Entrevista a Ana Livni:

¿Qué representó la pandemia para la marca Ana Livni, una marca que nació durante la crisis del 2002 y ahora debe enfrentar otro momento complicado?

Nosotros decimos que las crisis pueden ser vista como oportunidad, en este caso fue más dramático porque no se trata solo de una crisis económica sino una crisis sanitaria y mundial. No son los mismos movimientos que una puede hacer cuando se trata de una crisis local o regional.

¿Cómo impacta esta crisis en una marca que sus principales ventas son para el público extranjero?

Por un lado estuvimos cerca de un mes parados, como la mayoría de la gente, tuvimos que mandar a todos nuestro personal a seguro de paro y quedamos literalmente parados. Después empezamos a hacer las máscaras tapabocas y las vendimos tanto a nivel local como afuera. Nosotros vendemos piezas afuera una a una. Hemos hecho exportaciones a Argentina, Estados Unidos y otros países, pero ahora la venta es por internet y a pedido del cliente. Hacemos lo que nos pide y se lo enviamos. Arrancamos con la máscaras porque no íbamos a hacer vestimenta cuando la gente estaba en su casa sin actividades sociales, sin salir a trabajar. A medida que empezamos a hacer las máscaras, el movimiento fue creciendo y vimos que había un público que no se había visto afectado a nivel económico por la pandemia, un público que habitualmente viaja y consume afuera y en esta situación empezó a consumir acá. Ahí hubo un cambio de paradigma para no mirar tanto hacia afuera sino atender más el público local y las ventas online, algo que no teníamos muy aceitado para el mercado local.

Tababocas diseñados por Ana Livni

¿Funcionó este cambio?

La verdad que funcionó. La edición de Moweek fue el puntapié inicial para esto y nos dio la certeza de que la gente compra en Uruguay online, y por allí seguimos. Hoy por hoy no nos podemos quejar. Estamos trabajando bien. Cambiamos un poco las estrategias y toda la dinámica de atención al cliente, estableciendo citas previas por teléfono o por las redes. Ya no pasa que la gente toque timbre azarosamente, pero también se está dando un fenómeno de turismo interno.

¿De ahí el nombre de la colección: Turismo de barrio?

Exactamente. Lo que hicimos fue jugar con estas palabras y conceptos: uno siempre puede pasear en su propio barrio, ciudad o departamento, o en otro cercano, no se agota la idea de viajar por no poder tomar un avión. Por eso la presentación de la colección la hicimos en el hotel Alam Histórica, acá en la Ciudad Vieja, justamente apelando a la idea de que se puede ir a un hotel en tu propio barrio, vas a ver la ciudad desde otra perspectiva.

¿Cómo definís esta nueva colección?

Nosotros solemos hacer colecciones como capítulos, en donde una no está aislada de todo el resto, pero este año lo hicimos apelando a la cercanía. La modelo es asiática y la elegimos pensando en la inmigración que está instalada hoy en Uruguay. Queríamos mostrar que acá hay diferentes etnias conviviendo. Siempre tratamos de conceptualizar las colecciones. En este caso, así como creamos las máscaras de algodón estampado y forrado, también creamos unos cuellos de lana que son como máscaras y buzos con cuellos. Empezamos a diseñar atendiendo las necesidades de estar cubiertos y le dimos un toque más lúdico y cargado de diseño.

¿Cómo ves la creación de la marca  sectorial Uruguay Wools?

Me parece importante que el país esté atento a la lana porque es una materia prima super castigada en el último medio siglo, podría decir. Lamentablemente he visto cerrar muchísimas textiles importantísimas, que tenían telares maravillosos y empleaban a mucha gente. Yo tuve la posibilidad de trabajar tanto en Paylana como en Agoland y me da mucha tristeza, pero la realidad cambió y estas empresas no pudieron sostenerse. Me parece que ahora hay una mirada hacia el diseñado y qué hace el diseñador con este producto, cómo puede generar valor agregado sobre él.

¿Ahí está el secreto de la innovación que necesita el sector?

Creo que es eso. Antes el Uruguay exportaba miles de pantalones iguales a Estados Unidos, Canadá y diferentes países de Europa, y las industrias funcionaban. Hoy la cantidad la vende China y no podemos competir por precio. Somos un país chico, tenemos que competir para nichos de mercados, tener un producto con identidad local. Nosotros desde que empezamos miramos para ese lado: no queremos salir al mundo con lo mismo que el mundo nos vende a nosotros, tenemos que ir con una propuesta realmente local, cuidada, que sea natural y no sintética, cuidadosa del ambiente y los criterios de economía circular. Porque la lana es un producto de primera, hoy en el mundo es un verdadero lujo. Acá tenemos que revalorar la cadena de producción, fundamentalmente a los hilanderos, porque es un oficio que se está perdiendo y sin hilanderos se rompe la cadena. No podemos llegar a lo que le pasa a Australia que está exportando lana sucia sin ningún valor agregado. Sé que hay intenciones de fortalecer estos aspectos y Uruguay Wools puede ayudar. Porque lo cierto es que hubo un parate, el mundo paró, una parte del mundo reflexionó y quedó claro que con las fronteras cerradas hay que atender la economía local y ver quiénes producen acá, qué es lo que produce realmente el país, cuáles son los servicios que importan. Se da un tema de consumo más consciente por parte de la gente, que está más atenta a cómo se produce, qué hay detrás de cada marca.

¿Como consumidores ya no somos tan despitados?

Si, pero tampoco creo que se vaya a acabar el consumo desenfrenado. Pero al menos los jóvenes, que son el futuro, reflexionaron bastante. Son aspectos positivos que surgen de una causa dolorosa, pero es como todo, después de un golpe fuerte se generan nuevos proyectos y oportunidades. Acá se rompieron muchas cosas. En Uruguay afortunadamente las dimensiones pequeñas de algunas empresas ha permitido que se reconviertan bastante rápidamente. Son los beneficios de ser chicos, algo que siempre vimos como un factor negativo. Yo tengo claro que no quiero ser grande, ya lo había decidido hace un tiempo y esta situación me lo confirmó. Prefiero seguir manteniendo una empresa chica y si tengo que subcontratar lo hago. Pero una empresa que se mantenga en esta escala nos permite vivir sin estrés. Esto no quiere decir tener una mirada chica o acotada. Se trata de una mirada a escala nacional pero que apunta hacia el mundo.

Fuente: Marca País

Fotos Ana Livni y Feria MUY (Marca País)