Todos le reconocen a Mujica que mejoró la imagen internacional.

Pueden amarlo o dejarlo, votar a favor o en contra de su partido en las elecciones del domingo. Y todos con buenas razones. Pero si en algo parecen coincidir los uruguayos de todas las corrientes es que José Mujica puso a Uruguay en el mapa del mundo y jerarquizó la marca país.

Los elogios internacionales venían de antes, pero tomaron carrera cuando la revista británica The Economist sorprendió a fines de 2013 con la designación como «país del año» a Uruguay. Sus políticas sociales, según la revista, contribuían «al crecimiento de la felicidad».

A esas alturas, la personalidad de Mujica ya era objeto de elogiosos análisis. Los principales medios tomaron nota del fenómeno sudamericano y se arrimaron hasta estas orillas para retratar al país y a su presidente de aura legendaria.

Y ahora, mientras se decide quién será su sucesor, entre el ex presidente Tabaré Vázquez, por el oficialismo, y Luis Lacalle Pou, por el Partido Nacional, está claro que uno de sus mayores legados será un Uruguay con buena fama de un lado al otro del globo. Hasta en países donde ni siquiera se sabe cómo pronunciar ese nombre de origen guaraní.

Los primeros en destacar este logro exterior, desde luego, son sus más fervientes seguidores. Ellos le agradecen esa extraordinaria figuración que potencia al país y que, a la vez, creen que refleja su manera de ser y de gobernar.

«No estoy ciento por ciento de acuerdo con todo lo que se dice de él, pero sí Uruguay no existía en el contexto internacional. Hoy en día, por lo menos, lo escuchan, nos ven como un país en serio», dice Sergio Brum, que regentea el bar de un club en La Teja, un modesto barrio de obreros, empleados y gente de oficios que vota casi sin excepciones por el Frente Amplio (FA).

«No es perfecto, nadie lo es, pero es una persona reconocida a nivel internacional y vive tal cual lo describen, sin lujos. Un hombre que estuvo 13 años en la cárcel, y que cuando le tocó gobernar estuvo a las alturas de las circunstancias», dice Brum a LA NACION, mientras se reparte entre el asado que hace en la vereda y la emoción del retrato que va describiendo sobre la vida del «Pepe».

El barrio de La Teja muestra una devoción por el Frente que supera las pruebas más duras. No sólo su avenida principal, Carlos María Ramírez, está atravesada de guirnaldas rojas, blancas y azules, los colores de la agrupación. Tiene algo así como un local partidario por cuadra, con sus carteles, altavoces y militantes difundiendo volantes. Y la gente jamás dará el brazo a torcer sobre los méritos de sus dirigentes.

Jorge Chaparro, por ejemplo, deja claro que cualquier elogio para Mujica se quedará siempre corto. «Como Mujica no hay nadie, está dando trabajo, vamos a ver qué hace el presidente que viene, hasta dónde llega, porque mejor que el «Pepe» no he visto», dice en respuesta a si el presidente ha sido un buen gobernante y un buen embajador.

Y eso que Jorge, de 27 años, vive en situación de calle. «Yo no trabajo porque nunca tuve documento, no estoy inscripto», aclara sobre la contradicción entre su suerte individual y el elogio que acaba de hacer sobre el mercado laboral.

Pocas objeciones

Las voces en las calles de La Teja varían en los detalles, pero se repiten en las alabanzas. ¿Acaso en la otra punta de la ciudad, concretamente en Punta Carretas, uno de los barrios más acomodados de Montevideo, se escucha algo distinto? Pero ahí también, aunque las simpatías partidarias se dividen, las habilidades de Mujica como promotor de Uruguay en el exterior no tienen mayores objeciones. Lo demás es otra historia.

«Mujica afuera hizo una gestión excelente, nos vendió como país. Pero la gestión puertas adentro no fue buena, les dio mucho poder a los sindicatos y lo pasaron por arriba. También falló en el tema seguridad», dice Felipe, de 23 años, que estudia Relaciones Internacionales y votará por Lacalle Pou.

Hay que subir la apuesta y buscar a los opositores más aguerridos para recién encontrar fisuras en la gestión exterior de Mujica. Y ahí está un grupo de chicos veinteañeros que ondulan banderas del Partido Blanco en la entrada del Shopping Punta Carretas.

«Hacia el exterior, divino, pero en lo interno el gobierno no está bien llevado», dice Andrés, que estudia Agronomía, y que junto a sus compañeros lamenta que, más allá de las imágenes alrededor del mundo, sigan fallando la seguridad, la educación y la salud pública.

Fuente: La Nación