“Uruguay es un país donde la felicidad es más barata que en otros lados”.
Desde Uruguay Juan Campodónico ha liderado varios proyectos musicales de proyección internacional. A fines de la década de 1990 con la banda Peyote Asesino; ya comenzado el nuevo siglo al frente de Bajofondo el proyecto que creó con el argentino Gustavo Santaolalla y que ha recorrido varias veces el mundo y ganado varios premios, incluyendo los Grammy. Eso sin contar su labor como productor junto a artistas como Jorge Drexler o Cuarteto de Nos entre muchos otros.
Campo el grupo creado por Campodónico, que lleva el sello Marca País por el mundo, está por editar un nuevo álbum. En abril saldrá Tambor del Cosmos, editado por Sony México, del que ya puede escucharse como adelanto el tema “Bailar Quieto”.
El 24 de febrero Campo tocará en Punta del Este en Medio y Medio, el 31 de marzo en el Festival Lollapalooza de Buenos Aires y en abril se irán a México a presentar el nuevo álbum.
– ¿Que tan importante es para tus proyectos tu lugar en el mundo? ¿Pensás que el público internacional ve como algo distinto tu música por venir de Uruguay?
-No sé que ven los demás, pero si siento que en mi música hay una intención de que se vea el lugar del mundo en el que estoy. Me dejo influenciar por eso y trato de que le dé una identidad a la música que yo hago. No podemos venderle rock and roll a Estados Unidos, ya que ellos con el rock conquistaron el mundo. La música que yo hago tiene mucha influencia del rock, pero está escuchado desde otro lugar, en contraste con otras músicas, mezclado con otras cosas. Creo que está bien vivir las influencias que podes tener en tu música de una manera natural. Que representan como ves el mundo desde este lugar.
Por ejemplo con Campo tratamos de hacer algo de tendencia, que sea muy nuevo, estar en la misma página en la que está pensando el mundo globalizado, pero al mismo tiempo lo que estamos diciendo viene desde otro lugar y eso tiene una diferencia muy grande. Eso le da una cierta fortaleza a tu propuesta, el tener una personalidad, una identidad. Son valores que en el mundo artístico son básicos.
-¿Eso explica el interés que se ha despertado por la música uruguaya en la región y en el mundo?
-Lo que ha pasado en Uruguay es que en los últimos quince años ha habido una gran profesionalización. La gente se ha tomado muy en serio todas las partes del trabajo musical y artístico y eso ha hecho que crezca muchísimo. De ser una actividad totalmente marginal hace 20 años pasó a haber muchísima gente trabajando profesionalmente alrededor de la música, no solo músicos.
Eso ha repercutido mucho en cosas que han sido muy positivas para el país en general. Uruguay cambió mucho su autoestima en estos años a través de sus productos culturales, e incluyo al fútbol en esto.
También el que haya muchos músicos que hayan salido de Uruguay al mundo, que hayan tocado su música en distintos lados ha influido en ese cambio porque la gente se relaciona a través de la música con las sensibilidad de cada lugar. Es algo muy poderoso porque genera una relación con el resto del mundo por un canal que es sensible, que es algo mucho más humano que los canales diplomáticos, comerciales o políticos. Y ha hecho que los uruguayos nos sintamos mejor en relación a los otros y los otros pueden reconocernos. Esa relación reafirma más tu identidad. Porque si no hablas con nadie tampoco tenés que expresar quien sos.
Puedo poner el ejemplo de Argentina donde en los últimos años los músicos uruguayos han sido muy valorados y queridos por la gente. Músicos como No Te Va Gustar, La Vela Puerca, El Cuarteto De Nos o Jaime Roos son muy populares en Argentina.
-Campo está por sacar un nuevo álbum, ¿cómo surge el proceso que termina en un disco?
Los procesos creativos son muy largos. A veces tienen que ver con música y otras veces vienen de otros lados. Con este disco, Tambor del Cosmos, la propia idea que está en el titulo, la idea de la resonancia de la música y de cómo esa vibración que puede ser algo atómico que está conectado a todo, me vino de leer un libro sobre filosofía africana que se llama África y el Tambor, escrito por la argentina Beatriz Hilda Grand Ruiz. El libro habla sobre la cultura negra y de cómo la cosmovisión de esa cultura viene de la conexión con el tambor. Esa idea me inspiró muchísimo, fue un impulso. Yo siempre hice música donde lo rítmico es muy importante. Para mi el ritmo es un arte y una ciencia, es esencial. Creo que toda la música popular contemporánea está influenciada por esa visión africana del tambor y lo rítmico.
A mi siempre me interesó la relación física que podés tener con la música. Siempre me gustó la música que te podía poner a bailar y al mismo tiempo melódicamente o letristicamente pudiera ser algo más melancólico. Que pudiera tener distintas capas y lecturas. Este disco de Campo tiene muchas búsquedas en ese sentido.
-En todos tus proyectos, incluso en el Peyote Asesino que tiene más una estructura clásica de banda de rock, hay un trabajo grupal. En Bajofondo o Campo eso se amplía, porque siempre hay artistas invitados que no forman parte del colectivo. ¿Como se hace para mantener la personalidad en propuestas que son tan amplias?
-En el caso de Bajofondo esa cantidad de gente está comulgando con unos conceptos que están planteándose desde el vamos. El concepto Bajofondo que inventamos con Gustavo Santaolalla podría definirse como utilizar las herramientas de hoy para revisar la música del Río de la Plata, como el tango o la milonga, sin cerrarle la puerta a nada que nos haya influenciado. En el caso de Gustavo y mío que también somos productores y nos gusta ver los discos como obras, hay un doble gusto que no es solo hacer música, sino trabajar con otros artistas en un concepto. Lo interesante es que definimos nuestro propio estilo. Escuchás un solo compás de un tema y ya sabés que es Bajofondo, por los ingredientes que tiene.
En Campo es otro el juego digamos, pero que también tiene un concepto detrás. Campo es más pop, con influencias más contemporáneas, que van desde la cumbia a cosas más globales. También influye claro el grupo de personas que está en cada grupo. Y parte del concepto de ambas cosas es que sean grupos abiertos que reciban cosas de afuera.
-¿Que pasa con esa visión colectiva cuando te metes como productor en la obra de otros artistas con otras visiones; por ejemplo en tu trabajo con Jorge Drexler?
-Depende de cada caso. El trabajo de productor es muy amplio. A veces puede ser el director musical de un grupo, a veces más como un ingeniero de grabación, a veces un arreglador, otras una sumatoria de todo. Yo me considero un artista que me gusta hacer discos. Discos propios y de otros músicos. En el caso de Drexler hicimos varios discos juntos y fueron bien distintos entre si en como se fueron planteando. Jorge es un cancionista muy sólido que llega con ideas bastante terminadas. Pero siempre hay cosas para aportar, ya sea aportar distintas capas al sonido, tratar de que los arreglos sean bien variados que abran distintos escenarios. Por más talentosa que sea una persona no tiene cuarenta mil dimensiones, entonces parte del truco del trabajo en equipo es ampliar esas dimensiones.
A veces veo mi trabajo como una adaptación de lo que veía hacer a mi papá (César Campodónico, director de la institución teatral El Galpón) cuando dirigía una obra. El agarrar un texto, conseguir actores, empezar a trabajar, desarrollar ideas, buscar referencias, motivarse y dirigir una puesta en escena, incluyendo la luz, los decorados… Eso es un poco el trabajo del productor. Lo ves de afuera pero trabajas con alguien, en este caso un músico, que ya tiene un texto, un libreto, y vas armando con él la puesta en escena.
-Hace más de quince años que estás tocando por el mundo; ¿en este tiempo, pensás que cambió la visión que se tiene de Uruguay en el exterior?
Cambió mucho. Por un lado el proceso de globalización ha abierto el interés de la gente por conocer otras culturas. Aparte de eso, Uruguay, por las distintas emigraciones, por razones políticas en la década e 1970, o por razones económicas luego, desperdigó gente que se llevó también al Uruguay consigo. Y cuando retornó trajo un montón de conexiones.
He notado como ha ido cambiando la idea de Uruguay que se tiene afuera. Hace un par de décadas Uruguay era un país muy cerrado y eso ha cambiado. Hay hechos que han llamado la atención internacional. Está el fútbol, pero también hay personajes políticos como José Mujica que ha llamado muchísimo la atención en el mundo. El estilo de Mujica, que se puede identificar como particularmente uruguayo, fue percibido como algo muy interesante por lo distinto y por lo que representaba un presidente con su estilo y su forma de vida. Lo mismo las distintas leyes progresistas que se dieron aquí en los últimos años
En paralelo está todo lo cultural, que no es solo la música. Las películas uruguayas empezaron a verse en el mundo, por más que eran producciones de muy bajo presupuesto fueron muy valoradas porque mostraron otras visiones. La gente se empezó a relacionar con el país y a enterarse de cómo somos, a través de la cultura, del fútbol y de los personajes públicos.
Alguien dijo que las leyes progresistas que se llevaron a cabo en Uruguay como la de la marihuana o el matrimonio igualitario, eran leyes que costaba muy poco dinero implementar. Gastando muy poco dinero se podía hacer feliz a muchas personas y eso está en el espíritu del país. Uruguay es un país donde la felicidad es más barata que en otros lados y eso es un gran valor.
Entrevista: Andrés Torrón.