Talleres con aproximaciones prácticas y lúdicas proponen tomar contacto con los sonidos desde otro lado y con enfoques para todas las edades.

Para comenzar a adentrarse en la música no hay una edad. Sea a través de clases formales, más lúdicas o de experiencias con los sonidos, varios talleres montevideanos lo intentan a través de diferentes formas. Estos son solo algunos de ellos.

Máquinas de Ritmo

José Nozar y Pablo Sónico son bateristas de dos bandas de rock con historia: Buenos Muchachos y The Supersónicos. Y además de compartir una infinidad de escenarios, han colaborado juntos bajo el nombre Máquinas de Ritmo. Fueron bautizados por Tito Sónico, guitarrista de The Supersónicos. «Él siempre quiso ser baterista y nos veía a nosotros dos como un modelo a seguir y nos decía que éramos máquinas de ritmo por lo bien que íbamos y cómo nos compensábamos», contó Sónico.

Esta colaboración de larga data, que se condensó primero en el disco Canarios de La Hermana Menor –donde armaron un set de batería a través del que se combinaban– y luego siguió en presentaciones de Buenos Muchachos y como teloneros de Pixies y Sonic Youth, llevó a que este año comenzaran a ofrecer clases particulares y talleres grupales de batería.

En estas instancias han experimentado con percusiones no tradicionales. Por ejemplo, durante la presentación del disco Se pule la colmena, Sónico tocó con una sierra que sacaba chispas sobre el escenario. Nozar también comenzó a tocar con dos chapas montadas. «Nada que no se haya hecho hace muchísimo tiempo», dijo el baterista de Buenos Muchachos. «Empezamos a entretenernos con cosas que iban más allá de la batería estricta. A intentar emular sonidos que escuchabas en la ciudad o sonidos de la naturaleza. Y entre los dos, interactuando, intentábamos lograr eso. No es algo que necesariamente sea particular, pero es nuestro modo», explicó.

Este tipo de aproximación a la percusión es lo que se trasladará hacia las clases y talleres. Si bien Sónico ya daba clases, esta será la primera incursión en la enseñanza para Nozar. «Estamos yendo por métodos no tan convencionales, más ligados a lo lúdico que a lo estríctamente técnico. Aunque depende del alumno y del conocimiento que traiga y los avances que vaya efectuando», explicó Nozar. «Es una forma de encarar la música de una manera integral y no solo la batería como instrumento. Viendo cómo interactúa con otros instrumentos, cómo se puede componer una pieza, cuándo la batería puede ser un instrumento de base y cuándo tiene que ser el instrumento más importante de la canción».

A las clases semanales unen un taller mensual donde los alumnos se reúnen para intercambiar, invitar a familiares y amigos, y tocar. «Hacemos una especie de catarsis colectiva», dijo Nozar.

En opinión de ambos músicos, no se necesita absolutamente nada para aprender a tocar.

De hecho, según explicó Sónico, es muy fácil armar una batería casera. «Agarrar las cacerolas de la casa cuando nadie esté y tocar. Se pueden agarrar almohadones, cuadernos, libros, palitos de brochet unidos. Poner un disco de fondo y ponerse a tocar. Esa es la manera de tener tu batería en casa», contó.

Se puede encontrar más información sobre sus clases, además de las vías de comunicación con los músicos en su sitio maquinasderitmo.uy.

Latasónica y el ritmo

«De chico te mandaban a estudiar piano, guitarra, pero nadie te manda a estudiar música con tachos de basura», aseguró José María Ramírez, de Latasónica, colectivo de percusión alternativa que además de ofrecer shows realiza obras teatrales para niños, talleres y actividades empresariales de la mano de la agencia Improfit.

Actualmente Latasónica posee dos grupos de talleres, que consisten en una clase semanal de hora y media o dos, durante tres meses. Hasta el momento ambos son para adultos. Sin embargo, reconocen que hay una demanda en clases para niños. «Por ahora hemos estado con ellos en momentos puntuales como las vacaciones de julio. En realidad nuestra idea es poder desarrollar en breve algo un poquito más sostenido, porque los papás se nos están acercando a preguntar. Obviamente con el público infantil la dinámica es totalmente distinta; es otra línea pedagógica más allá de que la impronta de Latasónica sea igual», dijo Ramírez.

Sus talleres están dirigidos para público que no tiene formación musical.

En este sentido, sus clases se basan fundamentalmente en la práctica y en el desarrollo de la sensibilidad sonora. Fundamentos teóricos de la música se van agregando a medida que los alumnos avanzan, pero no se enfatiza sobre ellos al principio. «Queremos que entiendan que la música está en el entorno; lo que hacemos nosotros justamente es buscar elementos del entorno. Hay un trabajo de sensibilización, pero el más fuerte es el de ensamble, que aprendan a ensamblar percusión, que aprendan a diferenciar los timbres de los instrumentos», explicó Ramírez.

El paso siguiente al poder ensamblar un grupo es la composición. Para eso el taller también enseña las bases para crear nuevos instrumentos con objetos cotidianos. «Les enseñamos algunas técnicas, que son muy sencillas. Y por otro lado los ayudamos también a que ellos busquen su propia manera de construir, porque en esto no hay una única opción».

De acuerdo a Ramírez, cualquier objeto puede transformarse en instrumento, ya que casi todos producen sonido una vez golpeados. «Vos tenés que buscar es que ese sonido de alguna manera pueda armonizar con otros. Pero desde el punto de vista rítmico sí, todos los objetos pueden servir para tu composición».

Para participar de los talleres se puede contactar a Latasónica a través de su Facebook. Y los grupos no tienen cupo máximo. «Es un gran elemento de socialización», afirmó Ramírez. «Aunque parezca una frase hecha, la música genera puentes, une a la gente. Esa es una de las cosas más importantes para nosotros. Por otro lado, sabemos que más allá del conocimiento específico, brinda oportunidades de que la gente conozca de la música y pueda acercase desde lados distintos, y no desde los lugares más clásicos».

Ajó y la primera infancia

La iniciativa de Alejandra Goldfarb, Natalia Goldberg y Lili Ramos surgió de la misma experiencia. «Una de nosotras había sido madre y se veía la poca oferta de actividades justamente en esta primera etapa de la vida. Lo único que tenías para hacer es matronatación y en lugares muy selectos, que prácticamente ni te enterabas.Empezamos a proponer talleres de forma privada, y después nos fueron convocando». Así, Ajó, Experiencias Musicales Oportunas comenzó en 2004 a trabajar en programas de la Intendencia, para Unicef, el Plan Caif y centros de educación privados.

Actualmente tienen lo que llaman Talleres Permanentes. En la Fundación Eduardo Mateo se realizan actividades familiares los martes en dos grupos, con niños de 1 a 2 años y de 2 a 3 años. Y una vez por mes realizan un taller para familias con bebés de 0 a 1 año. Asimismo, realizan un espectáculo participativo que hoy realizará su última función en el Teatro Solís con entradas agotadas, y que a partir del sábado 17 de setiembre volverán a hacer en la sala Undermovie.

«El espectáculo es el resultado de las intervenciones puntuales en las instituciones. Y a la vez pudimos concretar la salida de nuestro primer disco con canciones propias. Las fuimos haciendo a medida de las necesidades que íbamos viendo en la cancha, en los talleres», contó Ramos.

Todas estas propuestas están orientadas hacia el núcleo familiar y se basa en estas diferentes canciones que el grupo realizó. «En los más chiquititos el que está activo es el adulto, estimulando al bebé a hacer y a moverse, a reconocer, y el que es más grandecito es más independiente en abordar los juegos», explicó Ramos. Los instrumentos que utilizan también están pensados para los pequeños. «Son instrumentos de percusión sencillos que ellos pueden manipular. Buscamos que sean atractivos visualmente y acordes en su tamaño».

Estos instrumentos –que vienen presentados en una caja llamada Piú–, así como también su disco, pueden comprarse a través de su página en Facebook. Sin embargo, su foco no está puesto solo en las familias, sino que Ajó también realiza talleres para educadores.

Para más información sobre sus actividades se puede visitar su página en Facebook.

El «candombe terapia»

En la planta del viejo Gasómetro de la ciudad, casi sobre la Rambla, la Escuela de Candombe Integración realiza dos veces por semana talleres de candombe con una aproximación más didáctica que teórica y sin límites de edad. «Lo paso a lo práctico, a lo más didáctico, porque lo entienden más fácil. A veces si se le puede escribir al alumno se le escribe, pero me parece que es mejor así», afirmó el director de la Escuela, Héctor Suárez. Los sábados además se realiza un taller abierto para todos los alumnos exclusivamente para tocar en grupo.

En sus clases se enseñan los tres estilos de candombe: Barrio Sur, Palermo y Cordón, además de la diferencia de los fraseos entre sí, cómo caminar en la calle y cómo armar una cuerda.

La escuela está también está comenzando a armar clases para niños desde 8 años.

Las personas no necesitan tener tambor ni conocimiento de candombe.

«Tenemos clases con amateurs y unas clases donde se los mezcla con gente más adelantada para que se vayan fogueando. Y cada 15 días los saco a tocar en la calle, para que vayan entendiendo los diálogos», contó Suárez.

Las clases se realizan con unos 10, 15 alumnos pero la cantidad siempre varía.

«Por lo general ya hay algunos que están tocando en la comparsa. Los invito y si les gusta, salen con nosotros».

Para participar de las clases se puede llamar al 095505478.

Loog guitars: aprender, hasta con una aplicación

Las famosas Loog Guitars, instrumentos para niños desarrollados por Rafael Atijas, tienen desde este año otra herramienta para guiar el aprendizaje: una intuitiva app para iOS.

«Lo que buscamos con nuestras guitarras es que sea fácil, divertido y estimulante para los niños aprender a tocar música. Nos dimos cuenta de que, además del instrumento, era necesario algún tipo de contenido educativo que hiciera posible esa experiencia. Fue así que decidimos hacer una app –que además nos permite ofrecer un afinador– y un libro impreso con clases y canciones de los Beatles, los Stones, y más», contó Atijas a El Observador desde Nueva York.

El gran desafío para esta nueva iniciativa fue hacer que el aprendizaje sea acompañado de entretenimiento. «También fue un desafío crearla para que resultara atractiva tanto para niños como para padres», dijo Atijas. Además del ya mencionado afinador, las lecciones de acordes, un «monito baterista», que ayuda a marcar el ritmo y la posibilidad de aprender canciones populares, la app ofrece videos tutoriales protagonizados por Tim Kubart, actor y músico estadounidense, que además de protagonizar el programa infantil Sunny Side Up tiene un disco, Home, que ganó un Grammy al Mejor álbum para niños.

La aplicación Loog Academy puede descargarse en la App Store en forma gratuita.

Fuente: El Observador