es acumulativo. Como sociedad tenemos la obligación de promover y de hacer todos los esfuerzos para que esto se desarrolle cada vez más. Tenemos talentos increíbles y al promoverlos, nos retribuye a todos como imagen país”, concluyó.

Fantasía al poder

La licenciada Cecilia Bertolini, del área de Artes Visuales de la Dirección Nacional de Cultura destaca que su sector tiene desde hace cinco años el cometido de gestionar el Premio de Ilustración de Literatura Infantil y Juvenil. Este galardón se aboca a profesionalizar a los artistas y darle a su trabajos proyección nacional, así como fuera de fronteras. “Entre las muchas acciones que se hacen aquí, respecto a Bolonia precisamente, el primer premio consiste en un viaje a esta prestigiosa Feria del Libro, además de la posibilidad de desarrollar un proyecto de libro álbum para llevar y vender sus derechos. Bolonia es un evento importantísimo a nivel mundial, donde ocurren infinidad de cosas vinculadas al sector y vivir esta experiencia, tiene también una marcada intención formativa que siempre retorna, aportando mucha riqueza a Uruguay, ya que la experiencia se informa y comparte con el sector”, ahondó. Esta acción no es en solitario, y cada año el Instituto Nacional de Artes Visuales invita a los ganadores anteriores a realizar un envío colectivo de sus trabajos con miras al concurso que organiza la propia feria de Bolonia. “Son miles de participantes de todo el mundo. Empezamos el año pasado y, de apenas unos pocos seleccionados, quedaron dos uruguayos. Fue casi un milagro y nadie daba crédito haber llegado hasta allá. Se armó una maravillosa delegación. Humilde y esforzada en hacer ruido para que nos pudieran conocer porque ni stand teníamos. Andábamos por los pasillos de la feria generando y absorbiendo todo lo que podíamos. Este año, repetimos el formato y volvimos a aparecer en la prestigiosa lista, esta vez con tres artistas nacionales. Quedar seleccionados implica integrar la gran muestra de trabajos (que se exhibe no solo en Bolonia, sino que viaja a otros continentes) y formar parte de un catálogo maravilloso, además de una enorme visibilidad para cada uno. Este año, contamos con un stand gracias al trabajo conjunto con Uruguay XXI y la gestión editorial del área de Letras de la Dirección de Cultura. Nos representó una contundente delegación ilustradora en la que se incluyó al ganador del premio, que este año fue Jorge Mato (Ca-Teter) y a los seleccionados por la feria: Cecilia Rodríguez Oddone, Sabrina Pérez y Alfredo Soderguit, que nos honraron con su trabajo. Además viajó otro buen grupo de ilustradores entusiasmados, que se preparó con más profesionalismo para mostrar trabajos de su autoría y ser parte de todo este impulso”, cerró.

Fuente: Revista Paula- El País