La firma Matriarca festeja su primer año en el mercado con grandes perspectivas de crecimiento dentro y fuera de fronteras.

Matriarca es una sidra premium de origen 100% uruguayo, desarrollada con altos estándares de calidad y las mejores materias primas del mercado. Es un proyecto desarrollado por los socios Germán Valente y Daniel Ortega del Río, especialistas en el rubro, que apunta a ser referencia en la categoría de sidras de especialidad. Esta dupla conoce desde dentro el proceso de elaboración, molienda, cuidado de los jugos y envasado, y cuenta, además, con el asesoramiento de destacados enólogos.

«Este tipo de bebida está generando una nueva categoría de sidras de alta calidad», explica Ortega del Río, quien hace más de 18 años se especializa en la producción del fermentado. El empresario está convencido de que «hay gente muy consumidora de vinos que la va a elegir y hay muchos consumidores de cerveza que también la van a elegir».

El martes 8 de diciembre se cumplió un año de que salió la primera botella de Matriarca al mercado, aunque es un proyecto en el que vienen trabajando desde hace varios años, pensado no solo para el consumo interno sino principalmente para la exportación. «Las oportunidades de expansión son muchas», asegura Ortega del Río, y la capacidad de Uruguay para responder también, ya que es el quinto productor de manzanas de América.

En roble. «El desafío siempre fue que el líquido fuera un diferencial. Si bien quería ser una sidra más al estilo británico, tiene la particularidad de que toma aspectos de la sidra asturiana también», dice el empresario sobre la forma de producción elegida, que combina características de ambas. «Decidimos, además, pasarla por roble como se hace con los vinos finos, y esto le aportó muchos aromas y sabores que nos fascinaron», agrega.

La bebida tiene un aroma delicado y equilibrado, producto de toques de duelas de roble americano tostados que están presentes en su maceración. Se produce con jugo extraído de una selección de manzanas pink lady y granny smith; la primera variedad le otorga acidez y azúcares, la segunda, acidez y frescura. Las levaduras empleadas son elegidas tras un exigente proceso de experimentación, para un posterior fermentado a temperatura controlada. Toda la elaboración está en sintonía con las mejores prácticas de las sidras de mayor relevancia mundial.

Matriarca es producto del trabajo de decenas de profesionales alineados con el único objetivo de lograr un producto de calidad sobresaliente, la versión gourmet y premium de una bebida tradicional y ancestral.

El nombre honra el rol de las nuevas matriarcas. «Hacemos un homenaje a la mujer de hoy, que sale a comer el mundo, la que pelea por sus derechos», explica Ortega del Río. Sus productores la llaman «la sidra del nuevo mundo» haciendo una paralelismo con lo que sucede en el ámbito de los vinos, donde se categoriza como del viejo mundo, a los europeos, y del nuevo mundo, a los de las Américas y Sudáfrica.

El boom de la sidra. Las bebidas alcohólicas basadas en la fermentación de manzanas son casi tan antiguas como la civilización humana. El origen de la sidra se remite a la Edad Media, más precisamente a los antiguos monasterios y abadías de la campiña británica. Allí, los monjes, orgullosos poseedores de los mejores huertos de manzanos de la región, elaboraban su tradicional cider, siguiendo al pie de la letra una ancestral receta cuyo secreto custodiaban celosamente. Pero una bebida como esa no podría mantenerse oculta por demasiado tiempo. Así fue que se expandió por toda Europa, siendo hoy un producto de consumo habitual en países como el Reino Unido, Irlanda, Francia, España, y antiguas colonias británicas como Australia, Canadá y Sudáfrica.

El consumo de sidra a escala global ha venido creciendo de forma exponencial en los últimos años. Un informe de la consultora alemana GFK reporta un aumento mundial de las ventas en el orden de 5% entre 2012 y 2017, y un crecimiento de 255% entre aquellas personas que la consumen habitualmente. La sidra crece y gana cada vez más terreno en todo el mundo, Uruguay incluido. De hecho, es la categoría de bebidas alcohólicas que más se expande en el mundo. Y ya no se relaciona solamente con las fiestas de fin de año. Ahora la sidra es para todo el año y cada vez tiene mayor calidad.

Fenómeno global. Las razones detrás de su popularidad son muy variadas. Es una bebida de baja graduación alcohólica (6,5%), que funciona como alternativa ideal para quienes no gustan del amargor de la cerveza o no son consumidores regulares de vino. Es ligera, fresca y tiene un agradable sabor frutal, por lo que se adapta a la gran mayoría de los paladares. Es fácil de beber, no se requiere ningún tipo de entrenamiento de los sentidos o conocimiento elevado del tema para poder disfrutarla de forma óptima. Aun en sus versiones premium, como Matriarca, su precio no es elevado, lo que permite disfrutar de una bebida de alta calidad sin resentir el bolsillo. Dado que es un fermentado de frutas (y no de cereales) tiene un bajo contenido calórico. Además, a diferencia de la cerveza, no tiene gluten, lo que la hace apta para celíacos.

Por sus características puede convertirse fácilmente en un ingrediente para preparar cócteles, motivo por el que cada vez más establecimientos la adoptan en sus cartas de tragos. Puede acompañar preparaciones a partir de aves y pescado, mariscos, todo tipo de ensaladas, frutos secos, y -¿por qué no?- una deliciosa pizza con queso fundido.

Por último, las sidras son ricas en polifenoles, compuestos de origen natural que funcionan como antioxidantes y colaboran en la reducción del riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, además de que aseguran una buena conservación de la bebida.

Un brindis por Uruguay. En nuestro país la sidra cargaba con un particular estigma que limitaba notablemente su expansión: estaba asociada, casi exclusivamente, a las fiestas de fin de año. Esto convertía a la bebida en un producto completamente estacional.

Hoy, el panorama es diferente porque la percepción ha ido mutando de forma radical a lo largo de los últimos años hasta poner a Uruguay en sintonía con lo que ocurre en el resto del mundo. Ahora es percibida como una bebida para disfrutar durante todo el año, con presencia destacada en barras de boliches, mesas de restaurantes y góndolas de supermercados. Se prevé que la sidra esté cada vez más presente en el paladar de los uruguayos, un fenómeno cuyo impacto modificará sin dudas el mercado.

La bebida viene en dos versiones: 750 ml y 330 ml. «Por un lado, con la botella grande apostamos a competir con los champagnes y con la botella pequeña buscamos convivir con la cerveza», explica Ortega del Río. «El individual es un formato ideal en tiempos de pandemia. También está pensada para los países en los que hace mucho calor, donde las botellas grandes prácticamente no se comercializan, mientras que los formatos pequeños, que mantienen mejor el frío, son los más consumidos», señala.

Notas de cata

Aspecto
Color intenso, ligeramente ámbar. Cuenta con un leve gasificado, lo que le da una espuma importante al servirla.

Aroma
Jugos de frutas, madera tostada, chocolate, café y vainilla.

Sabor
Mucho cuerpo, chispeante, con cierta acidez y dulzor medido, final mezcla de fruta y madera.

 

Fuente: Galería