Las uvas cosechadas entre las sierras y el mar hacen que se descubran nuevos terroires.

Aquí un informe especial de La Nación Revista

En sintonía con un país que hace gala de la sobriedad, que no corre, que se toma sus tiempos y siempre seduce, el vino uruguayo está comenzando a vivir su cuarto de hora. Y hay mucho entusiasmo. Los enólogos aseguran que el mundo está poniendo mayor atención en su cepa emblemática y que la cosa recién comienza.

Es que al parecer, hay vida después del Tannat y se van descubriendo nuevos terroires, que funcionaron fabulosamente otras cepas y que el juego de seducción entre el mar y los montes van sorprendiendo año tras año.

¿Se puede hablar del boom de los vinos uruguayos? ¿Es prematuro hablar del Tannat como el nuevo Malbec? ¿Qué papel juega el mar en estos nuevos caldos tan personales?

Santiago Deicas, coordinador de dirección del Establecimiento Juanicó, lo explica claramente: «La realidad es que nos están observando y respetando. Tenemos, por dar algunos ejemplos, un Michel Rolland que asesora Bodegas Narbona, un Alberto Antonini que trabaja con Agroland y a Paul Hobbs, que nos honra haciendo una excelente labor en Familia Deicas(la línea premium con concepto terruño). Es obvio que estos enólogos sólo se involucran en proyectos que tengan grandes posibilidades de éxito. Si bien todavía no se ha generado la moda del Malbec argentino, hablan de un vino diferente uruguayo. Pero sigue siendo un vino de nicho».

¿Qué tendrá entonces el Tannat que no tienen otros? Dicho rústicamente, los expertos hablan de cuerpazo. Y hay una explicación. Se trata de una uva que requiere cierta humedad en la viña para desarrollarse en su plenitud. Además, necesita una elaboración diferente al resto de las demás variedades. Deicas explica que hay que favorecer la extracción de aromas y no preocuparse por extraer color ni cuerpo porque ya vienen solos. De esta forma se logran vinos con taninos dulces, mucho volumen y sobre todo una complejidad aromática muy intensa.

Como si esto fuera poco, se habla de una curiosa cualidad que supera a cualquier otro tinto (hay estudios que lo comprueban), y es el poder antioxidante.

El origen

Gracias a esta cepa, Uruguay inició la producción vitivinícola a escala comercial. La historia se remonta a 1870 con don Pascual Harriague, que buscaba una uva que se adaptara al suelo y climas locales. Probó con distintas variedades, entre ellos con un Tannat originario del sur de Francia que terminó dando muy bien (tánico, de taninos suaves y tiernos, color muy atractivo), al punto de hacerse famoso como el vino uruguayo y superar en cantidad a su tierra nativa. Como consecuencia, se abrieron las puertas del mercado internacional para otras variedades de vinos uruguayos y luego comenzaron a reinar interesantísimos blends de Cabernet Sauvignon-Tannat -Merlot o Tannat-Cabernet Franc, para dar algunos ejemplos.

Las uvas y el mar

Uruguay tiene una gran diversidad de micro terroires en todo su territorio. Para la vid, son mejores las zonas al sur del Río Negro, ya que al norte el clima se torna más tropical. Yendo hacia el Sur, Canelones es la zona más famosa, con suelos arcillosos y calcáreos, ideales para el Tannat. Al sudoeste está la Sierra de Mahoma, en San José, con suelos graníticos y mucho equilibrio en las uvas. Más al centro se encuentra El Carmen, en Durazno, con un grado Celsius más que el Sur, que permite madurar quince días antes, lo que ayuda a lograr excelentes Cabernet Sauvignon. ¿Pero qué papel juega el mar en estos vinos que están dando qué hablar? Parece que mucho. Deicas tiene una línea llamada Atlántico Sur, que destaca este gran protagonista. Y no es sólo un tema poético, sino que tiene que ver con factores aromáticos y de humedad. «El plus del mar no sólo se da en nuestros viñedos de Garzón en Maldonado, sino también en Progreso y Juanicó, a treinta kilómetros del mar, en Sierra de Mahoma y el resto de las zonas sur, que están próximas al Río de la Plata, que es casi como un mar», explican en la bodega.

Garzón, que está tan de moda, tiene un clima templado, bajas temperaturas nocturnas en vendimia y brisas oceánicas que favorecen la síntesis de polifenoles y compuestos aromáticos. Su geología está compuesta por rocas ígneas meteorizadas y granitos alterados (1000 millones de años). El suelo franco arenoso y las pendientes pronunciadas permiten drenar el agua de lluvia rápidamente. Todos estos factores garantizan vinos elgantes con perfecto balance entre alcohol, acidez y fruta. Y ahí nació el Tannat que este año fue premiado como el mejor del año. Realizado en Bodega Garzón, propiedad de Alejandro Bulgheroni, este vino ganó el terruño de oro y ganó fama más allá de sus fronteras.

Caterina Viña es una prestigiosa enóloga uruguaya, que resume el fenómeno con pocas palabras. «Uruguay arrancó con sus vinos en Montevideo y alrededores; fueron los inmigrantes los primeros audaces que plantaron vid. Pero ahora se buscan zonas diferentes y, por ejemplo, hemos descubierto que toda el área de la costa es ideal para lograr un fabuloso Pinot Noir. Las zonas costeras son las mejores porque el efecto del mar produce una baja en las temperaturas máximas y brisa muy húmeda. Eso hace que logremos vinos con buena intensidad aromática».

Bodega Bouza, una de las más importantes, se concentra en tres regiones, con diferentes variedades y objetivos. Una es Melilla, cerca de Montevideo; la otra es Las Violetas, vecina a Canelones y la tercera es Pan de Azúcar, muy cerca de Piriápolis. «Logramos vinos tintos equilibrados con una buena acidez y mucha frescura. Uruguay está produciendo además muy buenos vinos blancos, fundamentalmente con las variedades más plantadas Chardonnay y Sauvignon Blanc, aunque también con variedades que comienzan a desarrollarse en el país como Albariño, Petit Manseng y Riesling entre otras.Nuestra viticultura en la zona sur del país está muy marcada por la influencia del río y el mar», explica Eduardo Boido, enólogo de Bouza.

Brisas del oceáno o del Plata (como es el caso de los vinos provenientes de Carmelo, e incluso Cufré, cerca de Nueva Helvecia) en combinación con campos ondulantes parecen ser el gran secreto. Eso y mucho entusiasmo, además de la poesía uruguaya, que tiene que ver con ese cielo y esas estrellas. Este verano, puede ser buen momento para degustar.

Fuente: La Nación