La obra del arquitecto Rafael Viñoly fue elogiada por la revista emblema en temas de estilo y arquitectura.

Tras la polémica impulsada por críticas a su posible alteración en el medio ambiente y el paisaje de la zona, en diciembre se inauguró el puente sobre la laguna Garzón. La obra, impulsada por el empresario argentino Eduardo Constantini, fue diseñada por el arquitecto uruguayo Rafel Viñoly.

La revista inglesa Wallpaper entrevistó al arquitecto uruguayo radicado en Nueva York, quien explicó alguna de sus ideas a la hora de concebir la obra. «El concepto era transformar un cruce vehicular tradicional en un evento que reduce la velocidad de los coches, para proporcionar una oportunidad para disfrutar de vistas panorámicas de un paisaje increíble, y al mismo tiempo crear un lugar peatonal en el centro donde la gente puede sentarse, pescar, bañarse y permanecer por encima del agua en un punto de vista único», indicó el arquitecto uruguayo.

La publicación explica en su artículo el reemplazo que hizo el puente del método anterior de transporte mediante balsa. También destaca la arquitectura del nuevo pasaje, así como su funcionalidad: «El puente, con vistas de 360 ​​grados, sustituye a un sistema de balsas lentos, lo que permitía que solo dos coches pasaran a la vez. Esta ‘laguna dentro de una laguna’ se asienta sobre pilares de hormigón circulares que soportan dos secciones de rampa consecutivos. Una rotonda central con dos carriles de tráfico se intercala entre dos pasarelas peatonales. Se trata de un cruce claramente diseñada para frenar la circulación, lo que minimiza el impacto en una laguna que es un santuario conocido por los cisnes de cuello negro, gansos, flamencos y garzas».

A su vez, la revista indicó que el proyecto puede verse como «una obra del corazón» de Viñoly. «Tengo un apego de toda la vida a esta zona, donde pasé la mayor parte de mi infancia, cuando el lugar era un medio ambiente no contaminado maravilloso que llegó a ser desafiado por la especulación del suelo y una falta total de planificación que pudiera controlarlo. Era casi una obligación moral e intelectual», relató Viñoly.

Fuente: El Observador