Jorge Helft conoció a Picasso y tuvo la idea de traer su primera exposición en nuestro país; empieza el viernes 29 en el Museo Nacional de Artes Visuales

«Para mí, habiendo nacido en el arte era un lujo ir a la casa de Picasso y poder charlar con él. El contacto era interesantísimo pero carecía de calidez humana”. El que cuenta es Jorge Helft, coleccionista de arte que es el impulsor de la llegada de Picasso en Uruguay, la primera exhibición de obras del maestro español en nuestro país.

La exposición que se inaugura el viernes 29 en el Museo Nacional de Artes Visuales, es una iniciativa del Musée National Picasso-Paris y su presidente Laurent Le Bon, quien figura junto Helft como responsable de la idea original. La curaduría es de Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso Barcelona.

Es la primera vez que viene obra original del español a Uruguay aunque el museo, cuando lo dirigía Angel Kalenberg, alojó una muestra de grabados.

El vínculo de Helft —quien nació en París en 1934, vivió en Buenos Aires y actualmente reside entre Montevideo y París— con Picaso y su obra tiene casi siete décadas. Su tío, Paul Rosenberg, fue marchand del artista entre 1920 y 1940 y amigo toda la vida. Los padres de Helft empezaron entonces a comprar obra de Picasso. “En mi casa había media docena”, recuerda.

El primero que lo impresionó fue el Guernica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York cuando tenía ocho años. “Estaba en una sala más bien angosta a la salida de un ascensor y era un cuadro más”. Lo volvió a ver, cuenta, años después en la segunda bienal de San Pablo. “Llegó arrollado en un tambor y yo estaba cuando lo desenrollaron con algún daño a la capa pictórica”, dice. “El bastidor lo hicieron en Brasil con madera de pino y lo volvieron a clavar. Y después lo desclavaron. Eso era común en aquellos años”.

“Cuando papá y mamá iban al sur de Francia llamaban a Miguel, que era el chofer y secretario de Picasso, y le preguntaban si los podía recibir”, dice Helft. “Y así íbamos a tomar el té. Generalmente llegábamos a las tres, tres y media y a las cinco, cinco y media, la segunda mujer de él, Jacqueline, le decía, ‘Picasso es hora de ir a pintar’. Y ahí todos nos levantábamos y se terminaba la visita. Siempre había ocho o 10 personas. Le gustaba juntar amigos”.

Cuando ya siendo treintañero, Helft iba a la casa y “él tenía un favor especial conmigo: me llevaba aparte y me decía ‘contigo puedo hablar español’”.
“Conocí a Borges que era avasallador, fui amigo de Pierre Boulez, conocí muy bien a Louise Bourgeois, y en ellos había un contacto casi personal, de interés mutuo”, recueda Helft. “No en Picasso quien tenía más de 80 años y me contaba muchas cosas de 60 años antes. Cosas como ‘te habrá contado tu padre de cuando fuimos al teatro en el año 20”. Yo ya lo sabía porque teníamos fotos de Picasso y Olga (Jojlova, su esposa) en mi casa y con mis padres. No era lo que me interesaba. Yo quería hablar de qué pensaba del arte actual, cómo vivía lo que él provocaba en los jóvenes, esas cosas. Y siempre volvía a anécdotas de antes de mi nacimiento”.

Traerlo a Montevideo
“En 2016 hubo una muestra en Buenos Aires de 72 dibujos de Picasso y yo le dije a Laurent (Le Bon), ‘¿Y Montevideo?’. ‘Hacela vos’, me dijo”. Aunque Helft había organizado muestras grandes (de Duchamp, por ejemplo) y es uno de los importantes coleccionistas de arte del Río de la Plata, el desafío le pareció mucho y aceptó cuando se le prometió carta blanca.

Se contactó con el embajador uruguayo en París, Guillermo Dighiero, quien sugirió encontrar “un saborcito” sobre la relación de Picasso y Joaquín Torres García. “Así que puse a trabajar a los investigadores del museo Picasso de París y Barcelona y encontramos correspondencia e intercambios que van a estar en la muestra”.

Cuando le pidió una sugerencia a Le Bon de por dónde ir con la selección, Helft rechazó propuesta de concentrarla entre sus primeros años y 1920. “Montevideo es una ciudad culta, universitaria y no ha tenido obras de Picasso a la vista pero ha viajado y lo ha visto y los que no han viajado, lo conocen. Ese era el enfoque equivocado”.

De una nueva planificación en conjunto surgieron las 45 obras que llegan al Parque Rodó. De curador se eligió por consenso a Guigon, que es hispanoparlante, ya ha estado una vez acá y conoce muy bien la obra de Torres y Barradas. Guigon agregó tres obras al planteo original: así 90 por ciento de la muestra viene del museo Picasso de París y el resto del de Barcelona.

Todo eso, claro, tiene un costo elevado. “Yo había preguntado cómo se pensaba financiar y Enrique (Aguerre, director del museo) era muy optimista de que el nombre Picasso era mágico con los sponsosr. Yo igual avisé que la cuenta era alta y que no se iba a llegar”, dice. Helft tenía razón, los anunciantes no aparecieron, y finalmente sugirió cobrar entrada, lo que fue tomado con sorpresa pero finalmente tras consultas cada vez más arriba en la escala jerárquica se decidió que sí. Saldrá 250 pesos y los martes la entrada será gratuita, previa reserva.

“No hay obras maestras, porque traer una sola ya sería más caro que toda la exposición pero sí hay muy buenas obras de todas sus etapas”, dice Helft.

“Es un conjunto coherente”.

Fuente: El País