El artista organiza actividades con el Plan Ceibal en las que enseña a los niños a utilizar placas programables para componer música y luego presentarla en un pequeño show.

Candombe con Scracht se llamó el proyecto con que el equipo del músico Tatita Márquez cerró el Ceibal Fab Learn 2019, la jornada destinada a presentar artículos, talleres e investigaciones sobre fabricación digital. Una combinación de placas programables micro:bits y candombe fue lo que presentaron los escolares, dentro de una actividad que Márquez viene trabajando con el Plan Ceibal desde fines de 2018.

“Me empezaron a llamar porque trabajo con tecnología desde hace muchos años. Vieron en mí un artista que introduce algunos aspectos tecnológicos que coinciden con cosas que también hace el Ceibal. Entre ellas están los robots, que utilizo para un show que vengo haciendo desde fines de 2016, Rudimental Electronic Candombe”, contó Márquez, embajador Marca País de Uruguay XXI.

Ceibal le mostró todo lo que ha realizado con placas micro:bits, placas Makey Makey y placas Arduino, que es la que Márquez utiliza en sus robots. En base a ello, el artista se puso a investigar y a desarrollar más actividades para incorporar en los encuentros con los escolares.

Eso desembocó en la organización de actividades en distintas modalidades. La que tuvo lugar el segundo fin de semana de noviembre es la de jornada entera, tipo régimen de campamento, trabajando desde las 10 de la mañana hasta las cinco de la tarde.

“Por ejemplo, les planteo el desafío de tocar tal melodía o tal canción de No Te Va Gustar y ellos van buscando la forma de hacerlo. Les voy dando una mano hasta que lo logran y eso lo llevamos a instrumentos musicales que trabajan con la placa micro:bit, hasta conformar una orquesta que termina tocando en un show”, explicó el músico.

El show del 9 de noviembre tuvo lugar en Sinergia Design, ante unas 400 personas.

En este caso participaron niños de tercer año de escuela. “Fue un poco más difícil que otras veces porque usaron computadoras y a esa edad usan tabletas. Tuvieron que aprender a programar, a tocar música y a coordinar, todo eso en un tiempo bastante comprimido”, agregó Márquez. Aclaró que esta modalidad apunta a “niños que están más preparados, tienen mayores habilidades y vienen a los campamentos a seguirse formando”.

La otra modalidad conlleva la realización de cuatro o cinco encuentros del artista con los niños y también termina con una presentación, ya sea en la propia escuela o en algún evento organizado por Ceibal. La idea es que los niños utilicen la tecnología para hacer música, pero también se generan otras cosas como que Márquez les hable de nuestra cultura y del candombe.

“Les enseño a programar en las placas para que puedan ejecutar en tambores chiquitos, que simulan los tambores del candombe y, en otros casos, a introducir melodías desde las placas mismas o generar movimientos musicales que puedan reproducir una música creada por ellos mismos”, detalló.

Las experiencias se aplican a escolares de todas las edades y de todo el país. “Es una actividad que suma por todos lados, es ganar-ganar porque estamos todo el tiempo experimentando y mejorando a través de la experiencia”, concluyó Márquez.

El niño que cambió su rol y actitud
En una de las experiencias había un niño que era el líder de la clase, pero de manera negativa. Como no quería participar, Tatita trató de convencerlo por el lado del liderazgo. “Le propuse que contara los tiempos y los compases, y que fuera el director de la orquesta. Él asumió ese rol con alegría y lo incorporó, y todos los compañeros lo animaron a llevar adelante la tarea. A partir de ahí se dio un cambio de rol total, la familia se involucró, la maestra también… todo tomó otro carácter. Ahora esto, para ese niño, puede ser un cambio de vida. Son cosas que te dejan ese sabor de ¡guau! Hemos logrado algo” y fue a partir de una cosa súper básica”, contó con orgullo el artista y dijo que ha tenido muchos casos como este.

Fuente: El País