Las voces femeninas en el género han consolidado su lugar y utilizan al género para contar su experiencia, plantear reclamos feministas y eliminar prejuicios

El día que Elisa Fernández se subió por primera vez a un escenario a rapear le cortaron la música. El evento terminó justo en ese instante. Pero el público vio que había alguien frente al micrófono y pidió que volvieran a prender todo para que tuviera su oportunidad de improvisar. Y lo que amenazaba ser un momento traumático acabó siendo un primer paso.

Hoy Elisa es también Eli Almic. Con ese nombre desarrolló su carrera y se convirtió en uno de los contados nombres femeninos dentro del género a nivel local, y la que ha logrado saltar del underground al siguiente paso en la escala. Está a punto de presentar un nuevo EP de canciones, que se sumará a su disco Hace que exista y a otros trabajos más breves. Para los que están fuera del circuito o que no están metidos en la subcultura rapera, será quizás el único nombre femenino que recuerden al momento de pensar en raperas. Pero aunque sean pocas, las mujeres en el rap uruguayo son más.

Virginia Sequeira (Viki Style) calcula que son 11. Un puñado dentro de un puñado mayor que se expande. El rap uruguayo –que no es lo mismo que el hip hop, ya que allí se incluye el graffiti, el breakdance y el DJ– crece, y dentro de él crece la cifra de mujeres emcees (también MC), el término que describe a los que arrojan rimas micrófono en mano. O a capela, en una ronda callejera. Como empezó ella, después de arrancar a rapear y componer junto a un amigo de Toledo, Canelones. Allá no había raperas. Tuvo que esperar a venir a Montevideo para encontrarlas.

Lo mismo le pasó a María Olivera, alias María Femcee. Se encontró con el rap en 2014 en plazas, en la puerta de escuelas y liceos de Maldonado, su ciudad. Allá tampoco había mujeres raperas. «Había mucho contenido sexista, mucho lenguaje discriminativo. Desde ahí entendí que el rap era potente, porque atraía a la gente, implicaba la destreza de comunicar y enlazar palabras, de rimar, pero los contenidos no eran los acordes para incluir a las mujeres o a otras identidades no binarias. Y de ahí vino la necesidad política de decir ‘puedo usar esto para transmitir los feminismos, por ejemplo'».

Por ser una mezcla de música y recitado, en el rap no solo se canta, también se dice. El contenido es tan importante como la forma en la que se expresa, y la lista de temas que trata es amplia.

Se puede cantar sobre la fiesta, los autos, coger o drogarse (sí, con esa crudeza habla el rap), pero también se pueden defender ideales o denunciar. Decir que la Policía te lleva preso por tu color de piel o el barrio en el que vivís, el daño de la pobreza, o gritar un reclamo sobre la violencia de género.
Eli Almic lo planteó así: «El hip hop sirve mucho para comunicar, es tremenda arma para denunciar. Para poner un tema arriba de la mesa o cuestionar algo. Es un género rebelde, que se impone y no pide permiso».

Ella, por ejemplo, es la autora de Brujas. Un tema que usa como estribillo el cántico «somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar», uno de los que se escuchan en las marchas del 8 de marzo, por ejemplo. «Brujas me acercó más al feminismo. Es algo que quería plantear desde hace tiempo. Tiene que ver con los femicidios que hubo en Uruguay el año pasado. Esos casos me inspiraron a escribirla, y lo que pasa en el día a día», dijo.

Los asesinatos, pero también las experiencias propias, como la del tipo que se paró en un auto y se masturbó frente a una Elisa de 8 años, que veía cómo el semen chorreaba sin entender qué era aquello.

Borrar prejuicios

Las raperas uruguayas notan el cambio. La presencia masculina en el hip hop es de una superioridad numérica abismal pero hay espacio, puertas abiertas y una ruptura con el prejuicio de que es un género musical en el que solo cantan hombres.
«Hace 10 años yo no rapeaba, pero me contaban que prácticamente no había mujeres, ahora es muy diferente. Hay un avance», afirmó Eli Almic. «Hay muchas en el público y estaría bueno que haya más sobre el escenario, pero creo que eso se va a dar naturalmente. Somos un país chico y la subcultura es chica, pero las puertas están abiertas y los hombres dentro del hip hop están abiertos a que eso suceda».

En su llegada a Montevideo, María Femcee se encontró con otras voces femeninas y una imagen diferente de la mujer dentro de la cultura del hip hop. Entre esas voces estaba la de Viki Style, que ejerce como faro referente en otros casos como el de Eugenia Álvarez (Euge), su compañera en el trío de raperas Se armó kokoa, que completa Fabiana Barrios (Fabik).
Álvarez también vio a Viki y fue una de las motivaciones para meterse en ese mundo. Las dos notan que el rap se está despegando de los preconceptos. Sequeira comentó «Si ves que hay una movida y otros lo están haciendo se va generando interés y rompiendo el estigma, el prejuicio. Por ejemplo que es algo enteramente masculino. O que solamente está vinculado a las batallas».

Los preconceptos y la exclusiva masculinidad han ido desapareciendo desde que ellas ingresaron a este rubro, pero no todo ha sido abrazos y facilidades.

María Femcee advierte que el rap puede ser un ambiente hostil. En Montevideo encontró una escena más amigable, pero en Maldonado la cosa fue distinta. «Hubo resistencias porque mi enfoque era el político y desde los feminismos, tenía esa tendencia. Pero también me pasaron cosas a nivel del ambiente en general en Maldonado, denuncié actividades de compañeros que les sacaban fotos a chicas o les pedían fotos, y las divulgaban o se las pasaban. Eso me hizo llamar al cuestionamiento.

Porque si hay varones que usan el hip hop para lo político y para formar valores en la sociedad, hay otros que hacen eso, y que tiene que ver con la cultura yanqui de la mujer de la industria musical, colocada como objeto», comentó. Sus colegas no han encontrado resistencia abierta pero sí notan que a veces sienten una exigencia más grande. Que tienen que demostrar en mayor medida su capacidad y habilidad. Pero eso también ha sido una motivación para mejorar.

Eli Almic complementó: «Esa cosa del machismo en el hip hop está, lo del objeto, se sigue haciendo, también lo hace el reguetón y el trap, es algo que funciona y vende, que al final rinde». Pero, también, apuntó: «El hip hop es machista porque el mundo es re machista. Ahí lo ves más porque casi todos son hombres».

La supremacía numérica masculina complica al buscar referentes y una voz propia para las mujeres en el género. Sienten que tienen que masculinizarse. «Al no ser tantas hace que a veces nos cueste encontrar nuestra forma de rapear, porque tendés a hacer algo más agresivo. No porque la mujer no pueda ser agresiva al rapear, pero tenés más referencia masculina y te vas para ahí. Ser mujer no significa que tengas que rapear femenina, todo susurrado, pero estamos en una búsqueda», consideró Eli Almic.

La otra mitad
Álvarez considera que la presencia femenina en el rap aporta una creación con una vista más sensible, pero siempre con actitud. Eli Almic dijo que sin la mujer hay una mitad que no está representada.

La representación es algo que encarnan estas raperas. «No sé cómo me habría sentido si no hubiera habido mujeres cuando entré. Capaz me habría sentido más intimidada», consideró Euge. María Femcee se dio cuenta de que al hablar de feminismo y de la lucha por la igualdad representaba a muchas y les daba lo que querían escuchar. Viki Style contó que el nombre de su grupo surgió de un grito casual durante un show, pero acabó significando mucho más.

Así lo explicó: «Se armó cocoa es una expresión popular, que va con nuestro mensaje, nuestro estilo confrontativo, que llama la atención sobre lo que está mal. Es crudo y directo, habla de revolución. Y también tiene que ver con nuestro tono de piel, somos tres mujeres negras, nuestra negritud es parte de nuestra música .Y esas son nuestras banderas, las razones que nos unen: ser mujeres, negras, de familias humildes y barrios pobres».

Si hay ejemplos y modelos a seguir, la rueda gira y más mujeres se sumergen en el mundo del rap. Las integrantes de la movida lo ven como un aspecto clave, aunque observan el futuro con esperanza y certeza de que la cifra crecerá aún más.

«Tanto en Montevideo como en Maldonado veo que hay chicas que se están metiendo», notó María Femcee. «Y en la medida que se siga apoyando y que haya ganas de transformar todo va a ser un buen momento para que la música acompañe esos cambios».

Más proyectos
Viky Style destaca a otras mujeres que también se dedican al rap en Uruguay: el grupo Rudas, y las MCs Sarita (del colectivo Comando Guerrilla) y Valencia.

Eli Almic cuenta con un disco editado (Hace que exista) y un EP. Está a punto de lanzar otro, aún sin titular, que será presentado en vivo en julio. Se armó kokoa está cerca de presentar su disco debut. María Femcee cuenta con un conjunto de temas que se pueden escuchar en Youtube.

Actividades
Además de rapear, Viki Style se dedica a otros aspectos de la cultura hip hop, como el breakdance y el graffiti.

Fuente: El Observador