El cantautor uruguayo brindó un recital a través de YouTube, Facebook e Instagram que tuvo picos de audiencia de 40.000 personas solo en YouTube

«Telefonía” le sigue dando alegrías a Jorge Drexler. La canción fue premiada en los Grammy Latinos y se convirtió en su último gran éxito, y ahora, en tiempos de coronavirus y distanciamiento social y forzada comunicación virtual, cobra un nuevo significado. “Bendita cada onda, cada cable; bendita radiación de las antenas”, dicen unos versos que este domingo fueron, en simultáneo, tarareados por miles y miles de personas que siguieron el exquisito concierto que el cantautor uruguayo dio vía streaming, desde Madrid al mundo. La transmisión del recital fue por YouTube, Facebook e Instagram, y solo en la primera, hubo picos de audiencia de casi 40.000 usuarios. Al cierre de esta nota, el video de Facebook ya acumulaba más de 268.000 reproducciones.

“Me parece una maravilla de exageración”, comentó Drexler cuando supo de esa cifra. “Están todos locos”.

Hoy domingo, a las 16.00 hora uruguaya, Drexler ofreció un recital gratuito a través de internet, en directo desde el estudio XLR de la localidad madrileña de Pinto, y logró completar una experiencia cálida e íntima que de alguna forma y por un rato, nos hizo olvidar de la distancia. Para hacerlo posible, trabajó con su equipo de siempre en ensayos con todos los protocolos sanitarios, que incluyeron hisopados para descartar un posible caso de coronavirus. Aunque los resultados fueron negativos, todos los que trabajaron en el set durante la transmisión (18 personas en total) usaron barbijos, a excepción del protagonista.

Ellos, todos, adaptaron al confinamiento la propuesta de Silente, el espectáculo con el que Drexler venía girando y con el que se presentó, con entradas agotadas, el año pasado en el Auditorio Nacional del Sodre. El repertorio fue similar, aunque más acotado, y también fueron muy similares la puesta en escena (cuyos pilares fueron el trabajo de iluminación y unos paneles que sirvieron de escenografía) y el formato. Drexler actuó solo, sin banda; tocó a guitarra y voz, con un set de pedales con el que aportó climas y texturas a una hora y media de música.

Como extra estuvo la cajita de fósforos que le sirvió de percusión para hacer “Transporte”, canción que comenzó a cantar, de chaqueta y sombrero, en las afueras del estudio. Era de día y mientras caminaba a cámara y sacudía ese pequeño elemento percutivo, cantaba que “desde ahora mismo y aquí, hacia donde quiera que estés, parte de mi alma parte a tu encuentro” e ingresaba al plató. En el camino, sin parar de cantar, se topó con el asistente al que le dejó el sombrero y los fósforos y de quien se llevó la guitarra, para seguir tocando y terminar esa primera canción del set. Para cerrar el show desandaría ese camino, pero esta vez entonando “Codo con codo”, el tema que compuso inspirado en el coronavirus.

Una vez en escena, Drexler dijo que este show se hizo con el objetivo de llevar a cada pantalla “un poquito de calor y de belleza en esta época difícil y fea en muchos aspectos”.

Eso lo logró con canciones previamente seleccionadas, algunas que improvisó a pedido de la teleaudiencia (“Sanar”, por ejemplo) y con “Eso que tú me das”, último simple de Jarabe de Palo, con el que homenajeó a su amigo Pau Donés. Fue el momento más emotivo y el brevísimo silencio que hubo tras la última nota lo acentuó un poco más.

Junto con la música, Drexler también se refirió al coronavirus, su impacto social y las derivaciones políticas. “Es momento de que los políticos escuchen a la ciencia y no al revés. (…) No es un momento de creencias, teorías de conspiración ni de opiniones: es un momento de datos, de cuidarse y de escuchar a los científicos”, comentó antes de una potente versión de “Todo se transforma”.

Todos sus movimientos estuvieron seguidos por varias cámaras que hicieron la filmación para Facebook y YouTube; eso brindó un dinamismo lleno de detalles artísticos, como los planos cenitales que le sacaban provecho a la proyección de sombras o la superposición de imágenes que protagonizó el momento de “La edad del cielo”, en una elección muy eléctrico-viajera. Para Instagram, la transmisión fue directo desde un celular, así que lo que se vio tuvo otro color, más de making of, más “casero”. Fueron dos miradas complementarias para una experiencia de primer nivel, sin fisuras, en la que un equipo entrenado y riguroso potenció de la mejor manera el carisma y la calidez de la música del anfitrión, que entre copas de cerveza, el recuerdo a las clases de salsa que la pandemia interrumpió y frases de cariño, hizo lo que mejor sabe hacer: cantar unas canciones genuinamente bellas, que aún a distancia hicieron olvidar, por un rato, el color de esta realidad.

Fuente: El País