La propuesta para intervenir un sector ribereño de la Ciudad Vieja supone aprovechar su calidad paisajística a través de un paseo de borde en dos niveles y una serie de patios urbanos.

Las bases del concurso de ideas urbano-arquitectónicas para el área Dique Mauá, en la ribera de Montevideo, tomaron en cuenta las sugerencias enviadas por 825 ciudadanos en el marco de una consulta abierta impulsada por el municipio. Los futuros usuarios pidieron expresamente que el proyecto debía contener espacios de convivencia abiertos y se debía integrar plenamente a la ciudad. Además, las propuestas ganadoras debían apostar a modelos de gestión sustentables.

El sitio de intervención resulta estratégico para la ciudad, entre la rambla Gran Bretaña y el río-mar y a pocas cuadras de la Plaza Independencia y la Ciudad Vieja. Con lo cual, el municipio requería determinar nuevas actividades y usos para el lugar, contribuyendo a una reformulación del sitio que posicione a Montevideo como ciudad de vanguardia.
Actualmente, la zona del Dique Mauá es una superposición de “diferentes paradigmas de acciones urbanas fragmentarias”, según definen las bases: “El ensanche del siglo XIX; la infraestructura ingenieril productiva; el paseo paisajístico higienista; los modelos abstractos modernos que conviven yuxtapuestos sin solución de continuidad”, enumera.

El equipo que mejor supo implementar la incorporación de nuevos usos, la puesta en valor de la dimensión patrimonial de las preexistencias y la integración del complejo al sistema de espacios públicos costeros y su paisaje fue el integrado por los estudios AFRa y Monoblock.

Su propuesta se llevó el primer premio con un portal urbano que trata al Dique Mauá como una pieza central del sector inicial de la Rambla Sur, de unos 2,5 km, y que integra otros 10 sectores reconocidos. “La rambla montevideana completa abarca 35 km y es, a su vez, el espacio público por antonomasia del Uruguay. Desde allí entendemos dicho espacio como un área frontal de todo el territorio nacional al cual da bienvenida y representa”, señalan los autores en la memoria.

La intervención del equipo comprende el sector de la Ex Compañía del Gas y su entorno inmediato y desarrolla un proyecto urbano para operar sobre la ciudad densa en uno de los últimos huecos disponibles de su área central. Dentro del predio se destaca un grupo edilicio heterogéneo desde el punto de vista estructural y constructivo, en un estado de conservación regular.

En las carboneras y el muro costanero se destacan las técnicas de sillería y de mampostería con valor técnico-constructivo testimonial. Y el gasómetro es representativo de la arquitectura industrial, de construcción prefabricada. Por último, el Edificio del Reloj posee columnas metálicas y de madera con capitel, y un cerramiento de ladrillos de grandes dimensiones, colores no convencionales y gran calidad constructiva.

Según el análisis de los autores, la ribera de Montevideo desde la Rambla del Cerro al Arroyo Carrasco funciona como una pieza única en varios sentidos, aunque también se la puede entender como un rosario de diferentes elementos paisajísticos. Lejos de constituir un problema, explican los autores, esto genera una identidad propia para cada sector, desde sus condiciones geomorfológicas (playas/rocas), vegetales, pavimentos y equipamientos.

“El sector de Rambla Sur es tal vez el corredor más homogéneo de esta sucesión. En ambos extremos se encuentran equipamientos de enorme significado para los montevideanos, como la escollera Sarandí y el Parque Rodó, que a su vez articulan por un lado con el espacio portuario y por el otro con las playas urbanas hacia el Este”, definen. Ese corredor, de unos 4 km de acceso, constituye para los proyectistas un verdadero portal a la ciudad pero también una evidente transición del territorio rural del litoral platense al territorio balneario.

“Dentro de este sector, teniendo a la intervención de Dique Mauá como centro y aprovechando la vacancia de tierras como borde del amanzanamiento, planteamos una operación vial para la redefinición del borde en el trayecto comprendido entre la escollera Sarandí y la calle Ejido / Cementerio Central. Esto le dará un carácter único en el repertorio costero de la ciudad por su dimensión, carácter y escala, así como por su uso”, describe la memoria.

La operación aludida consiste en desplazar el carril más próximo al río hacia el interior, manteniendo el segundo carril con su correspondiente cambio de dirección. Esta operación, de acuerdo a la estimación de los proyectistas, agrega 25.000 m2 de nuevo espacio público sobre el río.

“Entendemos el corredor en su totalidad como un espacio educativo y de concientización ambiental”, señalan. Y proponen como segunda acción una serie de carteles pantalla siguiendo las calles, cada 80 metros aproximadamente, que cumplen la doble función de informar parámetros del uso del territorio y el ambiente a nivel nacional, y sumar patrocinios de las empresas para la conservación del Dique Mauá.

La propuesta sugiere un sistema transversal de plazas y destaca el desarrollo de la vida cívica y sus espacios públicos “mirando hacia el interior”. En ese sentido, la Rambla Sur consolida su apertura hacia el río, sumando al eje interior de plazas concatenadas al borde exterior continuo. “Es deuda pendiente unir estos dos sistemas. Sin duda, la integración es posible en el encuentro de tramas en donde antiguamente existiera la muralla divisoria. Este proceso ha sido consolidado con algunos de los edificios institucionales que han acercado el sistema de suelos públicos desde el interior al borde costero”, destacan. Las construcciones del predio ahora serían parte de este sistema de edificios singulares.

A su vez, el proyecto dispone de una serie de vacíos como representación del territorio uruguayo en su reconocimiento natural por sobre sus divisiones políticas. Alrededor de estos patios se ordenan por un lado las actividades correspondientes al organizador del concurso, el Ministerio de Industria, Energía y Minería. Por ejemplo, un espacio central que enmarca los recursos minerales del país, un segundo patio ordena a su alrededor los programas de relación intensa. Formando parte del zócalo se sitúan espacios para la investigación e innovación, a modo de incubadoras.

En tanto que el reciclaje de las carboneras servirá para la activación de plazas, programas gastronómicos y de servicios. Como corolario proyectual, el tanque de gas devenido en edificio híbrido podrá alojar el Museo del Arte Popular, rematando con faro mirador en su máxima altura para consolidarse como uno de los íconos del Uruguay del Bicentenario en un nuevo skyline montevideano.

 

Fuente: Diario Clarín