«Si no hubiera podido escribir no sé lo que habría sido de él», aseguró ayer Dolly Onetti, la viuda de Juan Carlos Onetti, rodeada de los objetos más personales del escritor uruguayo fallecido hace 20 años y que son parte de una exposición que se inaugura hoy en la sala Frida Kahlo de la madrileña Casa América.

En ella se recrea el universo del autor. Desde su cama a sus gafas, manuscritos y primeras ediciones de sus libros, correspondencia con otros escritores, algunas de las miles de fotografías que Dolly Onetti le realizó a lo largo de su matrimonio y otros muchos objetos, hasta trescientos, integran la exposición «Reencuentro con Onetti: veinte años después» que se inaugura este jueves en Casa América.

Todo dispuesto de tal forma que recuerde el espacio del mítico piso del número 31 de la Avenida de América de Madrid donde Dolly (Dorothea Muhr) convivió con Onetti desde 1975 hasta su muerte en Madrid, el 30 de mayo en 1994.

Refugios

«Era un hombre sumamente tierno y comprensivo, decía que podía comprender a cualquier persona por muy canalla que fuese», explicó a Efe su viuda, que recuerda del escritor su sentido del humor y su gran amor por la literatura, un «refugio» que le servía de «catarsis».

«Me dijo una vez: `mis personajes están vivos y tú eres un fantasma», señaló Dolly, que pasaba a máquina los manuscritos de Onetti, un escritor que nunca releía ni corregía sus textos y al que, a pesar de que el autor le pedía que «buscara la musicalidad» en sus frases (ella era música profesional), nunca lo hacía: «yo no tenía que hacer casi nada, su estilo era tan fluido…».

Nunca tuvo una rutina para escribir, rememoró, ni de horarios ni de temas, ni hacerlo le suponía esfuerzo; eso sí, «escribía fumando y tomando vino con agua. Decía que si no podía fumar y tomar no iba a escribir más», afirma su viuda.

Escribió sus obras literarias a mano, pero para sus colaboraciones periodísticas utilizaba una máquina de escribir que, por supuesto, se encuentra en la exposición, de la que son comisarios Raúl Manrique Girón y Claudio Pérez Míguez.

Entre los artículos de Onetti la exposición destaca algunos de los originales de las colaboraciones mensuales que durante años realizó para la agencia Efe, y sus publicaciones en periódicos como Clarín, desde que llegaron a Madrid en 1975 tras haber estado él preso tres meses en Uruguay durante la dictadura militar.
«La agencia Efe nos salvó la vida», indicó Dolly Onetti, quien recordó que cuando llegaron a Madrid, no tenían «nada».

En efecto, pocos son los objetos anteriores a la vida de la pareja en Madrid que se encuentran en la exposición, apenas algún libro. Y es que Onetti, nacido en Montevideo en 1909, decía que había perdido a lo largo de su vida sus bibliotecas en Buenos Aires y en Montevideo.

Libros

Por el contrario, en la muestra hay decenas de los libros que ocupaban cada rincón de la casa del escritor: primeras ediciones de sus obras, ejemplares dedicados por otros escritores y sus gastados ejemplares de las obras de Faulkner y Proust, que Onetti guardaba en la parte más alta de sus librerías porque decía que no los podía prestar.

También como «oro en paño» custodiaba la enciclopedia Larousse que compró tras ganar el Premio Cervantes en 1980, de tal forma que obligaba a la gente a lavarse las manos antes de usarla, explicaron los comisarios de la exposición.

De la concesión de este premio se pueden ver tanto las fotografías del escritor en su casa cuando recibió la noticia, como el discurso que leyó y otros muchos documentos, entre ellos telegramas de felicitación como el de Gabriel García Márquez: «La academia cojea pero llega. Diez mil millones de abrazos. Gabo».

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 15 de noviembre, reproduce el salón de la casa de Onetti con sus muebles originales, así como su habitación, con la cama en la que transcurrió los últimos años de la vida del autor de El Pozo o La vida breve.

Y en la cama un edredón que Dolly no veía desde hace 20 años: «Claro que tengo nostalgia, tenía miedo de venir», confesó.

Fuente: El País