En su chacra, Pepe Mujica respondió a la audiencia de la BBC, que preguntó desde todo el mundo a través de los corresponsales Gerardo Lissardy e Ignacio de los Reyes, preguntas que abarcaron una gama de temas políticos y filosóficos que excedieron muchos parámetros.

Según consigna la BBC, “las preguntas llegaron de todas partes: desde Irán a Indonesia, pasando por Rusia, Tailandia y Azerbaiyán y por supuesto de toda América Latina”.

Mientras la cadena prepara la versión en video de la entrevista, adelanta algunas de las respuestas más comentadas en relación a lo que le ha tocado vivir. La primera de las preguntas y la más frecuente era como se sentía a ser llamado el “presidente más pobre del mundo”. Pepe consideró que “la humildad es una filosofía que no pretendemos imponer a nadie, pero no damos concesiones. No puedo cambiar la cultura del mundo en el que vivimos, pero puedo vivir mi vida y decir cómo lo veo”.

Reafirmó la posibilidad de volver a la Presidencia, pero descartó que ello haya sido tan feliz y que el poder le dejó incluso cuentas pendientes. “Si tuviera el grado de salud que tengo hoy, no tendría ningún problema. Pero ya estoy bastante viejo (…) ¿Feliz? Cuando salí en libertad luego de estar preso. Lo de la presidencia es tontería. No se compara (…) Lo peor para mí es que hay todavía pobreza. ¿Por qué no lo cambié? Porque la realidad es terca (…) El poder del presidente es relativo, porque todos te dicen ‘Sí señor’, pero para que eso baje a tierra, para que eso que quieres que se logre se haga realidad, falta mucho. Un buen presidente debe rodearse de gente útil y de gente buena”.

Pepe fue consultado por enésima vez sobre el tema de las drogas. “El narcotráfico es un problema mundial. En México lo ven más grande porque está más cerca de EE.UU. Pero es un mal que nos afecta a todos. Yo no consumo drogas. No creo que la marihuana sea buena. El problema es controlarse y saber cuánto (…) Yo también tengo mis vicios. A veces me fumo un cigarro. ¿Quién puede decir que el tabaco es bueno? De nuevo, el problema está en cuánto se consume y ese es un problema mental”.

Fuente: La República