Federico Gauthier nació en Dolores y organizó las jornadas en las que se pintaron murales de la ciudad para avivar el espíritu de los lugareños, que vivieron el feroz tornado de abril pasado. Gauthier dibuja y pinta desde que tiene “uso de razón”. Estuvo vinculado al carnaval de su localidad y últimamente al body painting, una práctica que requiere una enorme paciencia desplegada en muchas horas de trabajo. Entre el 23 y el 25 de setiembre, Gauthier participará en el certamen Living Art America de Greensboro, Carolina del Norte. El tema de este será The face of change (La cara del cambio).
En su primer certamen internacional, en 2015, Gauthier quedó en décimo lugar, compitiendo con más de 150 artistas en el mundial de body paiting de Portschach, Austria. Meses después participó en el Living Art USA, en el que alcanzó el tercer puesto. La obra, trazada sobre el cuerpo de la modelo, se realiza en varias horas, es vista por el público y el jurado, y luego se diluirá en el agua de una ducha para quedar reflejada apenas en una foto o un video.
Históricamente, la pintura corporal tuvo la característica de ser fugaz y efímera, a diferencia del tatuaje. Tribus de distintas regiones la usaron para celebraciones rituales y religiosas, como los matrimonios o como signo de identidad o pertenencia a una etnia. Se ha empleado tintura, arcilla o carbón. En las culturas precolombinas se encontraron más referencias a la pintura corporal que al tatuaje. Las diversas culturas precolombinas usaban pinturas de origen vegetal, mineral o animal, como cenizas, carbones, jugos y semillas de frutas. El rojo, el negro, el blanco y el ocre han sido los tonos más usados, con distintas simbologías.
En la actualidad, la pintura corporal tiene finalidades recreativas y lúdicas y se ha sofisticado con el uso de tinturas especialmente fabricadas para que duren, con colores fuertes y diseños cargados y elaborados. Como temas, los body painters prefieren pintar prendas de vestir, animales -con frecuencia felinos-, criaturas fantásticas con alas o antenas y efectos miméticos o de camuflaje. Gauthier admira a dos artistas de body painting: el italiano Matteo Arfanotti y el colombiano Miguel Ángel.
Del negocio al arte
Su formación se nutrió de distintas fuentes. Estudió más de dos años en la FX: Primera Escuela Argentina de Efectos Especiales de Buenos Aires; como autodidacta fue investigando distintos materiales y técnicas y aprendió, a su vez, en los festivales, en los que vio trabajar a artistas internacionales. “Ahora se está abriendo más el body painting en Uruguay, la gente está investigando más, haciendo más laboratorio con pruebas propias”, dijo.
Según Gauthier, hasta hace poco en Uruguay existía una escuela de esta especialidad con una identidad muy marcada. “Ahora se está desestructurando y está bueno que haya cosas diferentes. Investigo mucho: en este momento estoy haciendo realismo, pero mañana no sé lo que haré, quizás trabaje texturas, impresionismo o algo abstracto”. Gauthier llegó al body painting por motivos comerciales, sin tener mucha idea de qué se trataba. “En el 2000 empecé a maquillar a la murga de Dolores 7 y 3, era escenógrafo, vestuarista, maquillador, cupletero. No soy un gran cantante pero aportaba con los personajes. Descubrieron que pintaba y dibujaba, acaparé toda la estética de la murga y arranqué a conocer el carnaval tras bambalinas”, contó.
Siempre dibujó y pintó, participando, por ejemplo, en la Fiesta de la Primavera de Dolores, que se organiza en octubre. “Mis hermanas hacían carros alegóricos y yo dibujaba en el piso para que los técnicos hicieran la silueta de los armazones. Antes de entrar al liceo ya estaba trabajando en los carros, soldando, haciendo estructuras y así seguí”.
En un principio, Gauthier vio en el body painting una forma de lograr ingresos económicos. “En ese momento era hacer un mango para zafar. Nos juntamos con una amiga para montar un show para vender en boliches. Poníamos un biombo, música suave, yo la iba maquillando detrás y proyectábamos la sombra cada tanto. Bajaba de Internet la obra de otros artistas y las replicaba, no hacía una investigación, no decía nada”, recordó Gauthier.
Hasta que escuchó hablar del mundial de esta especialidad. “Allá fui, a la uruguaya: con alambre, a ver qué ataba por ahí. Quedé fascinado, me encontré con un mundo increíble”. A partir de 2015 empezó a considerar al body painting de forma profesional. Los certámenes incluyen varios rubros: aerógrafo, pincel y esponja, efectos especiales, face painting, instalaciones. En el lugar se hace un llamado a modelos. “Cuando planteás una obra, querés decir algo, y es tan efímero que estás pendiente de cuidarla como si fuera un hijo. Porque te vas a quedar solo con una foto. Entonces vos no mirás el cuerpo de la modelo con otro objetivo que no sea el de cuidar tu obra y la técnica. Podés utilizar sus formas para resaltar o esconder elementos. El body paintinges rico porque es un lienzo vivo. Estás en constante comunicación con la modelo, que le va a dar vida y movimiento a tu obra: con su actitud defenderá tu trabajo”.
La desnudez del cuerpo pasa a ser un dato más en el contexto. “Cuando vas a un certamen con 150 artistas, es como entrar en un campo nudista donde el cuerpo se te hace lo más natural, no son todas supermodelos de tapa de revista: hay de todo”. Para maquillar tienen seis horas. Primero se llevan las herramientas al set, se peina a la modelo y a las 10.30 comienzan. Luego se recorre el circuito de jueces hasta llegar al escenario mayor. Las modelos tienen que estar en condiciones de tolerar esas horas, por lo que se les explica que no pueden tomar alcohol; asimismo, se les pide que se alimenten bien el día antes y que desayunen el día del certamen. “Se habla mucho con ella para ese día porque es agotador. Al estar en competencia, se huele la adrenalina en el aire, está todo el mundo en modo trabajo, ella también lo siente y está pendiente de llegar bien, porque ya se siente parte de un equipo. Estoy todo el tiempo tanteando cómo está ella: si precisa algo, que coma una barrita de cereal. Porque algunas no dicen nada y llega un momento en el que se desploman por aguantarse sin ir al baño o en una posición incómoda”, explicó Gauthier.
El 17 de enero de este año, junto a Fernando Machado, Sofía Seyanes y Mariela Gotuzzo, se organizó el Encuentro de Body Painting de Uruguay (EBU), avalado por Estados Unidos, del que participaron 32 artistas uruguayos y argentinos. El 17 y 18 de marzo de 2017 se realizará otra edición para la que convocarán talleristas que compartan sus técnicas. “A la gente le hablás de body painting y no tienen mucha idea. Pero cuando ven una obra sienten mucho asombro y aceptación. Falta que se conozca más porque se difunde sobre todo entre artistas”, concluyó Gauthier.
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