Un grupo de 21 médicos y enfermeros brindaron asistencia a pasajeros y tripulantes del crucero fondeado a 20 kilómetros de la costa

Sebastián Yancev subió a un crucero por primera vez este domingo, aunque reconoce que las circunstancias para recorrer uno que tiene siete pisos y más de 200 personas a bordo no fueron las mejores.

Yancev fue uno de los integrantes del grupo de 21 médicos y enfermeros de la emergencia 1727 del Casmu y del Hospital Británico que junto a la directora de Coordinación del Ministerio de Salud Pública (MSP), Karina Rando, partieron a las 8:30 de este domingo desde el Puerto de Montevideo hacia el buque Greg Mortimer, a 20 kilómetros de la costa, para atender a casi la totalidad de los pasajeros, que presentaban síntomas de coronavirus.

En el crucero, que partió de Ushuaia (Argentina) con destino a Las Palmas (España), viajan 132 pasajeros y 85 tripulantes. La embarcación solicitó su desembarco en el puerto de Montevideo el martes de la semana pasada pero, al advertir la presencia de pasajeros con síntomas de covid-19, la Cancillería y el MSP aseguraron la atención médica a los viajeros sin permitir su descenso.

De momento fueron evacuados seis personas en total que se encuentran internadas y 80 ya fueron diagnosticadas con coronavirus.

La tarea de los 21 profesionales comenzó a planificarse el sábado, en coordinación con autoridades del gobierno, y su tarea a bordo terminó entrada la noche del domingo. «Todos ingresamos con protección personal, llevamos más de lo previsto y en total estuvimos casi 14 horas», contó Yancev en diálogo con El Observador, coordinador prehospitalario de adultos de la emergencia 1727 del Casmu.

Se armaron equipos de tres personas que tenían diferentes tareas que cumplir en el crucero. «El objetivo inicial era lograr un triage de todo el barco, tanto de tripulantes como pasajeros. Había pacientes para aislar, otros para confirmar que eran positivos, y algunos ver cómo continuaban sus cuadros», explicó.

Además, parte del trabajo consistía en asegurar la disponibilidad de equipos de protección y otros insumos en la embarcación, necesarios para estos días hasta que el gobierno uruguayo coordine la repatriación de los ciudadanos que estén en condiciones de regresar a sus países de origen.

Una de las primeras sorpresas para el equipo fue que «casi la totalidad» de los pasajeros y tripulantes tenían síntomas de covid-19.

Dentro del personal del barco, los que se sentían mejor eran los encargados de continuar trabajando a pesar de tener el virus, ya que no podían ser reemplazados.

Equipos complejos
Gissel Carle, médica intensivista, utilizó en el crucero el mismo equipo de protección que lleva cuando hace guardias en áreas con pacientes contagiados con covid-19 en el Casmu, por lo que conocía cómo se utiliza. Sin embargo, en esta oportunidad trabajaron más horas de las que estaban previstas.

«Cuando nos sacamos los equipos salíamos con la ropa empapada porque teníamos muchas capas, pasamos horas en el barco, hablando con la gente y es sofocante», afirmó. Llevaban un equipo descartable quirúrgico, un mono que cubre la cabeza y el cuerpo, una túnica impermeable, botas, lentes y una máscara facial de protección que utilizan cuando están examinando a un paciente muy cerca y se generan procedimientos que causan secreciones, explicó.

Sin embargo, algunos sufrieron las consecuencias. Según Yancev, el personal tuvo que subir y bajar los siete pisos del barco y algunos se deshidrataron o les bajó la presión y tuvieron que ser evacuados. «El movimiento del barco tampoco ayudó. Tuvimos que suplantar a algunos con los que estaban afuera», afirmó.

Además, luego de caminar cierto tiempo, algunos debían recostarse en los pasillos y mantener las piernas estiradas hacia arriba para evitar desmayarse.

Para esta tarea fue seleccionado el personal con más experiencia en el sector prehospitalario, medicina intensiva y en contacto con pacientes con coronavirus.

Yancev trabajó en siete misiones de paz de Naciones Unidas y tiene experiencia en tratar con pacientes con malaria y dengue, por lo cual fue el encargado de liderar el grupo del Casmu.

Aplauso de despedida

El crucero Greg Mortimer está en el mar desde el 15 de marzo. En el medio de la incertidumbre sobre el estado de salud, por no saber cuándo regresarán a su casa, y no conocer el país en donde están, para los pasajeros y tripulantes, ver y escuchar al personal de salud uruguayo fue un bálsamo.

«Bienvenidos» y «gracias» fueron las dos palabras que más repetían desde la embarcación. «Sintieron que no estaban solos», dijo Yancev.

Como demostración de agradecimiento y en el medio de una jornada que se avizoraba larga, el chef del crucero preparó una comida para alimentar al personal de salud. «Fue la principal ingesta de la mayoría en el día», dijo Carle.

Además, antes de retirarse del barco, fueron aplaudidos por los pasajeros devenidos en pacientes durante más de dos turnos de trabajo.

Los 21 integrantes de 1727 y del Hospital Británico deberán permanecer en cuarentena a pedido del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, como una medida de protección, a pesar de haber utilizado todos los mecanismos de seguridad para este tipo de situaciones.

Fuente: El Observador