«Si Mujica quisiera actuar, sería de los mejores actores»

El director serbio supo desde el principio cómo iba a empezar su documental: justo por el final, con José Mujica entregándole la banda presidencial a Tabaré Vázquez en la Plaza Independencia, el 1° de marzo. Pero lo que Kusturica ni sospechaba era la magnitud de ese momento.

«No existe en el mundo, en los países con las democracias más sólidas que yo conozca, un país en el cual, cuando un presidente deja su cargo, la gente se acerca para decirle cuánto aprecia lo que ha hecho por ellos», aseguró Kusturica ayer durante la conferencia de prensa para hablar de su experiencia rodando El último héroe, el documental sobre Mujica que se estrenará hacia fin de año. «No estoy hablando de cifras, no estoy diciendo que en cinco años él redujo la pobreza en un 30 por ciento ni muchas otras cosas que podría mencionar en números; estoy hablando de la grandeza de una persona que deja de hacer algo y sigue reflejando esa grandeza y siendo querido».

«Este es un caso único», insistió el director quien en 2008 estrenó un documental sobre Maradona. «Los presidentes generalmente terminan en prisión, tratan de huir, tratan de esconderse, se vuelven extremadamente ricos y confirman por qué las personas quieren convertirse en políticos; quieren ser políticos porque quieren ser ricos. En este caso es lo opuesto».

Kusturica estaba de gira por Europa junto a la No Smoking Orchestra, su banda de música, cuando escuchó hablar por primera vez de Mujica. «Uno de los gerentes de la gira, que vive en Buenos Aires, me llamó y me dijo: hay un presidente extraño en un país: vive en su propia casa, maneja un tractor y no quiere recibir salario. Enseguida le pregunté quién era. Me dijo su nombre y que era en Uruguay y yo dije: bueno, voy para allá.

Y así fue. Kusturica llegó a Uruguay a inicios de 2013 y para agosto ya había cerrado un acuerdo con los productores uruguayos Andrés Copelmayer, Julián Kanarek y Marcelo Carrasco —quienes por entonces eran asesores del Ministerio de Transporte y Obras Públicas— y también con la productora K&S Films, la misma de Relatos Salvajes, entre otras películas.

«Cuando llegué aquí y lo conocí tuve el sentimiento de estar frente a algo que nunca había visto en mi vida», dijo el director. «Luego leí libros y material sobre él y entendí una cosa: cuando vienes de otra parte del mundo estás mejor capacitado para sentir la calidad de esa persona, quizá más que lo que un director de cine uruguayo lo podría sentir».

Pero no fue todo tan fácil. Enfrentarse a la realidad supuso un desafío. «No sé si los directores mienten cuando dicen que lo que están haciendo es fantástico y que les está saliendo estupendo. Todo eso es mentira. El director de cine, como todo artista, es como el acróbata del circo: muestra que tiene todo controlado y que es fuerte. Así actué yo cuando llegué a Uruguay la primera vez. Cuanto más iba conociendo a Mujica más me daba cuenta de lo difícil que es reflejar la imagen de una persona como él».

Mujica por Kusturica

Mañana, sábado, estará terminando el rodaje, basado especialmente en las conversaciones que Kusturica tuvo con Mujica y en lo que pudo documentar de su vida diaria. «Será la historia del tiempo presente y del pasado que lo llevó de ser un guerrillero urbano a un excelente presidente», asegura el cineasta.

«La parte central de la historia es él», se entusiasmó Kustutica. «El hombre que hace comida para sus perros. El hombre que se sube a su tractor y trabaja su tierra, que es lo que más le gusta hacer. El hombre que se dedica científicamente a las flores. Y al mismo tiempo el hombre que está impresionando a todo el mundo y a otros políticos porque nadie es así».

Pero ¿qué tan idealizado es el Mujica de Kusturica? Una cosa es conocer a Mujica en un rodaje de algunos meses y otra muy distinta es conocerlo durante cinco años. Kusturica es tajante: «Me interesa esa óptica. Pero soy un idealista. No se puede satisfacer a todos. La idea de la película es presentar la figura de Mujica para el resto del mundo y mostrar cómo en Uruguay se ha logrado estabilidad, crecimiento y muchas cosas que ningún régimen comunista ha logrado hasta hoy».

Para Kusturica, «importa rescatar el lado humano de Mujica, algo que no suele encontrarse en las personas políticas, y no tanto los hechos».

Para la reconstrucción del pasado de Mujica como guerrillero y los puntos de vista al respecto, Kusturica dijo haberse apoyado en los productores locales (Kanarek, Copelmayer y Carrasco), que no son historiadores y que no tienen experiencia en cine. Memorias del calabozo de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, «reportajes sobre Mujica de medios alemanes» y otros materiales «independientes no muy conocidos» fueron las fuentes citadas por Kusturica, quien suele ser un director impredecible y, en su cine, tirando a caprichoso.

Con cámara en mano

El rodaje empezó en diciembre de 2013 y se extenderá hasta mañana, aunque se espera que Kusturica vuelva a Uruguay dentro de algunos meses para hablar con Lucía Topolansky y completar la parte de reconstrucción histórica de Mujica como guerrillero.

En todo este tiempo, el ganador de la Palma de Oro en Cannes por Underground (1995) registró grandes momentos de Mujica: en la Casa Blanca junto a Barack Obama, en Bolivia junto a Evo Morales, en Ecuador junto a Rafael Correa y en Chile junto a Michelle Bachelet.

«Si Mujica quisiera actuar, sería de los mejores actores»

Respecto a la realización de la película, Kusturica dijo que a medida que conocía más a Mujica, más complejo se iba haciendo su personaje. Consultado por El Observador sobre la autenticidad del expresidente durante el rodaje, el cineasta opinó que Mujica fue muy sincero a lo largo de la filmación y que «si quisiera actuar, sería de los mejores actores porque es un personaje muy rico».

En ese sentido, el director dijo que encontró en Mujica a alguien diferente «porque en el mundo en general la gente entra a la política para hacerse rico y en el caso de Mujica es lo opuesto».

Asimismo, Kusturica calificó el estilo de gobierno del ex mandatario como «utópico», algo que dijo no se veía desde los filósofos Rosseau y San Simón. «Lo que yo experimenté acá no lo vi en ningún lugar», concluyó.

Fuentes: El País y El Observador