La triatleta Romilda Porrini es la primera uruguaya en clasificar al Mundial de Hawai.

De sueños en sueños. Así es por estos días la carrera deportiva de Romilda Porrini, la triatleta que se animó a correr un ironman y que se convirtió la primera representante de Uruguay en la historia, tanto en damas como en caballeros, en clasificar al Mundial Ironman de Hawai, el evento anual donde compiten los mejores del planeta.

La ciudad de Kona, en la paradisíaca isla, es la cuna del ironman, donde en 1978 a un militar estadounidense se le ocurrió hacer una competencia que sumara 4 kilómetros de natación, más 180 kilómetros de bicicleta y por último 42,195 kilómetros -la distancia de una maratón- de running. El ganador sería el hombre de hierro, así como los que completaran la dura prueba.

Para alcanzar la máxima aspiración de su carrera, Romilda logró la marca clasificatoria en el Ironman de Fortaleza, Brasil, uno de las más de 20 pruebas oficiales para acceder al mundial. “Es algo reimportante para mí”, contó a El Observador. “Yo nací en el deporte en las carreras de aventuras y después, por motivos personales, porque mi esposo corre triatlón, me empecé a arrimar al triatlón y después que empezas a agarrarle el gusto competir en un ironman es lo máximo”, señaló.

Ya había corrido pruebas de medio ironman -con la mitad de las distancias- y Fortaleza fue el primero que corrió de forma completa. El pasado 9 de noviembre fue su debut en esa modalidad y mal no le fue: obtuvo el primer lugar de su categoría y el 8° puesto en la clasificación general femenina, ganándole a seis atletas de élite de distintas nacionalidades.

“Yo decía ‘que bueno sería poder llegar a un ironman’ y después, la clasificación a Hawai, era la frutilla de la torta. Y mucho más porque ningún uruguayo lo había logrado”, destacó.

Las olas y el viento

A la prueba de Fortaleza, Porrini la comenzó a planificar a principios de año, cuando se inscribió. “Nos venía bien por el tema de la rutina para poder entrenar y nos anotamos. El sueño de la clasificación a Hawai era el ideal y por suerte se dio”.

No fue fácil. Las condiciones de la ciudad brasileña hicieron que fuera una carrera complicada. “Estuvo dura”, comentó. “En Fortaleza hay mucho viento. El mundial de kitesurf se hace ahí porque hay viento los 365 días del año y no fue la excepción. Hubo viento del este fuerte, con ráfagas”, comentó. “Y el mar es océano, océano. Y había mucho calor. Las condiciones fueron bastante duras pero por suerte hice los deberes y tuve la cuota de suerte que necesitas para que la carrera saliera bien”.

La primera parte, en el mar, también tuvo su dificultad por el oleaje. “Te largan como desde una marina, no desde la playa, vos te tiras agua y te quedas flotando hasta que suene la corneta de largada. Y largamos los 1.500 competidores desde el agua. Era así. Estuvo bastante bravo. Lo bueno que tenía era que estaba bastante salada y flotas un poco más”, contó.

A hacerlo realidad

Con la clasificación en la mano, ahora su objetivo es Hawai, la selecta carrera en la que competirá con los mejores del mundo, quienes clasifican en distintas pruebas ironman homologadas alrededor del globo.

“Supuestamente las condiciones son muy similares a Fortaleza, por el calor y el viento, a lo que se le suman los repechos porque es una parte de la isla con bastantes repechos. Así que habrá que entrenar bastante”, contó al analizar el trazado hawaiano. “En vista a eso, que es el 10 de octubre, voy a agendar el calendario con dos o tres carrera que sean de medio ironman, preparatorias, para después hacer la distancia completa allá”, señaló.

Romilda está feliz con lo logrado y se ilusiona con lo que va a vivir en Hawai. “Era mi sueño”, señaló. “Primero quería era lograr correr un ironman y la clasificación era lo máximo”, agregó. “Cuando fui a Fortaleza pretendía conocer la distancia y las sensaciones en el cuerpo, porque si bien había corrido carrera largas de aventura, no es lo mismo, porque los ritmos son otros. Acá es 100% físico y muchísimo mental, pero es como exigir a tu cuerpo al máximo toda esa distancia”.

“Iba ir a conocer un poco, no pensé que pudiera llegar ya a la clasificación”, dijo la triatleta uruguaya, una mujer de hierro que se prepara para hacer realidad su sueño.

Ser madre y triatleta

“Entreno seis días a la semana y normalmente cuatro de ellos los hago en doble horario. Uno a la mañana temprano y el otro después de llevar a mis nenes en el colegio de tarde”, contó Porrini, quien es veterinaria y trabaja en el Ejército. “El tema es compaginar la vida normal de uno, trabajo y familia, con poder entrenar muchas horas, porque exige bastantes horas”, dijo. “La gran diferencia entre la élite y los amateurs, que somos nosotros es que las horas de descanso o de gimnasio, que muchas veces son necesarias para complementar, no las tenes por tiempo o por temas económicos. Los profesionales entrenan, descansan y comen; acá tenes que trabajar y estar con la familia”.

El equipo de Romilda

La triatleta destacó que en 2014 pudo conformar un equipo de trabajo para su preparación. “Este año tuve un entrenador, Santiago Moyano, y un médico deportólogo, Edgardo Barboza, con quienes formamos un buen equipo, con el que te sentís apoyada y respaldada para este desafío y lograr este sueño que al final se terminó dando y ahora vamos a encararlo para octubre”. Además, destaca la disposición del ejército para permitirle correr. “Cuando me preguntan del apoyo que tengo, además digo que mi trabajo siempre me ha dejado salir a competir, lo que agradezco siempre”.

Fuente: El Observador